El tricolor ya cumplió su ciclo en la entidad, afirma Mendoza Arámburo
Hace 30 años en BCS las campañas eran mero trámite y rounds de sombra: ex gobernador priísta
El sol azteca cobró vida en la política del estado tras las pugnas internas del PRI: analistas
Ampliar la imagen Narciso Ag�, candidato del PRD al gobierno de Baja California Sur, durante su reciente cierre de campa�n La Paz FOTO Cuitlahuac Mu�El Peninsular
La Paz, BCS, 31 de enero. Hace 30 años, con el PRI como partido único, las campañas eran mero trámite y las elecciones puros rounds de sombra, dice con nostalgia el primer gobernador de Baja California Sur, Angel César Mendoza Arámburo, quien admite que el priísmo en la entidad "ya cumplió su ciclo", y habrá que acostumbrarse a ver en el gobierno a otros partidos, aunque mantiene "la esperanza de que el tricolor algún día se recompondrá", a pesar de que las encuestas más recientes dan amplia ventaja al candidato perredista Narciso Agúndez.
Desde la lejanía del retiro, Mendoza Arámburo es testigo, como el resto de los habitantes de este joven estado, de los cambios de todo tipo que se han producido en años recientes en Baja California Sur y, destacadamente, en la capital, La Paz, donde por primera vez se permitió el ingreso a las grandes tiendas comerciales, que acabaron con el monopolio que con el apoyo de las administraciones priístas mantuvieron por años tres familias; la apertura de una cadena de cines; las primeras tres franquicias de hamburguesas, y la próxima inauguración del primer boliche en esa ciudad.
Este fenómeno de apertura que se dio sistemáticamente en la primera administración perredista en el estado -que concluye en abril-, y que la enfrentó con los caciques de la entidad, es de tal magnitud, que en un estudio reciente los habitantes de La Paz dijeron identificarse más con un centro comercial de reciente creación que con el recién remodelado malecón de la ciudad.
De acuerdo con un estudio del Instituto de Administración Pública estatal, la virtual suspensión de la vida política durante más de 40 años, desde el tránsito de Distrito Sur para convertirse en territorio en 1931 hasta ser reconocido como estado y llevar a cabo la primera elección constitucional, en los setenta, tiene una serie de consecuencias que persisten hasta la fecha.
Esa situación, combinada con el aislamiento geográfico y el control político y militar ejercido por gobernadores nombrados desde el centro, son algunas de las principales causas que explican, entre otras cosas, el hecho de que hoy los surcalifornianos no identifiquen la pertenencia partidista de los candidatos a los distintos cargos de elección popular, como lo demuestra una de las encuestas más recientes.
De igual forma se destaca en las encuestas que la amplia ventaja que tiene el candidato del gobierno en turno, el perredista Narciso Agúndez, sobre el abanderado tricolor Rodimiro Amaya, "no puede tomarse como definitiva", debido a que en los estudios se contabiliza una tercera parte del padrón como votantes indecisos, franja en la que basa el PRI sus expectativas de que el próximo domingo tenga lugar una contienda cerrada, que inclusive pudiera dirimirse en los tribunales electorales.
Mientras, para el perredismo la ventaja de su candidato al gobierno del estado es más que holgada, y no lo hace prever un escenario distinto al que adelantan las encuestas, que es de una tendencia favorable y "significativa".
La breve historia de Baja California Sur ha estado acompañada por gobiernos priístas fuertemente cuestionados debido a la penetración del narcotráfico y a la corrupción, elementos que provocaron el descontento de la sociedad surcaliforniana y promovieron el deseo de cambio que, junto con los rompimientos dentro del PRI, permiten entender el surgimiento de otras fuerzas políticas, como el PAN y el PRD, que capitalizaron ese descontento social para posicionarse en el escenario electoral de la entidad.
Baste recordar al ex gobernador priísta Guillermo Mercado Romero, quien fue detenido el 18 de septiembre de 2001 y posteriormente encarcelado por su responsabilidad en los delitos de peculado y ejercicio abusivo de funciones.
Durante su administración Mercado Romero adquirió un avión Citation II con recursos del erario, y también se le contabilizaron más de 90 viajes a San Diego, California. Asimismo transportó a amigos y familiares a una boda en Tabasco. Hoy, ya libre, ha acompañado al candidato priísta Rodimiro Amaya en varios actos de campaña.
Otro de los gobernadores cuestionados es el también priísta Víctor Manuel Liceaga Ruibal. Dos de sus hermanos fueron detenidos y encarcelados durante cuatro años por el delito de narcotráfico, luego de que se comprobó que en uno de sus ranchos aterrizaron aviones que transportaban estupefacientes.
En octubre de 1990, durante el gobierno de Mercado, fue aprehendido John Chapa Garza, identificado como colaborador en el lavado de dinero proveniente del tráfico de cocaína de los cárteles de Juárez y del Golfo.
En Baja California Sur, Chapa Garza intentó incrementar "gratuitamente" la flota pesquera del estado, que no es de más de una docena de barcos viejos, con 40 barcos nuevos, mientras la Procuraduría General de Justicia estatal "descubrió" un avión Caravelle II, que es la versión francesa de un DC3, dinamitado y enterrado, luego de que aterrizó en una pista clandestina y quedó varado en la arena. Nunca se encontró el cargamento, aunque se presume que transportaba cocaína.
Esta descomposición de los gobiernos priístas, que se recrudeció hace 12 años con Guillermo Mercado, permitió el crecimiento del PAN, partido que llegó a presidir el órgano de gobierno del Congreso surcaliforniano y ganar cuatro de los cinco municipios.
Luego las pugnas dentro del PRI provocaron la escisión más significativa en el tricolor, que llevó a la separación del grupo del actual gobernador, Leonel Cota Montaño, al que pertenecía el hoy aspirante por el PRI a este cargo, Rodimiro Amaya.
La incorporación de Cota Montaño al PRD, alrededor del cual se aglutinaron las organizaciones que crecieron bajo la bajo la sombra protectora del PRI, principalmente los burócratas -que constituyen el núcleo de trabajadores más extendido en la capital del estado-, así como fracciones importantes de las confederaciones de Trabajadores de México, Nacional de Organizaciones Populares y Nacional Campesina, dio al partido del sol azteca la vida que nunca tuvo, ya que en unos cuantos meses pasó de ser un instituto político con apenas 5 por ciento de la votación estatal a gobernar actualmente la entidad, y con expectativas de mantenerse en el cargo un sexenio más.
Para los analistas, esta historia se manifiesta en ciclos de aproximadamente 25 años, en los que se enmarcan, primero, a los gobiernos militares, seguidos por un periodo similar de gobiernos priístas y, desde 1999, el crecimiento de otras opciones políticas, ya que el tricolor no ha sido capaz de recuperar en el estado la credibilidad que malograron al menos los últimos dos de sus gobernadores, antes de que ex militantes priístas los derrotaran bajo la bandera del PRD.