ASTILLERO

Julio Hernández López

Avance priísta

Erario y narco, fuentes financieras

Oaxaca y Veracruz, en el limbo judicial

Sinaloa y Tamaulipas, šuy!

MIENTRAS SUS ADVERSARIOS se entretienen en el escenario capitalino (pero no sólo a causa de la defensa o ataque del peje, sino también de los desfiguros diarios de los poderes federales instalados en esta demarcación central), el PRI avanza en comicios estatales valiéndose con desparpajo del erario en las entidades en las que actualmente gobierna y, en general, del dinero oscuro que narcotraficantes inyectan, con gran sentido empresarial, a la reconstitución, de la periferia al centro, del poder tricolor. Frente a esa marcha triunfal, el contrapeso natural de esa tendencia política envenenada, que deberían ser el Presidente de la República y el partido oficialmente en el gobierno, nada pueden hacer porque sus propias presuntas alternativas suelen estar en términos generales igual de contaminadas.

DOS EJEMPLOS EXTREMOS de ese choque que debería suponerse desigual (pues el panismo tiene, o cree tener, el Poder Ejecutivo federal) están a la vista en Oaxaca y Veracruz, entidades ambas donde el foxismo apostó abiertamente (con Chepina y su cocina Sedeso de delegados por delante) a favor de candidatos opositores a los mandos priístas salientes. En un duelo de mañas en que los mejores ejercitantes de las peores artes resultaron electoralmente triunfadores, Ulises Ruiz (es decir, Roberto Madrazo y José Murat) fabricó la contención mapachosa del avance de Gabino Cué (es decir, Vicente Fox y Diódoro Carrasco). En Veracruz, el cínicamente pragmático Fidel Herrera negoció cobertura para la gran corrupción del sexenio alemanista que está por terminar, a cambio de apoyo a la campaña priísta urgida de contrarrestar la carga desbordada de recursos federales a favor del candidato panista, Gerardo Buganza.

PERO, A PESAR de que sus propios protegidos realizaron conductas irregulares parecidas a las que denuncian, el gobierno federal ha impulsado la presentación de recursos jurídicos que han buscado anular esos comicios y convocar a nuevas visitas a las urnas. Es obvio que esa búsqueda de corrección judicial a problemas políticos es legítima. Pero la estrategia foxista se ha manifestado convenenciera y torpe. Para empezar, en el caso veracruzano los ánimos justicieros se han expresado con tan mal tino de parte del Presidente de la República que su boca, siempre convertida en bumerán letal, se abrió inoportunamente semanas atrás para anunciar a panistas veracruzanos que Los Pinos estaría trabajando para deshacer la presunta victoria priísta y convertirla en triunfo panista. Con esa declaración, Fox regaló al marrullero Fidel y al desesperado Miguelito la preciosa oportunidad de advertir que un resultado judicial adverso al priísmo sería simple cumplimiento de una consigna presidencial: todo el pasado de corrupción, represión y frivolidad del segundo alemanismo y el conjeturable futuro similar del fidelismo (tal vez con menos represión directa) fueron salvados en instancias de desastre por la sabida incontinencia verbal del esposo de la señora Marta. En Oaxaca pareciera que el denso pasado muratista y el futuro previsiblemente similar con Ulises de gobernador también tuvieran mucho que agradecer a la débil y zigzagueante figura presidencial: en aras de no romper alianzas legislativas federales necesarias para desafueros, presupuestos y algunas reformillas, el foxismo habría sido llevado a aceptar camino libre para la camarilla tricolor oaxaqueña. De acuerdo con esas previsiones hasta ayer ampliamente difundidas en la Bolsa Mexicana de Chismes Políticos, el tribunal electoral federal dejaría al PRI firme en Oaxaca y estaría en vías de castigar a Veracruz con una nueva elección en la que el peso de los dineros oscuros (públicos y privados) acabaría repitiendo el triunfo del pasado.

EN OTRAS ENTIDADES donde habrá elecciones también se reproduce el esquema del PAN-gobierno federal superado en sus ingenuos pinitos mapacheriles por la alta escuela priísta. En Sinaloa ha sido armado todo un escándalo alrededor de la presencia de dos candidatos panistas en los funerales de un conocido narcotraficante apodado El Ceja Güera. Malo fue el hecho en sí, pero más lo ha sido la reacción de los dirigentes nacionales y estatales del PAN que han pretendido reducir el episodio de las sugerentes condolencias a un mero detalle de la vida privada de los aspirantes a diputado local (y a dirigir la bancada panista) y a presidente municipal. Quedaron opacados con este escándalo panista los cintillos aparecidos en días recientes en diarios sinaloenses censurando al gobernador Juan S. Millán, y a su aspirante a heredero designado, Jesús Aguilar Padilla ("si con Millán prosperaron las narcotiendas, con Aguilar serán supermercados de droga" era el sentido de uno de esos desplegados). Si el cártel priísta de la mera mata nacional necesitara ayuda, el PAN y sus candidatos se la han dado más que oportunamente.

LOS TAMAULIPECOS TAMBIEN deben prepararse para seis años más de narcopoder. Eugenio Hernández Flores, hechura política cercanísima al actual gobernador, Tomás Yarrington, ha aceitado con dinero público y privado la maquinaria electoral, periodística y política para que siga en el gobierno el grupo que con Manuel Cavazos Lerma consolidó la conchabanza de los poderes político y económico (en este caso, del verdadero poder económico de aquella entidad: las empresas exportadoras de productos no facturables). El candidato panista a gobernador, Gustavo Cárdenas, ha dicho con todas sus letras que la campaña de Hernández Flores sólo ha estado financiada por dos fuentes: el erario estatal y el narcotráfico. Pero ni el PAN ni el PRD (éste con Alvaro Garza Cantú como abanderado) tienen esperanza de triunfo: el aplastante peso de los intereses convergentes en la candidatura priísta (y la consecuente aportación de fondos económicos de escándalo) hacen imposible cualquier posibilidad de cambio.

Y, MIENTRAS LA seguridad del presidente Fox es reforzada a partir de Aguascalientes, a pesar de que éste había dicho que el incidente de Ciudad Juárez había sido una cosa "normal", šhasta mañana!

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