ASTILLERO
Citlali, sólo Citlali
Una imposición largamente consentida
Un patrón reiterado de mentiras
Apenas iniciará trámite ante Registro Civil
VEINTIDOS DIAS DESPUES de que aquí fue develada su verdadera identidad, la candidata del PRD a gobernar el estado de México dio un primer (e insuficiente) boceto de las causas por las que habría cambiado de nombre. Según el planteamiento he-cho por la ex presidenta nacional de Canacintra, su madre (la señora Guillermina Camacho Amezcua, presente en la conferencia de prensa) le habría impuesto una nueva personalidad para protegerla del estigma social que acompaña a las menores de edad que son madres. El alegato, debidamente preparado y ensayado con propagandistas de un partido para el cual este escándalo es una mina electoral que no se debe perder, generó de inmediato la reacción calculada: entre los periodistas presentes, una especie de contención respetuosa ante los ribetes trágicos de las confesiones escuchadas, y, entre ciudadanos en general, la fácil adhesión generosa ante una desdicha que no admite reparos.
MAS ALLA DE LO INMEDIATO (que es hacia donde siempre trata de mirar esta columna), lo cierto es que la comparecencia pública de la primera dama del PRD (en buscar el gobierno mexiquense) sirvió en especial para dejar en claro que, hasta el momento de la mencionada conferencia, ella nada había hecho, desde 28 años atrás en que habría tenido mayoría de edad, para corregir una historia que le habría sido implantada.
DURANTE CASI TRES DECADAS mantuvo oculto su verdadero nombre y desplegó por todos lados el falso. Durante ese lapso presentó a su madre como una señora amable y cariñosa a la que habría llegado en crisis de juventud en busca de alojo efímero y que habría terminado en permanente, dando ella, la presunta Yeidckol, en agradecimiento, el trato de "mamá" a esa señora "Avila Camacho". Durante ese tiempo no hizo nada para modificar las actas de nacimiento de sus dos hijos a los que decía considerar sus "sobrinos" porque eran hijos de la amable señora "Avila Camacho".
Y ES QUE CITLALI IBAÑEZ CAMACHO ni siquiera ha hecho hasta hoy un trámite idóneo para acomodarse a su personalidad presuntamente impuesta, la de Yeidckol Polevnsky Gurwitz (apellidos Etcétera, en otras menciones). En realidad, Citlali sólo dice contar con un testimonio notarial que habría sido realizado cuando ella tenía "17 o 18 años", y con el que ahora, hasta ahora, pretende dar por bueno un cambio de nombre y de apellidos realizado sin el conocimiento ni la aprobación del padre y sin que, casi 30 años después, nadie hubiese realizado ningún trámite para formalizarlo. Es decir, durante tres décadas, Citlali ha usado con absoluto apego un nombre falso que de nada le serviría después de los 18 años para protegerse de supuestas persecuciones paternas en pos de patria potestad. Con ese nombre ilegal representó formalmente a los industriales mexicanos y firmó convenios y acuerdos que hoy podrían estar sujetos a litigio. Con ese nombre y esa historia innecesarios dio entrevistas periodísticas en las que alegremente inventaba rebuscados detalles de su presunto origen polaco y de su historia familiar.
LO BUENO, SEGUN LO QUE DIJO Citlali (sólo Citlali, legalmente Citlali, sin siquiera algún trámite ante oficina alguna del Registro Civil para cambiarse el nombre a Yeidckol Etcétera) es que ya estaba a punto de revelar la verdad cuando se le adelantaron entrometidos incómodos, como este tecleador, y comodísimos, como Manuel Avila Camacho, un socialité mexicano que extendió una muy oportuna constancia de que Citlali y su madre Guillermina sí (¡hurra!) pertenecían a la familia de Maximino, el hermano incomodísimo del ex presidente de la República. (La más reciente acta de veracidades familiares que expidió el citado Avila Camacho estuvo relacionada con el hijo, que él dijo haber visto personalmente, que Irma Serrano habría hecho nacer en el vientre de una sobrina a partir del esperma congelado del difunto empresario Alejo Peralta y de óvulos de la ex cantante que ahora tiene 71 años).
EL PATRON DE MENTIRAS reiteradas que ha rodeado el desarrollo público de la señora Ibáñez Camacho, el tufo de oportunismo y arribismo que despiden las identidades escogidas, y la prolongada preservación de esos in-gredientes falsos hasta que fueron descubiertos y exhibidos, trasciende la frontera de lo privado y se instala sin duda alguna en lo público. Más cuando esa historia de engaños pretende ahora ser vendida con un discurso de feminismo y convertida en una nueva cruzada contra desafueros.
ES NECESARIO DETENERSE un poco en este último punto: dado que Citlali Ibáñez Camacho sólo tiene una añeja y cuestionable acta notarial como sustento de su presunta decisión de hacerse llamar Yeidckol Etcétera (y habría qué ver si ese supuesto cambio fue hecho "a los doce años" de Citlali o entre "los diecisiete y los dieciocho"), ahora ¡hasta ahora! se iniciará un trámite ante instancias del Registro Civil para que así se legalice un nombre usado durante casi tres décadas y con el que se gestionaron documentos oficiales como, entre otros, la credencial de elector.
PERO LA RENTABILIDAD del escándalo seduce a los estrategas perredistas, y les hace suponer que el embrollo jurídico venidero mantendrá a la candidata en altos niveles de popularidad y, si acaso hay tardanza en expedir el documento del Registro Civil solicitado, o si la respuesta de las autoridades del Distrito Federal fuera negativa (¿po-dría serlo?), entonces habrá un caso más de exclusión a la mala, de elusión de las urnas como juez supremo; es decir, otra forma de desafuero.
ASTILLAS: LA TAL ASAMBLEA nacional del PRI transcurre conforme al guión íntegro de acuerdos Madrazo-Tucom dado a conocer el pasado lunes aquí. Desahogos oratorios, jaloneos escenográficos y uno que otro acelere, pero en esencia todo está más que arreglado: renuncia de todos los aspirantes en julio, elección abierta de candidato presidencial, co-micios internos tal vez el 20 de no-viembre, nada contra Elba Esther y elección pospuesta de miembros del Consejo Político Nacional, que será, en todo caso, el espacio donde ajusten cuentas los grupos actuales... Y, mientras esta columna se escribe con un reloj checador como musa, ¡feliz fin de semana!
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