Usted está aquí: domingo 6 de marzo de 2005 Espectáculos Kravitz demostró haber aprendido la tradición del viejo blues y soul

El músico ofreció dos horas de potente rock; al final, de rodillas agradeció al público

Kravitz demostró haber aprendido la tradición del viejo blues y soul

El guitarrista sostuvo duelos musicales con su banda y coristas, enloqueciendo al respetable

Como pocas veces, el sonido del Palacio de los Deportes se escuchó impresionante

JORGE CABALLERO

Ampliar la imagen Lenny Kravitz, cual predicador de la tradici�egra, agradece a su p�o con los brazos en alto FOTO Yazmin Ortega Cort�

Arropado por una excelente banda de músicos, un iridiscente diseño de luces y con un público rendido a sus pies, Lenny Kravitz ofreció el viernes dos horas de potentísimo rocanrol químicamente puro al comenzar su gira Celebrate, en el Palacio de los Deportes. Tremenda actuación que Raúl de la Rosa, promotor de conciertos y especialista en blues, sintetizó: "¡Este güey sí aprendió! Tiene las raíces y conserva la tradición del viejo blues y soul, pero aportándole su propio lenguaje".

Todo mundo esperó paciente la salida de Lenny Kravitz, después de que el grupo abridor Babasónicos concluyó su actuación, como presintiendo que la recompensa sería jugosa. Ante la prolongada espera, la marea de seguidores organizó algunas olas, las primeras fueron fallidas, poco a poco se fueron perfeccionando hasta que se formó una bien hecha.

Auténtico rock star

Las luces se apagaron cuando el segundero del reloj llegó a los 20 minutos de las 22 horas. Una imponente rechifla inundó el espacio y comenzaron las primeras notas de Minister of rock n' roll. Kravitz apareció y saludó al público envuelto en una capa negra, que de inmediato se quitó y comenzó a recorrer su guitarra. Vistió de riguroso negro con un cinturón de estoperoles. Las luces estallaron y aparecieron las iniciales LK, iluminadas, erigidas en lo alto del escenario.

El público se paró y comenzó a corear el nombre del músico, el escenario a veces era azul, violeta, verde y rojo; en el estribillo de Live y al compás de los tambores, las luces rafaguearon y enceguecieron a los asistentes. El sonido era impresionante como pocas veces se ha escuchado en el Palacio de los Deportes.

Kravitz se paseaba por el escenario cuando soltó Let love rule; también marcó las palmas y se quedó quieto como retando al público para que lo ovacionara.

Un desquiciante saxofón, guitarras deshechas, chillando, corriendo a mil por hora, bajo y batería golpeantes, un teclado armonioso y tres contundentes coristas acompañaron a Kravitz, quien, como pocos músicos, reconoció su trabajo con un abrazó al término de It aint over till it's over, tema donde los metales fueron los protagonistas y se llevaron las palmas.

Raúl de la Rosa mencionó: "Tiene el gospel con el teclado Hammond, el r&b en los metales (saxofón y trompetas), la religiosidad negra con sus coristas y el rock con las tres guitarras, bajo y batería. Estos elementos, más las luces robóticas manejadas por computadoras, hacen que Kravitz cambie de estado de ánimo de una pieza a otra, sorprende en cada una de las canciones; esa es la gran carencia de los rock stars actuales: con tres o cuatro canciones ya sabes por dónde irá el concierto".

Confirmando lo que Lenny Kravitz dijo hace unos días en conferencia de prensa: "El rock que se hace en la actualidad ha perdido el blues y el soul; se hacen muchas cosas con máquinas y computadoras, lo que está bien y agradezco, pero ha perdido su esencia primigenia que es el blues y el soul. Claro que no es mi caso".

Lenny el predicador

Sacando imponentes notas de su guitarra, en Is there any love, recorriéndola, dominándola hasta hacerla chillar, Kravitz dejó claro que no nació para dar conferencias de prensa o teorizar sobre Dios y el rocanrol, nació para tocar y cantar. Certeza que llegó con los primeros acordes de American woman, el frenesí aumentó a nivel demencial, toda la canción fue coreada en cada una de sus estrofas.

Lenny, con su guitarra, se acercó en diferentes momentos a sus músicos para sostener un duelo entre instrumentos, a veces con la trompeta, otras con la batería y algunas más con sus coristas; las luces deslumbraban a la concurrencia, pero cuando palidecían, los encendedores del público iluminaron el inmueble, para ser precisos en el tema Be, el único momento relax de la velada; bueno, y, para ser exactos, en Stand by my woman.

Los ánimos se volvieron a encender cuando llegó Fields of Joy, donde Kravitz, extasiado, se tiró al suelo tocando la guiarra. Always on the run, Dig in, Mr. cab drive, fueron parte del concierto; el público, enloquecido, agradeció cada una de ellas.

El final se acercaba pero todavía llegaron: Lady, Calling all angels y Fly away, una de las más populares.

Lenny se despidió y Raúl de la Rosa comentó nuevamente: "Su espectáculo está bien pensado en el estricto sentido de la palabra: músicos de primer nivel, las luces dan una infinita gama de tonalidades sin ninguna falla, no da la respuesta fácil cómo 'no los oígo'; es un buen show".

Las palmas hicieron salir a los músicos para entonar Are you gonna go my way, dejando en éxtasis al público. Pero Kravitz no salió ileso. Sucumbió ante los 18 mil espectadores, quienes le profesaron desde el primer minuto muestras de amor que frisaron en lo demencial; Kravitz, agradeció hincándose y abriendo los brazos. En este momento, De la Rosa comentó: "Eso es de la tradición negra: se muestra como un predicador e invoca frente a su público".

 
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