LETRA S
Noviembre 4 de 2004
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ls-ovalo

ls-parados
 

El afecto entre varones
La estigmatización de la ternura masculina

Por Russell Bush

Contrario a lo que sucede hoy, en la Inglaterra y los Estados Unidos del siglo XIX, el amor entre varones por lo general se expresaba de manera física, aunque no necesariamente sexual. Los hombres caminaban tomados del brazo y se abrazaban libremente. Hablaban y se escribían de modo romántico unos a otros. Bailaban juntos en lo que se conocía como "danzas del toro". Dormían juntos. Abraham Lincoln tenía un amigo con quien compartió un lecho por casi cuatro años. Thomas Edison eligió la imagen de dos hombres bailando como un tema adecuado para uno de sus primeros experimentos cinematográficos. ¿Quién podría decir cuáles de estos hombres afectuosos eran amantes sexuales? Quién podría estar seguro incluso acerca de Walt Whitman, a pesar de haber inmortalizado el "tierno amor de camaradas" en Hojas de hierba, con líneas como las siguientes:
 

Historiadores de los tiempos futuros,
Venid, os mostraré lo que se oculta bajo esta apariencia impasible, os confiaré lo que debéis decir de mí,
Publicad mi nombre y colgad mi retrato como el del amante más tierno,
El retrato del amigo, del amante, a quien su amigo, su amante, quería más,
Que no se enorgullecía de sus cantos, sino del insondable océano de amor que había en él y que prodigaba sin tasa,
Que emprendía solitarias caminatas pensando en sus queridos amigos, en sus amantes,
Que, pensativo, lejos de aquel a quien amaba, no podía dormir en toda la noche, desventurado,
Que conocía bien, demasiado bien, el temor de que el amado sintiera indiferencia por él,
Cuyos días más felices fueron los que pasó en los campos, en los bosques, en las colinas, él y el otro caminando tomados de la mano alejados los dos de los otros hombres,
Que solía andar por las calles rodeando con el brazo el cuello del amigo, mientras el brazo de su amigo descansa sobre él.


Incluso hoy algunos historiadores literarios argumentan que aunque Whitman escribió explícitamente acerca de sus sentimientos de amor por una variedad de hombres, no dejó registro alguno de haber realmente consumado sexualmente estos sentimientos.

A finales del siglo, cuando Oscar Wilde fue encarcelado por "el amor que no se atreve a decir su nombre", no fue de hecho la voz del amor lo que se estaba silenciando, sino la voz de la sexualidad. De ahí en adelante, el amor entre varones y el sexo entre varones serían igualmente ofensivos a los ojos de la sociedad.

Como resultado de este cambio de actitud, a lo largo del siglo XX muchos hombres que amaban a otros hombres vivieron existencias canceladas, escondiéndose tras la fachada de la esposa y de los hijos. Fueron obligados a vivir mentiras a fin de evitar el aislamiento social. Pero muchos otros se rebelaron, se desplazaron a las grandes urbes, y fueron en pos de lo que llegó a conocerse como la vida gay. Estos rebeldes ostentaron su amor y su sexualidad y comenzaron a ser de nuevo visibles. Comenzaron a integrarse ellos mismos a un mundo que gradualmente se está reconciliando con su necesidad de aceptación.

Algunos de los hombres que dejaron registro fotográfico de este afecto pudieron haber sido lo que hoy consideramos gay; otros seguramente no. En los albores del siglo XXI, el amor de un hombre por su camarada empieza a revalorarse. Tal vez la etiqueta homosexual quedará descartada como obsoleta, tal vez el término gay significará de nuevo solamente alegre, y el "amor de camaradas" de Whitman prevalecerá independientemente de la sexualidad que elija un hombre.
 
 

Tomado de Affectionate Men. A photographic History of a Century of Males Couples (1850's to 1950's). St. Martin's Press. New York, 1998.

Traducción: Carlos Bonfil.


 
ls-humboldt Al Barón de Humboldt
en su partida de la Nueva España

Francisco Manuel Sánchez de Tagle (1782-1847), poeta romántico michoacano, filósofo, matemático, estadista, fue también uno de los redactores del Acta de la Independencia de México en 1821. Presentamos parte de un poema, transcrito de su forma original y rescatado de la incineración a que condenara el autor buena parte de su obra lírica, como una muestra del fervor que tributó el poeta a la figura del barón Alexander von Humboldt en su paso por la Nueva España. De la confidencia intimista del poema, al parecer incompleto e inédito, que aquí la acompaña, se manifiesta una de las maneras más emotivas de nombrar hace dos siglos exactos el arrebato de la amistad masculina y su vigorosa complicidad afectiva.

Año de 1804

Por Francisco Manuel Sánchez de Tagle

¡Oh qué objetos tan nuevos!,
¡qué arcanos!, ¡qué prodigios!
oirante embelesados.
Que te abrazan ya miro,
y que te da el Gran Cónsul
el óbsculo de amigo.
¡Oh Diógenes! Apaga
esa linterna: vivo
está el sabio que buscas,
apágala te digo.
¡Oh Humboldt objeto tierno
de mis dulces cariños!
Entre tantos tesoros
lleva mi amor sencillo
y dí: En el Nuevo Mundo
por mí llora un amigo.
Vé numen de las ciencias,
llévale al Orbe antiguo
las luces que le faltan
y sólo tú has cogido.
¡Vida preciosa, Salve!
Respeten tu navío
los Euros y los Notos.
¡Sálvete Dios benigno!
Adiós Humboldt amado,
adiós mi dulce amigo.
De tu amistad yo quedo,
aunque triste, muy rico.
 
 

Indiferente General. Planeo de mapoteca en el Centro de Información Gráfica del Archivo General de la Nación.

Agradecemos a la historiadora Silvia Solís, curadora de la exposición "Humboldt en la ciencia", quien nos facilitó copia del original de este poema, y la ayuda del profesor Enrique González González para la trascripción del mismo.