Los grupos Sequentia y Dialogos dieron una cátedra impecable de estilos y enfoques
Espléndida exploración del canto llano medieval en la Sala Nezahualcóyotl
Ampliar la imagen A la izquierda, Benjamin Bagby, con una de las m�les formaciones con las que suele presentarse Sequentia por el mundo.(derecha) Katarina Livljanic, directora del ensamble Dialogos y art�ce, con Benjamin Bagby, del esplendor del concierto del domingo en la Sala Nezahualc�l
El domingo pasado se llevó a cabo en la Sala Nezahualcóyotl un concierto vocal marcado por una gran austeridad y sobriedad, con una idea musicológica fascinante como hilo conductor, y con ejecuciones de un altísimo nivel. Por mucho, se trata del mejor concierto realizado en esta ciudad en lo que va del año y quizá más.
Los protagonistas de esta soberbia exploración del canto llano medieval fueron los grupos Sequentia y Dialogos (sin acento, respetando el origen griego del nombre del conjunto), encabezados respectivamente por Benjamin Bagby y Katarina Livljanic, músicos de alto nivel con reputaciones impecables ganadas a pulso a lo largo de una sólida trayectoria en la difusión del repertorio del canto llano y otras expresiones de la música de la Edad Media.
El programa, titulado Duelos de cantores a partir del más contundente original Chant wars, tuvo como tema la diversidad de aproximaciones estilísticas a la interpretación del canto llano y los intentos (no del todo generosos ni del todo musicales) de Carlomagno para unificar esa diversidad de tradiciones en un ideal ajustado a la práctica romana.
A partir de esta propuesta, el ensamble formado por los nueve cantantes de ambos grupos dio una cátedra impecable sobre los distintos estilos y enfoques en la práctica del canto medieval, apoyada en notas de programa muy completas e informativas proporcionadas por los propios intérpretes.
En el contexto de una música que es de cualidades inherentemente monocromáticas, los integrantes de Sequentia y Dialogos lograron inyectar una notable variedad de expresión, gracias a los sutiles cambios realizados en algunos de los parámetros de ejecución. Entre las muchas virtudes de estas interpretaciones de canto llano cabría destacar, por ejemplo, la notable disciplina en la uniformidad de enunciación, ritmo y fraseo, así como la inteligente combinación de los colores individuales de las voces en las distintas secciones del programa.
Paleta colorística
Si bien una parte sustancial del concierto consistió en piezas del canto llano más puro y estricto, en algunas de las obras cantadas esa noche fue posible percibir atisbos de un primitivo organum, cuya incipiente armonía enriqueció de manera notoria la paleta colorística del ensamble. Si el trabajo de conjunto resultó intachable, las intervenciones de voces solistas (ya fuera en cantos a solo o al interior de construcciones de tipo responsorial) fueron asimismo notables, y permitieron constatar la calidad individual de los integrantes de Sequentia y Dialogos.
A la vez, la presencia de una única voz femenina (la de Katarina Livljanic) resultó ser, contra lo esperado, un elemento más de unidad y coherencia en el perfil vocal del conjunto. Otro elemento destacado fue la admirable ejecución de los pasajes melismáticos del canto llano, realizados con una fluidez y una integración orgánica notables al interior de cada pieza.
No está de más señalar, por otra parte, que en algunos de esos pasajes melismáticos fue posible detectar sutiles giros que apuntan hacia la parte oriental de la cuenca del Mediterráneo. La disciplinada técnica de los cantantes fue también evidente en la solidez de sus notas pedal, de una estabilidad tal que por momentos parecían soportes instrumentales. Y cuando los textos de las piezas tenían una vertiente narrativa o dramática, la ejecución fue adaptada para reflejar esos contenidos específicos.
Si fuera necesario elegir momentos destacados de este excelente concierto, me quedaría con dos piezas de la quinta y última sección del programa: un Laudate Dominum seccional cantado de tal manera que el reiterado Aleluya estuvo marcado por una creciente expresividad, y el lamento por la muerte de Carlomagno, A solis ortu usque ad occidua, pieza de una rara intensidad acompañada expertamente al arpa medieval por Benjamin Bagby, quien además se encargó de la voz solista en esta deploración construida como un responsorio. Al final, fuera de programa, Sequentia y Dialogos interpretaron un Kyrie glagolítico de la tradición popular de la región de Istria, en Croacia, con una fantástica componente armónica que bien pudiera haber sido concebida por un compositor contemporáneo.
Hoy día, en el contexto de los horrores musicales que se perpetran en las celebraciones litúrgicas, hay que agradecer la existencia y la excelencia de grupos como Sequentia y Dialogos, quienes con el rescate y difusión de estas magníficas tradiciones vocales enriquecen por igual nuestro oído y entendimiento.