Carrière: imagen o imaginación
Uno de los ejercicios de equilibrio más peligrosos es, sin duda, la adaptación de un texto literario al cine. No son escasos los guionistas, los mejores, que caen de la cuerda floja en el vacío. Pero, la tentadora alquimia que consiste en transformar las palabras en imágenes hechiza a sus víctimas: hacer oro aunque el oro salga más caro que extraído de una mina.
En 1975, inicios de primavera, me instalo en un hotel de Barcelona en las Ramblas. Leo El otoño del patriarca al mismo tiempo que, como toda España, lo vivo: Franco agoniza. Hoy puedo reír, lloré entonces: los tipos -tenía apenas 25 años- se me echaban encima tratando de tocarme un seno, un muslo. Hambrientos. Desesperados. Llevan años bajo la férula de Bernarda Alba. En mi hotel, el ruido no cesa. Suben y bajan las escaleras.
Encuentro con Gabriel García Márquez, José Agustín y Paul Leduc. García Márquez suelta la carcajada ante mi candidez cuando me informa que me instalé en un ''hotel de putas". Después, soy yo la que ríe cuando me cuentan que están escribiendo el guión de Bajo el volcán. No son los primeros, ni serán los últimos, que lo intentan. Imito la voz nasal de Salvador Elizondo: ''Es ab-so-lu-ta-mente imposible transladar a imágenes el proceso de la creación literaria, porque eso es Bajo el volcán, la escritura del fenómeno que es la escritura, y no una borrachera o una cruda. Van a filmar, ¿qué?, los pasos titubeantes, una historia de amor imaginada e imaginaria, el sudor, el vómito y, luego, ¿las pesadillas, el delirium tremens?" En efecto, John Houston compraría los derechos para filmar una borrachera. El resultado fue, al menos, el primer restorán tex-mex en París, con su decorado de cantina mexicana, donde los productores de la película dieron un cocktail.
¿Para qué agregar la grosera pregunta que: cómo van a filmar un bloque de hielo durante varios minutos frente al niño extasiado que será coronel 30 años después?
No cabe duda que lo imaginario ganará, no siempre, sobre la imagen. Los niños, Pablo por ejemplo, se sienten decepcionados cuando ven las películas de Harry Potter, ''no es como imaginábamos". Tienen razón. Su fantasía es más sabia y más rica que la limitada imagen del mejor cineasta. Magia de la escritura: todo es imaginable.
Desde luego, hay excepciones, como Lo que el viento se llevó. Nadie puede imaginar mejor a Scarlett que la encarnación de ella por Vivian Leigh. Pero la imagen que se nos impuso, así sea tan bella, es limitada.
Por eso me tienen prohibido ver las adaptaciones de las novelas de Dumas: los pobres tres mosqueteros, Milady, Rochefort, Richelieu... Para no hablar de Montecristo y las calamidades que inventan los pobres cineastas. No dejo escuchar ni ver la película, mis protestas ensordecen las palabras de los actores. Pero, ¿cómo soportar la cara bonita de un comediante de Hollywood hablando en el nombre de Aramis o de Athos? Cuando pienso que hay más de una centena de adaptaciones de Los tres mosqueteros... Una suerte, de alguna manera, porque ningún rostro logra sustituir a los imaginados a cada lectura. Como la palidez de Edmundo Dantés, después de los años de encierro en If, ¿qué maquillaje va a dar la impresión de un aparecido?
Y hay quienes creen que las novelas de Balzac, en apariencia tan ''realistas", son adaptables. Error sublime. Sin embargo, debo confesar, Jean Claude Carrière consiguió descubrir algo con su guión de Papá Goriot (Le Père Goriot). La historia es la de un padre expoliado por sus dos hijas. Sobre el tema, hay dos obras maestras: la de Balzac y King Lear de Shakespeare. La adaptación presenta, pues, graves peligros.
Carrière, quien hizo sus aprendizajes con Buñuel, logró esquivarlos limitándose a la relación del padre con sus dos hijas, las señoras Nuncingen y Restaud. La actuación de Aznavour, como el papá Goriot, es notable. Lástima que Carrière haya olvidado la escena en la que Goriot confunde las cabezas de Rastignac y Bianchon con las de sus hijas que, desde luego, no vienen a asistirlo en su agonía. Era filmable. Goriot morirá de todos modos con la ilusión que lo hizo vivir, lo fue matando lentamente y termina por asesinarlo convencido del amor de Fifine y su hermana. Carrière consigue hacer pasar la emoción. ¡Bravo!