Editorial
El verdadero entierro de la Revolución Mexicana
La 19 asamblea nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) acaba de dar un golpe de muerte a la herencia de la Revolución Mexicana (que ya Carlos Salinas de Gortari había dejado moribunda) al aceptar la privatización de los recursos de la nación, con lo que prepara el camino para que México retorne al estado de antes de la Constitución de 1917, la cual fue pisoteada en el cónclave priísta y que para los asambleístas representó sólo motivo de hastío y de burla.
Hasta esta asamblea nacional el PRI había constituido un valladar junto con el Partido de la Revolución Democrática para que el Congreso de la Unión aprobara las reformas foxistas exigidas por el capital financiero internacional, que permitirían la privatización de hecho del petróleo y de la electricidad, los cuales, según la Constitución, deben estar en manos de la nación mexicana.
La actual asamblea nacional, por el contrario, promueve la candidatura de Roberto Madrazo para la Presidencia, presentándolo al gran capital como el hombre que, a diferencia del presidente Vicente Fox, sí puede llevar a cabo esas reformas. Madrazo aparece así desplazando a Fox y al Partido Acción Nacional (PAN) como quien entregaría Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad en bandeja de plata al capital internacional, y garantizaría la firmeza suficiente para acallar o reprimir la protesta nacionalista y constitucionalista al recurrir a un aparato partidario propio del Jurásico, pero convertido totalmente al neoliberalismo quizás mediante la expulsión o la emigración del bando opositor de los priístas nacionalistas, hoy representados por el senador Manuel Bartlett y su grupo.
Ante el capital internacional, el héroe sería el PRI, que lograría lo que ni el PAN ni Fox consiguieron, y ante el país quien aparecería como entreguista sería el actual gobierno, que tanto bregó por esa reforma anticonstitucional. En busca del retorno a Los Pinos de la mano del gran capital internacional, el PRI realiza un gran compromiso, con lo que se refuerza el frente formado con el PAN, así como con las trasnacionales; pero para lograr el objetivo de retomar el poder, el tricolor entierra la obra de los constituyentes de 1917 y la Constitución misma.
La declaración de la 19 asamblea nacional del PRI, favorable a la privatización de las empresas clave para el desarrollo del país, es una plataforma electoral, y además la base para el acuerdo con el PAN y para que Fox haga lo que hizo Ernesto Zedillo con él; es decir, prepare y aceite la continuidad de la política neoliberal, aunque el partido gobernante tenga otro color.
El país y lo que queda de su independencia se encuentran entonces frente a un gran desafío. Los mexicanos, entre ellos los millones de priístas que son víctimas del neoliberalismo, deben hacer pagar cara esta alianza entre la dirección del PRI, el PAN, el gobierno y los grandes capitales nacionales e internacionales. El ataque es muy grave. No resistirlo basándose en el argumento atrasado y falaz de que "todos son iguales", equivale a participar en el verdadero entierro de la Revolución Mexicana, la de Emiliano Zapata, Francisco Villa y también la de los constitucionalistas y Lázaro Cárdenas.