Los ensambles Sequentia y Dialogos ofrecerán hoy el programa Las guerras de los cantores
Buscan que la música medieval se interprete en cualquier concierto
Presentarán en la sala Netzahualcóyotl cantos gregorianos de los siglos IX y XI
Ampliar la imagen Benjamin Bagby y Katarina Livljanic plantean eliminar las fronteras entre g�ros musicales FOTO Mar�Luisa Severiano
Antes de que se dividiera la música en géneros sólo había música. Los compositores, al igual que los constructores de las catedrales, no pretendían la fama, pero sí buscaban trascender en el tiempo, contar historias.
De la recuperación de esas historias, de las piezas musicales y la tradición oral se han encargado los ensambles Sequentia y Dialogos, los dos principales exponentes de la música medieval que ofrecen el concierto Las guerras de los cantores. La conquista carolingia del canto llano medieval, que se realiza este domingo a las 18 horas en la sala Nezahualcóyotl.
El principal reto para la promoción de la música medieval en el siglo XXI es salir de la caja en que fue colocada y lograr que se toque en cualquier festival de música, sin fronteras entre géneros, coinciden Benjamin Bagby y Katarina Livljanic, directores de Sequentia y Dialogos, respectivamente, en entrevista con La Jornada.
Si bien la música medieval tuvo un empuje importante con la difusión de los cantos gregorianos, convertidos en éxito de ventas gracias, entre otros, a los monjes de Silos, lo cierto es que la música de esta etapa histórica va más allá del aspecto religioso y tiene muchas cosas qué ofrecer, explica Livljanic, cantante, musicóloga y profesora en la Sorbona.
Está de moda, reconoce, pero a nosotros no nos interesa ese aspecto. Somos especialistas en música de la Edad Media porque hemos dedicado nuestra vida a estudiarla. "No podemos verla como una moda porque, por definición, es algo que se escucha durante cierto tiempo y después desaparece. Nosotros tratamos de sobrevivir e ir más allá de esos fenómenos".
El que esté de moda significa que este tipo de música, además de bella, es poderosa, subraya Bagby, quien en 1977, junto a Barbara Thorton, fundó el ensamble Sequentia, entre cuyos trabajos se encuentran el rescate de las obras completas de Hildegard von Bingen y la grabación de las canciones europeas más antiguas conocidas hasta ahora en un CD que salió a la venta el año pasado con el título Lost songs of a Rhineland Harper.
Desde su fundación Sequentia, que recientemente cambió su sede de la ciudad alemana de Colonia a París, ha producido más de 60 programas de concierto y grabaciones que cubren la totalidad de la Edad Media además de obras para cine y televisión.
En Sequentia "buscamos reconstruir las tradiciones épicas. Conocer las historias que se contaban, los instrumentos musicales con las que acompañaban las canciones. Es un intento por reconstruir la música tradicional de la Europa medieval que, antes de que hubiera categorías como popular o clásica, era la que se escuchaba cotidianamente", aun cuando sus autores sean desconocidos en su mayoría.
No conocemos a gran parte de los compositores medievales, añade Bagby, porque "esta música es como las catedrales de ese periodo histórico: son grandes obras maestras pero no conocemos al arquitecto. No les importaba ser famosos, estaban interesados en hacer su trabajo para el espíritu, para la eternidad".
Y esa es precisamente una de las principales características de esta música: lo anónimo, pero al mismo tiempo hay que estar conscientes de que era una de las partes más importantes dentro de la sociedad de la época. "Había una conexión irrompible entre la música y la vida diaria. No se puede quitar así como así. Está muy ligada a la cotidianidad de las personas, y en la actualidad ya hemos perdido esa conexión, desafortunadamente".
Conocerla ayuda a comprender el desarrollo musical a lo largo de los siglos, entender cómo ha cambiado la música; y para hacerlo basta sentarse y escucharla, aunque el entendimiento es más profundo si se sabe cuál es el contexto histórico o cuál era su función -religiosa o política-; así, entre más información, hay un mayor sentido musical, subraya Bagby, aunque esto trae a colación la pregunta de por qué tantos jóvenes escuchan a los monjes de Silos.
La verdad "es que no están interesados en el contexto histórico. Para ellos es sólo música que tranquiliza" y eso hace más difícil acercar la música medieval no comercial a nuevos públicos.
Sin embargo, ni Bagby ni Livljanic están de acuerdo en la premisa de que para llegar al público todo debe ser fácil.
"Hacer algo para todos implica hacer muchas concesiones. Quienes nos dedicamos a la música medieval tenemos que estar conscientes de que no es para todos. Aun así creemos que es una propuesta interesante para el gran público y mantenemos altos niveles de seriedad y excelencia", puntualiza Livljanic.
En el concierto de este domingo, traído por el Instituto Goethe y la Universidad Nacional Autónoma de México, ambos ensambles ofrecerán un programa de cantos gregorianos de los siglos IX y XI. No se trata una lucha vocal entre Sequentia y Dialogos, sino de mostrar el enfrentamiento entre dos tradiciones de cantores que se dio con Carlomagno.
La guerra de los cantores habla de la confrontación ocurrida en el siglo IX entre los cantores carolingios y las tradiciones de canto que existían en cada región de Europa, cuando Carlomagno pretendió implantar la tradición romana en su imperio, a lo que se opusieron los cantores locales, porque ello implicaba la pérdida de su tradición e identidad.