Editorial
Concepciones opuestas sobre la lucha antiterrorista
La conmemoración del atentado terrorista contra la estación madrileña de Atocha, el 11 de marzo de 2004, enfrentó una vez más a los gobiernos español, de naciones árabes y de otros países europeos con los gobernantes de Washington, Londres y Roma. El jefe de Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, por ejemplo, volvió a confirmar la actitud de su administración que retiró las tropas que ocupaban Irak y que habían sido enviadas por el anterior gobierno derechista y reiteró que es imposible "aspirar a la paz y a la seguridad en un mar de injusticias universales".
Zapatero agregó que "la pobreza, la exclusión social, la falta de educación y los estados fallidos son factores que abonan terreno fértil para el sostén del terrorismo", en clara alusión a los acontecimientos en Irak y a la ocupación israelí de los territorios palestinos. Como arma para combatir el terrorismo, añadió, es necesario extender y reforzar la democracia, fortalecer la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el multilateralismo y la legalidad internacional, y recordó la lección de los españoles, que tres días después del trauma terrible del 11-M "llenaron las urnas, nos enseñaron el camino para la derrota del terrorismo: la democracia, la fuerza de los valores". En efecto, el pueblo español, harto de ser engañado, supo entonces derrotar la campaña de prensa oficial y al gobierno de la mentira y la insensibilidad. Rodríguez Zapatero calificó además al terrorismo de pura infamia y barbarie, pero al mismo tiempo reiteró su llamado, ya formulado durante su visita a Estados Unidos, a construir una alianza de civilizaciones (en ruptura con la idea estadunidense, expresada por Samuel Huntington, del choque de civilizaciones).
Para simbolizar la alianza con el Islam que rechaza el terrorismo, España otorgó un papel destacado en la conmemoración del aniversario luctuoso al rey de Marruecos, a pesar de que la mayoría de los sospechosos por el atentado son marroquíes. Por su parte, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, subrayó que la lucha contra el terrorismo no debe vulnerar los derechos humanos (además, delegados árabes y una estadunidense de Human Rights Watch, así como Amnistía Internacional, recordaron el terrorismo de Estado israelí en Palestina o el de Estados Unidos en Irak, y mencionaron las atrocidades cometidas en la prisión de Abu Ghraib).
Annan sostuvo también que "muchas de las medidas que adoptan actualmente los estados para luchar contra el terrorismo vulneran los derechos humanos y las libertades" (también haciendo referencia indirecta a la Ley Patriótica y otras normas estadunidenses restrictivas de los derechos civiles, y a las torturas en las prisiones o detenciones sin proceso judicial). La aplicación del terror de Estado contra el terrorismo, añadió Annan, justifica a este último al adoptar sus métodos y le da una victoria moral.
Por su parte, George W. Bush se limitó a enviar un mensaje que fue difundido por la embajada estadunidense en Madrid, en el cual ni siquiera menciona al gobierno español. En cuanto a José María Aznar, ex presidente del Consejo de Ministros y líder del Partido Popular, quien mintió a sabiendas responsabilizando a ETA del atentado madrileño y enterró así a su gobierno, pasó el aniversario en Monterrey. Las dos posiciones enfrentadas suprimir o reducir las causas sociales y políticas del terrorismo ampliando la democracia y eliminando el racismo, o concentrar, en cambio, todos los esfuerzos en las medidas policiales y militares, inclusive a costa de los derechos humanos vuelven a manifestar que Estados Unidos puede tener un gran peso militar y económico, pero carece de hegemonía política y moral; además, está aislado frente a un mundo deseoso de cambios (que no puede imponer) y de preservar las conquistas de la civilización, pero ve impotente cómo Washington las pone en peligro y abre la caja de Pandora de la escalada terrorista.