Parece que va a llover
En nuestra entrega anterior comentamos parte del documento Latinoamérica 2020: pensando en los escenarios de largo plazo, elaborado por el National Intelligence Council, agencia oficial encargada de proponer estrategias políticas al gobierno de Estados Unidos. En esa ocasión presentamos la visión catastrofista para la región, incluyendo a México, en la medida que se registre algún desapego de las políticas del motor natural del continente: la economía estadunidense.
El documento prevé que la participación latinoamericana en el producto mundial decaiga "como resultado de las bajas tasas de crecimiento... y del arrastre que ello implicaría en su productividad y capacidad instalada. Todo ello -continúa- en un contexto de desigualdad creciente entre países a nivel global, y particularmente en el interior de los países a nivel regional".
Y afirma también que si la pobreza no necesariamente ha aumentado durante el auge globalizador, tampoco se han aprovechado sus ventajas, de manera que crece la desigualdad social. Y nos advierte que ello traerá como consecuencia prácticas clientelistas, opciones electorales populistas, demagógicas y autoritarias que aumentarán en la medida que no se resuelva la desigualdad social. En suma: si no nos tornamos más competitivos, este panorama se agravará.
En ese contexto, el estudio concluye que parte esencial del problema es que América Latina "conforma una entidad cultural y civilizacional (sic) diferente" y que en los próximos 15 años se producirán contradicciones culturales como efecto del surgimiento de particularismos étnicos y regionales de corte indigenista, destacadamente en la región andina, Centroamérica y el sur de México. Y su conclusión es obvia: tales contradicciones culturales pueden conformar un "driver opuesto a las aspiraciones de desarrollo económico e institucional y a la vigencia del estado de derecho que sostiene una buena parte de los latinoamericanos".
Para salvar a la región de la depredación del medio ambiente que la caracteriza se afirma que la participación de Estados Unidos será clave para encarar las iniciativas multilaterales necesarias. (¡Seguramente por nosotros Estados Unidos firmará el Protocolo de Kyoto!)
El estudio anula la posibilidad de que podamos invertir recursos en grandes proyectos de ciencia, tecnología y desarrollo, y procede a describir nuestras opciones.
Habremos de optar entre seguir en el cauce de la desinstitucionalización persistente o la adaptación exitosa a la globalización. Dice que Chile, México, Costa Rica y Uruguay hemos avanzado y podremos continuar en la senda correcta. Habrá, empero, crisis recurrentes de gobernabilidad.
Otra opción que deberemos resolver, según el estudio, será entre el proyecto Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) o la heterogeneidad de proyectos. Y advierte que de fracasar el ALCA la limitación al liderazgo estadunidense "creará un vacío de iniciativas multinacionales... donde la coordinación política es necesaria", es decir, en las áreas de defensa, seguridad, medio ambiente, narcotráfico y migraciones. Si no es bajo esa tutela, nadie podrá sustituir a Estados Unidos.
Finalmente, el documento plantea situaciones extremas que radicalizarían las adversas condiciones antes esbozadas, como otro 11 de septiembre, un estado de guerra de Estados Unidos, el surgimiento de un nacionalismo antihispano en ese país, la intervención militar estadunidense en Cuba, cambios en el mapa internacional del narcotráfico, el remplazo del petróleo por fuentes renovables de energía, desastres naturales y el colapso de China y otras crisis en Asia.
Si no lo han hecho ya, seguramente será la versión del NIC la que vendrán a exponer a los aspirantes a la Presidencia de la República para que no se hagan ilusiones. Para que se sientan derrotados desde antes de subir al ring y sepan a lo que se atienen. Por ello resulta tan importante que absolutamente todos quienes buscan el poder en México nos convoquen a los mexicanos en torno a su propuesta, un proyecto nacional que sólo será posible si somos capaces de compactar la voluntad, la acción y la conciencia de los mexicanos, porque de otra forma, en efecto, las opciones que tenemos enfrente las diseñan otros para otros, no nosotros ni para nosotros.
¿Qué hacer? Pues volver a pensar en grande. Lo hemos hecho muchas veces a lo largo de la historia. Ciertamente no lo estamos haciendo hoy. El nivel de la política nacional es pedestre, remitido a lo que todos podemos observar cotidianamente: disputas, insidias, grillerío, envueltas en sucio celofán de mediocridades. No estamos calibrando la magnitud de los desafíos que nos aguardan como nación y el precio podrá ser muy elevado, porque no hay que olvidar que los países no son eternos. Alguna vez lo dijimos en este espacio: no vaya a ser que un día nos amanezcamos descubriendo que fuimos México. Como podemos ver, parece que va a llover.