El circo
El abecedario de las guerras es inagotable e in crescendo. Hay que expandirlo: falta la B de Bush y Berlusconi, quienes, aunque similares, no son idénticos. Afinar algunos conceptos como el hecho de que el número de soldados estadunidenses muertos después de la guerra de Irak sea mucho mayor que durante el conflicto. Aceptar que la lógica de las mayorías no es la lógica de todos: los habitantes de Estados Unidos religieron a Bush, a pesar de que la inmensa mayoría en el mundo pensaba que era ilógico e inaceptable un nuevo triunfo del mandatario estadunidense. Ese abecedario requiere que se incorpore la palabra circo, donde lo absurdo, la mentira y la incredulidad encuentran representación.
El asesinato de Nicola Calipari, el agente italiano encargado de la liberación de la periodista Giuliana Sgrena por los tiros de soldados estadunidenses; las 300 o 400 balas disparadas por las tropas de Bush contra el automóvil que viajaba a baja velocidad hacia el aeropuerto de Bagdad y sin que los soldados estadunidenses intentasen identificar a los ocupantes; la sospecha del compañero sentimental de la periodista, quien sugiere que Estados Unidos actuó deliberadamente, serían motivos suficientes para reír de no ser porque la muerte es más real que el circo.
En el circo iraquí la fiscalía italiana y don Silvio Berlusconi comparten créditos. La primera abre un sumario por "homicidio" tras la acción de la tropas de Estados Unidos. Don Silvio convoca al embajador estadunidense en Roma para pedir explicaciones y el mismo don Silvio, no satisfecho, solicita que el diplomático se presente con urgencia. Horas después, montado en su trapecio, presiona al gobierno de Bush para conseguir una explicación satisfactoria o, al menos, coherente.
Mientras tanto, Scolari, el compañero de Sgrena, asevera que "los soldados impidieron que nadie se acercará al vehículo y dejaron durante un buen rato a cuatro personas sin atención médica", y el director del diario Il Manifesto asegura: "¿Un error de comunicación? Para mí fue un auténtico asesinato, porque aquellos imbéciles enloquecidos siguieron disparando sobre gente indefensa". A su vez, Washington sostiene que el coche no paró en un control militar -falta agregar que eso bastó para que sus soldados tuvieran el tiempo suficiente para matar al agente italiano y herir a la periodista.
Berlusconi, anticipándose a la ira de sus gobernados, pretende resarcir un poco el daño, brindando a Calipari un funeral de Estado con la asistencia de las máximas autoridades. A su vez, el presidente Ciampi anunció la concesión de la Medalla de Oro al Valor Militar a título póstumo. Todo un dechado de habilidades inútiles. De seguir en esa tónica el desasosiego de la cúpula italiana, no dudo que Berlusconi llorará -escribo antes del entierro- durante el sepelio de su agente.
Al dueto Berlusconi-Bush le falta explicar qué significa y cuáles son los alcances del "fuego amigo". El compañero sentimental de la periodista conoce las respuestas: "puede haber sido un error o puede haber sido una emboscada... No sé cuál es la hipótesis más inquietante, si la del error o la del ataque deliberado". Si fue un error es imperdonable. Si se pretendía emboscar a Sgrena para que narrase las condiciones de su encierro y eso produjo la muerte de Calipari, qué horror: ¿cuánto vale una vida amiga para los Bush y los Berlusconi?
Salvo porque en el circo es muy infrecuente que haya muertos, lo sucedido durante el asesinato de Calipari y, sobre todo, los desplantes pírricos del gobierno italiano, pidiendo se aclare el asunto y clamando justicia, semejan el peor de los Coliseos italianos y el peor de los rodeos texanos. Berlusconi domador y comparsa de Bush se convierte en triste pagliaccio al exigir a su colega explicaciones. Explicaciones ¿de qué?, ¿por qué?, ¿para qué? ¿Acaso don Silvio ignora que el "fuego enemigo" es siempre predecible a diferencia del "fuego amigo"? ¿Carecerá de alter ego?
En el circo, las risas, las marometas, los saltimbanquis y hasta los leones y los osos son augurables. En la guerra de Irak, el "enojo desmedido" de Berlusconi contra los soldados gringos que dispararon -¡sólo fueron 300 balazos!- por equivocación, los movimientos de sus enanos que hablan de homicidio y los desplantes de sus trapecistas que intentan revivir a Calipari con medallas de mierda, demuestran cuán mediocre es el circo de Bush y Berlusconi. Con ese tipo de domadores habrá que sospechar que algunos de los occidentales presos y luego decapitados siguieron ese destino por la inhabilidad circense de ambos.