Usted está aquí: domingo 20 de febrero de 2005 Opinión ANDANZAS

ANDANZAS

Colombia Moya

Tándem, perfiles en movimiento

EL SABADO 12 del presente se inició la temporada del Instituto Nacional de Bellas Artes, Perfiles en movimiento, que intenta, según el maestro Marco Antonio Silva, coordinador de danza de dicha institución, ''presentar las obras y los creadores reconocidos nacional e internacionalmente con el rigor y calidad que requiere el máximo foro del país, en sus diversos lenguajes y enfoques del arte de la danza''.

ESTE GRAN ESFUERZO sin duda ofrece nuevas oportunidades a los grupos de danza contemporánea, logrando su permanencia en cartelera durante 2005, ante la excelente presencia del ballet clásico en el Auditorio Nacional, con artistas extranjeros de calidad suprema, como la compañía de ballet del Teatro de La Scala de Milán, que se presentará con todos sus hierros en abril próximo.

Y SI ES bueno el optimismo, más vale calidad que cantidad, por lo que ya sería necesario y justo un esfuerzo económico de los funcionarios pertinentes y traer compañías europeas -o de donde sea necesario, pero de gran calidad- para respaldar el esfuerzo de tanta gente, así como de un público que merece la diversidad cultural tan floreciente actualmente en otros renglones de la danza en el mundo entero, y no quedarnos únicamente con lo mejor de sur les pointes. Hay que arriesgarse e iniciar esta difusión, como hace años comenzó el esfuerzo de grupos privados por hacernos ganar a todos.

ASI PUES, LA coreógrafa y fundadora del grupo Tandem, Leticia Alvarado, nativa de Monterrey y forjada en los hornos del ballet nacional, presentó Los sentidos del corazón, abriendo con excelente buen gusto la función con el cuarteto de cuerdas Arcano, el cual inició delante del telón Tiffany del palacio del arte, con un cuarteto de Mozart, el No. 3 en Sol Mayor, para posteriormente acompañar a los bailarines con La doncella y la muerte, una de las más delicadas y portentosas obras de Schubert para cuarteto de cuerdas.

LA OBRA DE Alvarado es seria y ambiciosa, llega a profundidades muy sensibles dada la musicalidad que caracteriza a esta compositora y coreógrafa de larga experiencia. La violencia apasionada de Schubert, con esa tierna nostalgia de los rincones del alma, perfectamente captada por las bailarinas, nos habla de una obra cuajada, bien concebida y traducida corporalmente, aunque con un vocabulario que repetitivamente nos conduce a la marca indeleble de Graham nacionalizado, mas nunca suficientemente desarrollado por el camino de la libertad y originalidad del lenguaje corporal, problema que desafortunadamente parecen sufrir muchísimos artistas fogueados en esta escuela.

SIN EMBARGO, LETICIA Alvarado, con oficio, disciplina, sensibilidad y harto talento para salir de cualquier bache, logró aciertos de gran calidad, como la conjunción de los músicos tocando en vivo, casi en penumbra, al fondo del escenario, un poco elevados; con los juegos de luz y sombras, por donde aparecen y desaparecen los bailarines, en un trabajo que se siente de gran equipo; con la iluminadora Martha Bayardo, los bailarines Adolfo Chávez, Virginia Gutiérrez, Erika Méndez, Beatriz Navarro y Gabriela Ruiz, que aunque de muy corta estatura, poseen notable presencia y dinamismo al realizar las evoluciones de la coreógrafa. Son agotadores aquellos braceos, abiertos como latigazos, que si bien al principio funcionan muy bien, en el tercer movimiento parecen hablar de lo mismo, es decir, sujeto-verbo-complemento, vocabulario, aunque ya estaba todo dicho.

EL CUARTETO ARCANO, también de sólida experiencia, es sin duda un gran grupo que de inmediato el público supo reconocer y gratificar; manejaron la fuerza y los delicadísimos matices del genio de Austria con exquisito gusto y sorprendente técnica. Eduardo Sánchez, Mariana Valencia, Miguel Alonso y Luz del Carmen Aguila, componentes de dicho cuarteto, con Leticia Alvarado y Tándem, hicieron finalmente un valioso trabajo y mejor equipo, lo cual nos emplaza a la promesa certera de próximas obras para un público receptivo (no palero) ansioso de ver ya realmente obras de nivel internacional, como sin duda todos ellos lo merecen y lo llevan dentro. Fue una buena noche y esperamos con buen ánimo una buena temporada en contrapeso (¡gulp!) al impacto indudable del ballet en los tiempos recientes.

 
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