Usted está aquí: sábado 19 de febrero de 2005 Opinión Si el jurado es sensato, entre China y Palestina quedará el Oso de Oro

Leonardo García Tsao

Si el jurado es sensato, entre China y Palestina quedará el Oso de Oro

Berlin, 18 de febrero. Contra la costumbre de los festivales, la Berlinale no ha reservado su material de desecho para el último día de la competencia, cuando se supone que muchos acreditados ya se han marchado. Al contrario. La película china Kong que (Pavorreal), debut como director del cinefotógrafo Gu Changwei, ha resultado ser un elocuente melodrama sobre las vicisitudes de los tres hijos -dos varones y una mujer- de una familia de clase obrera durante los años 70.

No se trata de una versión china de Nosotros los pobres, desde luego, porque no es el destino el que decide sus infortunios sino la crueldad cotidiana de una sociedad en la que es imposible cumplir ambiciones personales, si uno no posee los recursos. La forma elegante con la que Gu mantiene una mirada crítica y muestra la frustración de sus personajes sin cargar la mano dramática, evidencia que aprendió mucho de haber colaborado con maestros como Zhang Yimou y Chen Kaige.

A saber qué decidirá el jurado. Pero Kong que debería aparecer entre las premiadas si se impone la sensatez; junto con El último Mitterrand, de Robert Guédiguian, una fuerte candidata al Oso de interpretación masculina por el trabajo de Michel Bouquet, mientras la alemana Sophie Scholl -die letzten Tage, de Marc Rothemund, podría granjearle el de actuación femenina a la joven Julia Jentze, ya llamada "revelación del festival".

Otros títulos bien aspectados son La nube errante, de Tsai Ming-Liang (ganadora del premio de la crítica internacional, por cierto), el drama palestino Paradise now, de Hany Abu-Assad y no debemos olvidar a Sin destino, la ópera prima de Lajos Koltai, porque la culpa heredada sobre el Holocausto sigue rindiendo frutos. Pero ya somos veteranos en eso de no atinarle a los pronósticos, así que el suspenso se mantendrá hasta mañana.

Entre Hitch y Hitchcock

Hablando de suspenso, el nombre de Hitchcock se citó dos veces en vano al anunciarse sendas películas del programa de hoy. Una es la danesa Anklaget (Acusado), de Jacob Thuesen, que no es un thriller sobre la transferencia de culpa, como se ha querido insinuar, sino un psicodrama demasiado largo sobre el posible abuso sexual de un padre hacia su hija adolescente. Menos mal que Thuesen ha ejercido la autocrítica afirmando que fue el primero sorprendido al enterarse que su película había sido elegida para la competencia. Anklaget fue, de hecho, la última concursante en proyectarse a la prensa. Mientras que la publicidad de la mexicana Conejo en la luna, de Jorge Ramírez-Suárez, también menciona a Hitchcock como referencia. Es cierto, la premisa de un hombre ordinario metido a circunstancias extraordinarias es típica del cineasta británico. Pero Hitchcock solía plantear intrigas verosímiles, con villanos eficaces, y resolverlas al final de modo cinematográfico y no con llamadas telefónicas.

La película Hitch también se exhibió hoy fuera de competencia en la Berlinale. Por desgracia, no se trata de un documental o una película biográfica sobre Hitchcock, sino una comedia romántica del montón que ya estará por estrenarse en México con el subtítulo Especialista en el amor, o algo así. Que la Berlinale se sienta obligada a programar ese tipo de productos para atraer a las estrellas hollywoodenses, manifiesta una desesperación por parte de los organizadores. La película no debe ser digna ni del Festival de Comedias de La Coruña.

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