México D.F. Martes 26 de octubre de 2004
José Antonio Almazán González
Ofensiva y proyecto de nación
En el contexto de la alianza entre los sectores priísta y panista, el primero soñando en la restauración del viejo priísmo y ambos coincidentes en cumplir cabalmente los compromisos asumidos con el Banco Mundial, el gobierno foxista ha lanzado una ofensiva en todos los frentes, con el propósito de sacar adelante, en forma rápida y expedita, el paquete de reformas estructurales, partiendo del supuesto que su periodo de gobierno prácticamente ha concluido en virtud de la adelantada sucesión presidencial. Queda atrás, como parte del anecdotario político de las triquiñuelas foxistas, la "tregua política" y su llamado al dialogo nacional al que con desesperación convoco el pasado primero de septiembre, acosado por el reclamo popular callejero y las rechiflas y gritos de los diputados.
En la agenda legislativa está ya la discusión de la iniciativa fiscal de Vicente Fox, que de aprobarse significará un nuevo golpe al salario de millones de trabajadores, como contribuyentes cautivos y como consumidores finales. Enmascarada con el argumento de simplificar el cálculo del impuesto sobre la renta, la propuesta del gobierno implica subir los impuestos que aportan los trabajadores y de paso desaparecer los niveles de exención que tienen actualmente las llamadas prestaciones sociales (renta, ahorro, aguinaldo, vacaciones, prima dominical, etc.) en tanto conquistas históricas de los asalariados en México.
Como reliquias del pasado han quedado los argumentos a favor de una reforma fiscal integral, que grave las fabulosas riquezas de los empresarios mexicanos inscritos en la lista de Forbes, los dividendos del capital y las ganancias exorbitantes del capital bursátil. De nostálgicos se califica a quienes reclaman medidas eficaces para combatir la evasión fiscal y de utópicas a las voces que señalan la urgente necesidad de renegociar, por lo menos, la deuda interna y externa que implica una sangría de más de 27 mil millones de dólares al año a las finanzas públicas.
Sin embargo el fast track que Madrazo y Fox han organizado de aquí al 15 de noviembre, en que concluye el periodo ordinario de sesiones de la Cámara de Diputados, va más allá. Esperando turno está la iniciativa de reforma laboral de Abascal, depurada ya de las propuestas incómodas del PRD y de la UNT que entre otros planteamientos consideraban el voto universal, secreto y directo para la elección de los dirigentes sindicales. En trámite legislativo se encuentra también una iniciativa de reforma a la ley del ISSSTE, para reducir a escombros el régimen de pensiones y jubilaciones de los trabajadores al servicio del Estado.
Asimismo, con solemnidad de perdonavidas, el actual secretario de Energía ha anunciado que ya no insistirán en una reforma a los artículos 27 y 28 constitucionales y que el proceso de privatización seguirá por la vía de los hechos y mediante una reforma a las leyes secundarias para aplacar la incertidumbre jurídica del capital trasnacional en electricidad y petróleo.
Agreguemos a lo anterior los mensajes cifrados que el gobierno de Fox está enviando a las trasnacionales que, como Wal Mart, consideran que el patrimonio cultural de México y la humanidad son una mercancía más en los circuitos de acumulación del capital.
Pero si el gobierno va por todo, la respuesta popular comienza a organizarse por caminos de resistencia que van más allá de las movilizaciones, mítines, plantones, jornadas cívicas, etc. En el último año ha cobrado relevancia en las discusiones de las diversas organizaciones agrupadas en el Frente Sindical Campesino Social y Popular, la necesidad de convocar a un diálogo nacional para avanzar en la construcción de un proyecto de nación alternativo al neoliberalismo.
De forma particular como lo expresó el Sindicato Mexicano de Electricistas el 31 de agosto en el Zócalo de la ciudad de México y el 27 de septiembre en el aniversario de la nacionalización de la industria eléctrica, se requiere convocar a un diálogo nacional que incluya a todos los damnificados por 22 años de neoliberalismo, que sea incluyente y plural, y en el que nadie se sienta excluido, para avanzar en la elaboración de un diagnóstico de los grandes problemas nacionales con bases objetivas y científicas, así como de soluciones alternativas que permitan hacer un primer trazo de un proyecto de nación con libertad, justicia y democracia.
En suma, es hora de pasar a la ofensiva, es el momento de disputar el futuro de la nación a los neoliberales.
|