El espectro en el festín
Fue en las oficinas centrales de Programa de Naciones Unidas para el Medio Amiente (PNUMA), en Nairobi, cuando el reloj comenzó a sonar, indicando la entrada en vigor del primer tratado en el mundo sobre cambio climático.
Hace casi 90 días dimos un aplauso de pie al embajador de Rusia, Andrey Denisov, cuando entregaba al secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, los documentos de incorporación de su país al Protocolo de Kioto.
El acto simbólico, llevado a cabo durante una reunión excepcional del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, significó que el tratado ya había asegurado el 55 por ciento necesario de las emisiones de países industrializados del mundo, para que obtuviera la legalidad.
El hecho de que esto haya sucedido en Africa fue particularmente conmovedor. Es probablemente aquí, en donde el 'martillazo' del calentamiento global, si no es revisado, golpeará con mayor fuerza.
La entrada en vigor llega en lo que promete ser un año trascendental. En septiembre, durante la sesión de la Asamblea General de la ONU, las naciones revisarán el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio (MDG, por sus siglas en inglés).
Estos cubren los retos principales que enfrenta el mundo, desde la lucha contra la pobreza y el impulso del nivel de la gente con acceso a suficiente agua potable y limpia, hasta la entrega de educación primaria universal y la reducción del esparcimiento de enfermedades infecciosas.
Un informe de un grupo de trabajo especial sobre los MDG, establecido a petición del secretario general, bajo la dirección Jeffrey Sachs, de la Universidad de Columbia, aclara que el medio ambiente es la primera piedra para la entrega de todos los objetivos.
Este hecho simple y rígido será el enfoque clave cuando más de 100 ministros de medio ambiente se reúnan la próxima semana en Nairobi en el marco de nuestro consejo de administración, para planear y acordar las futuras actividades de la organización.
Los descubrimientos de la fuerza de trabajo, en su informe Environment and human well-being (Medio ambiente y bienestar), también subrayan que el cambio climático es el espectro del festín, capaz de socavar nuestros intentos de entregar un mundo más saludable, justo y flexible.
El cambio climático también es destacado en A more secure world: our shared responsibility (Un mundo más seguro: nuestra responsabilidad compartida), el cual es un informe del panel de alto nivel sobre amenazas, retos y cambio del secretario general.
Mientras tanto, el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, ha establecido los asuntos de cambio climático y Africa como la pieza central de las presidencias del Reino Unido del G-8 y la Unión Europea de este año.
Nuevamente, el cambio climático obtiene notoriedad y nuevamente, Africa, el continente en donde los MDG son más difíciles de lograr.
Necesitamos tomar este ímpetu político inaudito para impulsarnos hacia un nuevo esfuerzo que nos mueva más allá de los objetivos y horarios acordados bajo el Protocolo de Kioto hacia grandes recortes en los gases invernadero, necesarios para estabilizar el clima en el mundo.
También tenemos nuevas orientaciones de la ciencia que están concentrando los intelectos y que debería dar el coraje a aquellos líderes, quienes podrían estar oscilando en atacar las reformas económicas y otras, necesarias para un mundo con niveles bajos de carbono.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el cuerpo científico que hace recomendaciones a los gobiernos y que fue establecido por PNUMA y la Organización Meteorológica Mundial, concluyó hace unos años que las temperaturas globales podían incrementarse hasta en unos 5.8 grados centígrados para 2100, si no se tomaba una acción al respecto.
Sin embargo, los investigadores que hicieron informes en la revista Nature hace unas semanas y que emplean las computadoras más poderosas disponibles, han concluido que las temperaturas a mediados del siglo se podrían incrementar hasta en 11 grados centígrados.
Otro informe, también lanzado hace unas semanas por la Fuerza de Trabajo Internacional sobre Cambio Climático, la cual es una alianza de tres áreas de pensamiento basados en América, Australia y el Reino Unido, argumenta que hasta un incremento de 2 grados centígrados podría poner al planeta más allá de un punto de 'no regreso'.
Estos dos nuevos informes hacen terrible la lectura de la visión de un planeta que gira fuera de control.
Ciertamente, espero que estos nuevos cálculos demuestren estar equivocados. Sin embargo, parece que muchas de las predicciones teóricas previas comienzan a suceder.
Un informe, también lanzado por nuestro Consejo de Administración, observa la evidencia de que el calentamiento global ya podría estar alterando los patrones de circulación de los océanos, con todas las consecuencias para los sistemas climáticos regionales y globales.
A fines de 2004, una evaluación ambiental en el Artico concluyó que durante las últimas tres décadas, el hielo en las aguas del océano Artico ha disminuido en un promedio de 8 por ciento anual, exponiendo un área más extensa que los estados de Texas y Arizona juntos. El efecto es más dramático durante el verano, cuando los niveles de hielo caen hasta en 20 por ciento.
Para el año 2100, hasta la mitad del hielo de la región se habrá derretido, teniendo enormes consecuencias no sólo para los sistemas climáticos globales, sino también para los seres humanos y la vida silvestre en el Artico.
El Artico es el barómetro de la Tierra, por su sistema natural de alerta temprana climática. Pero no es el único lugar en donde la naturaleza está en movimiento, como resultado de las crecientes temperaturas.
De acuerdo con la industria de reaseguro, 2004 fue testigo del nivel más alto de pérdidas aseguradas, como resultado de desastres relacionados con el clima, los cuales fueron pronosticados por científicos expertos en la materia.
Las pérdidas aseguradas, particularmente significativas para el avance de los países en desarrollo, acumularon un total de unos 90 mil millones de dólares, aun antes de que el tsunami en el océano Indico fuera agregado a la suma.
Por lo tanto, disfrutemos de este día tan especial mientras el Protocolo de Kioto entra en vigor, pero celebremos con cierto conocimiento de que debemos hacer más para conseguir la estabilidad climática y, por lo tanto, el logro de los MDG.
Existen algunos, que interrumpen desde la parte trasera del auditorio, gritando que sin Estados Unidos, el Protocolo está más muerto que vivo.
Sin embargo, mientras el gobierno de Estados Unidos ha rechazado el tratado, muchos de los estados en ese país están adoptando o planeando reducciones en los gases de efecto invernadero, de acuerdo con el espíritu de Kioto.
Muchas industrias también están activas y dispuestas a unirse a los nuevos esquemas y mercados de intercambio de emisiones que están por abrir.
Con el precio del petróleo a más de 50 dólares por barril y la poca probabilidad de regresar a los atractivos bajos precios del pasado, las fuentes de energía alternativa y la eficiencia energética, rápidamente se hacen más atractivas, simplemente partiendo de la estabilidad en el abastecimiento energético y del punto de vista económico .
Los pesimistas, quienes confiaron en que el Protocolo de Kioto nunca entraría legalmente en vigor, han corroborado lo opuesto.
El viento se mueve en favor del cumplimiento de la Declaración del Milenio y sus ocho Objetivos.
Por lo tanto, debemos actuar rápido y seguros para ir más allá de Kioto. Debemos poner al planeta en el camino más allá de 60 por ciento en cortes a las emisiones de gas de efecto invernadero, necesarias para conservar el clima.
Esto se debe hacer para que no sólo reduzcamos el riesgo de incremento de desastres relacionados con el clima, sino también para asegurar la estabilidad del medio ambiente, del que claramente dependen los Objetivos de Desarrollo del Milenio para sostenerse o caer.
*Director ejecutivo del Programa
de Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA), con motivo de la entrada en vigor del Protocolo de Kioto