México D.F. Martes 19 de octubre de 2004
Me siento satisfecho de que mis discos se vendan,
dijo el músico en entrevista inédita
Celio González: hay muchos ladrones en el ambiente
musical
"Soy cantante por mi madre; fue mi primera maestra"
"De lo que he grabado, sólo he cobrado 16 pesos de regalías",
comentó hace un par de años en su casa de la ciudad de México
JAVIER GALINDO ULLOA ESPECIAL
Las canciones interpretadas por el cantante recientemente
fallecido Celio González (1924-2004) se siguen escuchando en las
principales emisoras de la radio y en los musicales de televisión:
Vendaval sin rumbo, Total, Amor sin esperanza, Humo,
Intruso corazón, Inolvidable... Sus discos compactos
se venden en cualquier comercio ambulante a precio económico, junto
con los que fuesen sus dos grandes amigos de la Sonora Matancera: Bienvenido
Granda y Daniel Santos. De esas innumerables grabaciones que realizó
en vida, el músico no percibió grandes regalías: "Solamente
he cobrado 16 pesos", dijo en una entrevista inédita realizada en
su casa al norte de la ciudad, hace un par de años, en la que expresó
estar resignado a ver que el ambiente de las disqueras es muy difícil
e injusto para los artistas.
Aunque se enorgullecía de ver que cualquier gente
comprase sus discos, Celio vivía de contratos para cantar a particulares.
Interpretaba los ocho temas de su repertorio con pista y no con orquesta
como lo hizo en los inicios de su carrera.
-¿Cuándo supo usted que se iba a dedicar
profesionalmente a ser cantante?
-Yo
canto por mi madre -dijo-. Ella me escuchaba cantar desde niño.
Formábamos un gran dúo en la casa, interpretando canciones
de la época. Nunca dejé de cantar hasta que formé
parte de varias orquestas. Fui campesino, del interior. Canté con
el conjunto de Joaquín Mendive, en Camagüey, el de Camacho.
Tuve un trío llamado Nacional... Luego me fui a La Habana y empecé
con los Jóvenes del Cayo, con el conjunto de Luis Santí y
el del Casino. La Sonora Matancera me llamó en 1955, en el que seguía
cantando boleros y guarachas.
-¿Cómo fue contratado por la Sonora Matancera?
-Me llamaron porque yo tenía mucho éxito
con los grupos anteriores y mi voz era muy reconocida en la radio. Me gustaba
estar con la Sonora porque además tocaba música para bailar.
Al primer año grabé con ellos mis canciones, que fueron un
gran éxito. El primer hit fue Quémame los ojos...
Yo escogía las canciones que me gustaban. Los compositores frecuentemente
me buscaban para que se las interpretara. Severino Ramos era uno de mis
arreglistas.
-¿Usted sabía que sus canciones seleccionadas
iban a tener éxito?
-No, aquí nadie sabe nada. El único que
sabe de todas las cosas es Dios. Yo las escogía porque me gustaban
y tenían tanta suerte que se convertían en éxito.
-¿Había competencia entre usted y los vocalistas
Bienvenido Granda, Daniel Santos y Carlos Argentino, de la Matancera?
-No, no había nada de eso. Yo era muy amigo de
Daniel y de Bienve. De Argentino no tenía mucha amistad.
El tenía una forma de ser distinta a la mía. Lino Frías,
el pianista, era muy amigo mío también.
La Matancera, orquesta incomparable
-¿Qué aspiraba a ser la Matancera cuando
usted se integró al grupo?
-La Matancera siempre ha sido lo que es, una gran orquesta
incomparable. Cuando me llamaron ya tenía yo nombre. La orquesta
vino de Matanzas para La Habana, donde me contrataron.
-¿Por qué abandonó a la Matancera?
-Porque la disquera Orfeón me contrató en
1959 en México. Yo estaba en mi gran momento como cantante.
-¿Cómo se relacionó con los demás
grupos de entonces?
-No tuve que relacionarme con ningún grupo. Siempre
fui Celio González. Cuando me contrataban, ensayaba con el conjunto
y me ponía a chambear.
-¿Qué recuerdo significativo tiene de la
Matancera?
-En realidad fueron los éxitos de mis canciones
durante los cuatro años que estuve con la Sonora en Cuba. Después
la orquesta vino a México a los seis meses de mi llegada. Luego
de nuevo fui contratado para una gira a Estados Unidos y volví a
grabar con aquellos músicos.
-De su familia de origen, ¿fue usted el único
que decidió ser artista?
-Mi madre fue mi primera maestra de canto y fui el único
cantante de la familia. Tuve un tío poeta, escritor de libros, llamado
Enrique Ascencio. Tengo un hijo, de mi primer matrimonio, que canta y toca
el bajo; otro hijo mexicano es percusionista, se llama Celio, también.
-¿Qué opina del fenómeno musical
del Buena Vista Social Club?
-El son cubano siempre va a persistir, es lo único
que existe. Ahora está en boga, porque para bailar es la música
más sabrosa, como es el son del mariachi en México. Me siento
muy orgulloso de haber grabado con el Mariachi Vargas de Tecatitlán
tres LP.
-¿En algún momento le preocupó no
ser contratado por el Buena Vista Social Club?
-Mi carrera ya está hecha. Ya tengo nombre y soy
reconocido. Cuando canto soy el mismo de ayer. Interpreto de todo: bolero,
rumba, guaguancó... No todos los cantantes pueden hacer eso. Lo
que han creado ahora, la salsa, es guaracha. Es el mismo estilo con distinto
nombre. Eso es cubano.
-¿Se vive bien de cantante?
-Vivir bien o regular depende de quien sea uno y del trabajo
desempeñado. Si está uno en el hit parade gana dinero
y si no está allí, no es bueno y no gana bien. Mi carrera,
gracias a Dios, me ha ayudado a vivir siempre. No tengo ninguna dificultad.
Me siento muy satisfecho de que mis discos se vendan aún.
-¿Habrá la oportunidad de integrar a los
últimos miembros de la Sonora Matancera?
-Eso depende de los que hacen negocio. Nosotros no podemos
hacer eso. Cada uno está concentrado en lo suyo. Nelson Pinedo,
en Venezuela, Celia Cruz (cuando vivía), en Nueva York. Yo viajo
mucho para el extranjero. No voy a venderme, sino me contratan. Si me llaman
y hacemos negocio, acepto y si no, no voy.
-¿Cómo se gana la vida?
-Me gano la vida cuando me voy a cantar. No de regalías,
nunca me las han pagado. A mí me sucedió lo mismo que a Pedro
Infante. Toda la gente le robó. Los artistas siempre sufrimos de
estas cosas. Hay muchos ladrones en el ambiente musical. De lo que he grabado,
sólo he cobrado 16 pesos.
-¿No firmó alguna demanda?
-Yo no he demandado nada. Uno no siente esas cosas. Las
broncas no me gustan.
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