Usted está aquí: martes 8 de marzo de 2005 Economía Argentina sale de la moratoria

Argentina sale de la moratoria

Economist Intelligence Unit /The Economist

Más de tres años después de haber suspendido pagos sobre 81 mil 800 mdd en bonos de deuda externa, Argentina se encuentra a punto de salir de la moratoria. La oferta del gobierno para un nuevo arreglo con los acreedores -nuevos valores a cambio de bonos vencidos- al parecer ha resultado exitosa, al contrario de lo que se esperaba. Pero los problemas del país no han acabado. Los inversionistas tienen poca confianza, y los principales mercados internacionales podrían permanecer cerrados para el gobierno argentino por un tiempo más.

Aunque todavía la información sobre los detalles finales del intercambio de deuda no está disponible, la participación de Argentina en el trueque (el valor nominal de la deuda como proporción del total) se estima entre 70-80%. Quienes aceptaron el convenio recuperarán, en términos netos actuales, poco más de 30% de su inversión original, una tasa de recuperación mucho más baja que las obtenidas en anteriores negociaciones de deuda soberana. Lo profundo de la crisis económica argentina y la caída de su tasa de cambio, la cual vio al peso perder dos tercios de su valor ante el dólar, son en buena medida los culpables.

Aun los críticos más severos de Argentina, agrupados en el Comité de Tenedores de Bonos Argentinos, reconocieron que nunca podría cumplir mucho más de la mitad de sus obligaciones originales. El caso sienta un precedente para otros deudores soberanos. Que Argentina haya obtenido una reducción tan grande se debe en buena medida a la dura posición negociadora del gobierno, así como a las dificultades que los tenedores de bonos, exasperados y alejados geográficamente entre sí, tuvieron para dar una respuesta coordinada.

Lo toman o lo dejan

Una vez que estuvo claro que el gobierno estaba decidido a no modificar su oferta de ''lo toman o lo dejan'' -dejando potencialmente sin nada a los tenedores-, el frente unido presentado por el comité de tenedores de bonos, los cuales proclaman representar a más de 40% de los dueños de la deuda, empezó a desintegrarse. Durante enero y febrero muchos pequeños inversionistas se retiraron y vendieron sus bonos a compañías grandes. (Los grandes inversionistas han intercambiado este débito por deuda denominada en pesos, emitida bajo la ley argentina, y confían en obtener ganancias especulativas con los nuevos valores.) El puro tamaño de sus deudas ha dado a Argentina algunas ventajas adicionales. El país debe más de 14 mil mdd al FMI (17% del total de préstamos del fondo), con lo cual es el tercero entre sus deudores después de Brasil y Turquía. Aunque ocasionalmente ha usado la amenaza de incumplimiento como elemento de negociación, ha permanecido al corriente de sus obligaciones con el organismo.

El FMI insiste en que los miembros del gobierno con problemas de pago busquen acuerdos de ''buena fe'' con otorgantes de crédito privados. Sin embargo, tanto el fondo como los ministros de finanzas del Grupo de los Siete países industrializados se han negado a apremiar a Argentina a mejorar su oferta, para disgusto de los tenedores de bonos. Tenedores que pensaban compensar sus pérdidas con demandas al gobierno, pudieran haber desistido debido a algunos incidentes de tipo legal. Legisladores argentinos presentaron una propuesta de ley en febrero que prohibía al gobierno reabrir o mejorar su oferta. Más aún, la legislación belga vigente que rige Euroclear, sistema de negociación para transacciones de valores domésticos e internacionales, fue reformada a finales de 2004 para derogar un recurso legal que tenedores de bonos en una moratoria soberana previa utilizaron con vistas a un arreglo extrajudicial en Perú.

El comité de tenedores de bonos ha insistido en llevar a Argentina al tribunal del Banco Mundial para controversias sobre inversiones, pero hasta ahora este recurso no se ha empleado en casos como éste.

Asumiendo que resulte exitoso, el trueque dejará a Argentina con una deuda externa equivalente a 80% de su PIB. Irónicamente, esto excede el 50% del PIB que el país debía la víspera de la moratoria en 2001, antes de que se abandonara el forcejeo por la tasa de cambio y el peso cayera. Pero el perfil maduro de la nueva deuda es mucho más benigno, y la economía parece más saludable que antes de la crisis. La carga debería ser manejable, siempre y cuando el gobierno logre tener un superávit de 3% del PIB en sus presupuestos futuros.

Ayuda del FMI

Dado el historial argentino, esto no se puede garantizar. El fuerte desempeño fiscal de 2004 se basó en un alto crecimiento del PIB (se estima que alcanzó 8.8%, igual que en 2003) , pero la economía inevitablemente se hará más lenta en 2005-06. Impuestos temporales sobre transacciones financieras y exportaciones sumaron 16% del ingreso fiscal de 2004. El gobierno tendrá que comprometerse a eliminarlos como parte de cualquier acuerdo con el FMI. De hecho, necesita un acuerdo con el fondo si pretende cumplir sus obligaciones en 2005-06, las cuales incluyen las primeras amortizaciones de deuda doméstica pactada después de la crisis. En vista de que suspendió el acuerdo con el FMI en julio de 2004, el gobierno buscará un nuevo acuerdo de ayuda, por el cual el fondo refinancie la mayor parte de los pagos de Argentina.

Si bien el fondo se abstuvo de fijar un umbral de participación en el intercambio de deuda, se consideró necesaria una tasa de aceptación de 70% para ganar su aprobación.

La resolución de la moratoria en bonos de deuda elimina el asunto más grande en la agenda de políticas económicas de Argentina, pero quedan muchos otros asuntos que tratar con el FMI. Tampoco es el fin de la renegociación de deudas: el gobierno federal tendrá que llegar a un arreglo con el Club de París de países acreedores, mientras la provincia de Buenos Aires tiene aún que restructurar y empezar a pagar 2 mil 700 mdd en bonos de deuda externa.

La disputa sobre las tarifas de servicios públicos continuará, pues las empresas extranjeras demandan un aumento hasta de 60% para compensar la conversión forzosa y el congelamiento de tarifas a principios de 2002; hasta ahora, el gobierno ha ofrecido un incremento de 16%.

FUENTE: EIU/INFO-E

Traducción de textos: Jorge Anaya

 
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