La ultraderecha
La ultraderechización del régimen foxista y su empeño en seguir violentando el orden constitucional del país para imponer a su candidato en 2006 está abriendo un escenario de grave riesgo para México, y sin embargo muchos pretenden no darse cuenta de lo que acontece.
1. El control casi absoluto que la ultraderecha ha alcanzado del aparato del PAN tras la elección de Manuel Espino Barrientos como presidente del partido (6 de marzo) y la designación que éste hizo de los nuevos dirigentes del CEN panista (6-8 de marzo), ha causado un estupor en los analistas y en las directivas de los partidos, así como dentro del propio PAN, mismo que no es justificable, ya que se trató de un acontecimiento anunciado, el que confirma el viraje hacia posiciones cada vez más intransigentes y totalitarias que ha tenido Vicente Fox ante la sucesión presidencial, valido sobre todo del control cada vez mayor que esas fuerzas oscuras ejercen sobre enclaves estratégicos del propio aparato del Estado y, en particular, sobre importantes medios de comunicación.
2. Los grupos de extrema derecha incrustados en Los Pinos y en la dirigencia nacional panista y que están, como Fox, obsesionados en conservar por seis años más su poder, carecen de un proyecto nacional, tienen un fanatismo ideológico desorbitado y no ven al aparato del Estado mexicano sino como un botín para poder venderle a la derecha tradicional, es decir, al gran capital, la idea de que ellos son la salvación para el país frente a un peligro que ellos mismos están inventando. Ese ha sido hasta ahora el papel de El Yunque, la organización clandestina ultraderechista a la que pertenecen Ramón Muñoz, el consejero presidencial que desde la casona presidencial cumple funciones ejecutivas, y el del nuevo presidente panista, que busca ahora negar su filiación.
3. El nivel de deterioro al que Fox y sus amigos han llevado a la vida política de México en el pasado año no tiene precedente en los tiempos recientes, como lo están señalando muchos analistas y, como es evidente, esta situación crítica es reflejo no únicamente de la descomposición moral e intelectual que está teniendo ante su fracaso como gobernante el propio Fox -quien no tenía el nivel mínimo de honestidad ni de inteligencia para ocupar la Presidencia-, sino también de las acciones de abuso de poder que esa ultraderecha ha orquestado desde Los Pinos a fin de crear las condiciones para que él pueda imponer a su sucesor en 2006, las que han puesto en entredicho al Congreso y al Poder Judicial, a las instancias electorales y a los medios de comunicación, y han evidenciado a Fox como un sujeto carente de principios que desprecia de manera contumaz el marco legal del país.
4. Fox, que en su megalomanía autoritaria se imagina como un prócer, reúne en su persona los peores defectos que tuvieron los peores presidentes priístas. Ha sido uno de los gobernantes más antidemocráticos, ineptos y corruptos que ha tenido México en los tiempos recientes, sin tomar en cuenta sus políticas antinacionales y antipopulares. Llegó a la Presidencia con el apoyo del capital trasnacional -que financió ilegalmente su campaña-, ha utilizado el presupuesto estatal como un botín propio y de sus amigos, ha entregado concesiones y permisos como pago a quienes lo financiaron, ha usado los recursos públicos para fines privados, ha cometido raterías pequeñas (las toallas) y descomunales (como la bahía de El Tamarindillo), ha pisoteado el marco jurídico del país en materia de recursos estratégicos, ha intentado sabotear al gobierno de la capital y ahora está destruyendo la credibilidad de los poderes del Estado y el frágil e insuficiente entramado electoral al querer imponer a Santiago Creel como su sucesor.
5. La investidura presidencial no se había degradado tanto como en los meses recientes con Fox, quien entre sus rasgos personales tiene dos muy evidentes: a) el de utilizar sin ningún prurito un lenguaje majadero, lo que es muy propio de gobernantes fascistoides como él, y b) el de mentirle de manera sistemática a los mexicanos, buscando engañarlos de manera deliberada en los hechos y en las cifras (lo que le ha hecho caer con inusitada frecuencia en el ridículo) y atribuyéndole además, de manera esquizofrénica, sus propios defectos a quien ha visto como su opositor de manera enfermiza (el autoritarismo, el generar inestabilidad, el hacer una política de confrontación o el despreciar la ley), lo que es característico de los gobernantes de extrema derecha, como lo muestran múltiples estudios siquiátricos.
6. El "estilo personal de gobernar" de Fox no sorprende si se le mira desde la perspectiva de lo que es: un individuo de la extrema derecha encaramado en el poder por una serie de componendas, a las que muchos quisieron en su momento llamar una "transición democrática", y que no es más que del más absoluto continuismo, sobre todo porque Fox se creyó y se presentó como un "democratizador" y ha terminado como un subordinado de Carlos Salinas, cuidándole sus intereses.
7. Las políticas de esta nueva derecha mexicana, que en su afán de inhabilitar al jefe de Gobierno de la capital como candidato está destruyendo el entramado institucional del país y que es hoy casi el único apoyo de Fox, no responden, por otra parte, ni a los intereses de los empresarios mexicanos (aunque algunos de ellos las hayan respaldado de manera irresponsable), ni a los del capital internacional (que lo que busca es estabilidad), ni a los de la Iglesia católica (a pesar de que algunas de las congregaciones más extremistas, como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo, las promuevan) y mucho menos a las del PRI (no obstante que Salinas las auspicie) y ni siquiera a los de un sector significativo de la sociedad, de ahí la grave situación en la que se halla el individuo que ocupa la titularidad del Ejecutivo.
8. Fox se halla hoy día, más que nunca, a merced de esos grupos ultraderechistas, en el frágil marco de sus arreglos ilegales con Salinas y Ernesto Zedillo, creyendo que está engañando al pueblo a través de la propaganda millonaria que derrocha todos los días, y esperanzado en que el PRI le haga el trabajo sucio, pero sin darse cuenta de que los mexicanos son mucho más listos de lo que él cree y de que ante la historia ya lo han condenado.
9. El PAN, por su parte, se halla ante la crisis mayor de su historia, la que muchos panistas han advertido sin hacer nada. No es ya el partido creado por Manuel Gómez Morín en 1939, sino una franquicia al servicio de la ultraderecha, pero como los nuevos panistas no tienen principios sino intereses se van a plegar sin duda a la nueva situación. Germán Martínez decía en enero que el PAN se hallaba ante "una peligrosa derechización" y Tatiana Clouthier amagaba estos días con renunciar, pero la casi totalidad va a seguir obedeciendo a la nueva línea dura del partido, y buscando con afán destruir el actual orden constitucional del país. Luis Felipe Bravo Mena ya se lo decía a Proceso en enero de 1988, hace 17 años: "somos la nueva derecha y no tenemos de que avergonzarnos".
10. Y la ultraderecha, como se sabe, tiene como rasgo fundamental ése: el de no ocultar su profundo desprecio por el orden jurídico y por las instituciones democráticas. Como lo enseña la historia.