Usted está aquí: domingo 6 de marzo de 2005 Política La deuda: Argentina y México

Antonio Gershenson

La deuda: Argentina y México

El proceso argentino para reducir de manera drástica la deuda, luego de dos años de un crecimiento del orden de 8 por ciento, tiene una influencia innegable en el resto del mundo. El hecho de que 76 por ciento del monto de la deuda congelada haya sido canjeada a un promedio menor a la mitad de su valor nominal, tiene un gran efecto. Es más, bajo ciertos criterios, la reducción en el monto llegó a poco más de un tercio del valor original del endeudamiento.

Las condiciones en México son muy diferentes a las que se dieron en Argentina. Allá, los pagos de esta deuda estaban suspendidos desde hace cuatro años, mucho antes del inicio del actual gobierno. Aquí, ni siquiera está claro si en algún momento se van a suspender. En aquel país hubo un saqueo de divisas en gran escala. Aquí, hasta el momento, al menos, eso no ha sucedido.

Sin embargo, el monto acumulado del endeudamiento es gigantesco. No toda la deuda pública es reconocida oficialmente como tal. Pero lo es, y la Auditoría Superior de la Federación así lo ha señalado. El solo pago de la deuda en los términos actuales es un obstáculo enorme para poder reanudar, en términos reales y sostenidos, el crecimiento del país.

Es preciso aquí que no nos creamos el mito de que Petróleos Mexicanos (Pemex) está superendeudado y al borde de la quiebra, o que está en quiebra técnica. En realidad, es la Secretaría de Hacienda la que maneja toda la deuda pública externa y la deuda federal en general. Ha recurrido, para simular que una gran parte del endeudamiento no es de su responsabilidad, entre otros, a los siguientes recursos:

* Frenar los proyectos de inversión, por ejemplo, de Pemex, de modo que su presupuesto ejercido en inversión se reduzca, y lo obliga a endeudarse mediante los llamados Proyectos de infraestructura productiva con impacto diferido en el registro del gasto (Pidiregas). Por ejemplo, en 1988 fue reducida la inversión de 40.6 miles de millones de pesos en el presupuesto, a un ejercido de 31.5 miles de millones; pero el gasto en servicios personales fue elevado de 11.4 a 22.6 miles de millones de pesos. En 2002, el presupuesto de inversión se fijó en 50 por ciento del total, y el ejercido real fue de sólo 40 por ciento. En cambio, el gasto corriente subió de 50 a 60 por ciento del total.

* En numerosas ocasiones, tener que endeudarse en Pidiregas, para Pemex o para el sector eléctrico, ya viene desde el presupuesto.

* Hacienda presionó para una superconsolidación de proyectos, de modo que se llegara a un solo concurso para la reconfiguración de cada refinería, por ejemplo. Y la empresa ganadora debería conseguir el financiamiento. El pago de todo esto fue enorme, muy superior a los montos contratados, y contribuyó a aumentar más la deuda en Pidiregas. Por ejemplo, el costo de las obras en la refinería de Ciudad Madero pasó de 6.7 miles de millones de pesos en 1998, a 17.2 miles de millones en 2002.

Llámese como se llame, sea de Pidiregas o del Fobaproa-IPAB, o del rescate azucarero, se trata de deuda pública y es manejada por Hacienda. Como mencionamos en este espacio hace tiempo, un primer paso para restructurar la deuda es consolidarla, tratarla como una sola cantidad, porque esto mejora la capacidad negociadora del país y permite salidas a la actual situación.

Es poco probable, como dijimos, que en México lleguen a producirse hechos como los de Argentina. Pero el antecedente de una restructuración de deuda tan drástica facilita otras formas más moderadas de restructuración también. Qué tan mesurado o drástico pueda ser el proceso mexicano, no sólo depende de decisiones nacionales, sino también de la actitud de los acreedores y de los organismos financieros internacionales, los cuales ahora ya conocen el antecedente argentino y de alguna manera lo toman en cuenta.

Lo que pasa es que quienes ahora manejan las finanzas y la política económica están ya muy comprometidos con las viejas formas de tratar los problemas, y han causado en México un estancamiento real de más de 20 años. No es casual que lo que ahora se hizo en Argentina con el gobierno de Kirchner, cuando estaba Menem fuera imposible, tal vez hasta impensable para muchos.

De ahí que la mencionada restructuración sea parte del proyecto alternativo de nación, y no sólo una medida a tomar.

 
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