Aumentan las solicitudes ante tribunales eclesiásticos
La homosexualidad, causal para anular un matrimonio religioso
La ''inmadurez'' y la homosexualidad de un integrante de la pareja se encuentran entre las principales causas por las cuales la Iglesia católica accede a declarar nulo un enlace matrimonial.
Esta realidad -las peticiones de anulación matrimonial- se hace cada vez más presente en los tribunales eclesiásticos, que son insuficientes y se ven rebasados para recibir, conocer y resolver el creciente número de casos.
Así, con un enorme rezago a cuestas, se estima que 80 por ciento de los casos termina con una resolución positiva. Es decir, se declara que "nunca existió" el vínculo ni el sacramento del matrimonio.
Para la Iglesia católica no hay divorcio, sólo "nulidad". Y con ello hay quienes piensan que aquel versículo de San Mateo -"Lo que Dios ha unido, no lo desuna el hombre"- no es del todo respetado.
Aunque la Iglesia católica mexicana no tiene cifras oficiales sobre el número de solicitudes de nulidad matrimonial que reciben las 87 diócesis y prelaturas existentes, se estima que en la arquidiócesis primada de México, la más grande y populosa del mundo católico, cada año se dan más de 250 declaraciones de anulación, pero que el número de peticiones podría rebasar fácilmente el millar en el mismo lapso.
En el caso de la diócesis de León, considerada como ''mediana'' y de las que tienen uno de los porcentajes más altos de población que profesa la fe católica, declara cada año 50 nulidades matrimoniales, mientras la cifra de solicitudes llega a 400, según informó José Guadalupe Martín Rábago, obispo de dicha diócesis y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
En ambos casos, el número de demandas crece de manera importante, y el tiempo promedio del juicio es de cuatro años, el cual puede prolongarse en caso de que una de las partes esté en "rebeldía" y el proceso se siga sin su consentimiento.
Para el presidente del Episcopado, las solicitudes de anulación matrimonial ''han crecido mucho'' en los últimos años, sobre todo porque antes no se conocían estos procedimientos y se atendía principalmente la cuestión física de la impotencia sexual. En la actualidad se conocen con mayor amplitud las causales que se pueden alegar, entre las cuales está la "inmadurez", relacionada más con una visión sicológica que física.
"Es verdad: hoy en día mucha gente acude (a los tribunales eclesiásticos) en busca de la nulidad de su matrimonio. Antes esa gente decía que era inútil hacer un trámite así. Qué pena que tanta gente acuda, porque eso quiere decir que las personas acceden al matrimonio cada vez con mayor inmadurez, lo cual es muy triste", señaló el obispo leonés, quien dijo que no se puede decir con precisión quiénes acuden con mayor frecuencia a este recurso: si los hombres o las mujeres, o las personas con recursos económicos o sin ellos.
Lo que es cierto es que cada vez un mayor número de católicos recurre a este proceso, por lo que los tribunales ahora resultan insuficientes.
Mencionó que en el Vaticano hay proyectos que han sido presentados por personas notables, como el cardenal Joseph Ratzinger -decano y presidente de la Pontificia Congregación para la Doctrina de la Fe-, para hacer más ágil los procedimientos de nulidad matrimonial.
Por ejemplo, hasta ahora es necesario que cada caso sea conocido y resuelto por tres jueces, situación que no resulta fácil. "Se habla de que podría simplificarse y que fuera un solo juez, pero sin duda esta posibilidad también implica algunos riesgos, como dar la impresión de que estamos abaratando el proceso, favoreciendo una actitud divorcística, que en la Iglesia no existe".
Martín Rábago recordó que antes de ser obispo auxiliar de Guadalajara, fue juez del tribunal eclesiástico de esa arquidiócesis. Entonces conoció de cerca estos procesos. Incluso, mencionó que como abogado defensor presentó varias causas de nulidad por inmadurez: "no es porque sea buen abogado, pero todas las gané; en todos los casos pude demostrar que había inmadurez por parte de las personas".
Señaló que junto a esta causal, otra de las más comunes por las que se solicita la anulación es por la "homosexualidad descubierta" de una de las partes. Y una vez declarada la inexistencia del vínculo, a la persona que "tiene ese problema" -su preferencia homosexual-, se le prohíbe contraer nuevas nupcias hasta que supere este conflicto.
Por su parte, el ex sacristán mayor de la Catedral metropolitana, el presbítero José de Jesús Aguilar, enumeró una larga lista de impedimentos que establece la Iglesia católica para no proceder al vínculo matrimonial, por lo que aquellas personas que llegasen a contraer nupcias sin que hayan desaparecido tales impedimentos es como si no se hubiesen casados: su matrimonio es nulo.
Entre estos casos están la impotencia sexual; ya haber contraído nupcias ante la Iglesia; casarse con una persona no bautizada, como por ejemplo musulmana, budista o judía; el orden sagrado (no puede casarse un sacerdote); el voto público perpetuo de castidad (religiosos y religiosas); el rapto (que la pareja sea llevada contra su voluntad), y la consanguinidad (la unión entre familiares), entre otros.