La soberanía nacional, el progreso de México y el 18 de marzo
La demanda de la energía primaria mundial, que se proyecta en el escenario de referencia: el World Energy Outlook 2004, de la International Energy Agency (IEA), aumentará a razón de 60 por ciento casi entre 2002-2030, con un incremento anual promedio de 1.7 por ciento y la demanda alcanzará 16.5 mil millones de toneladas de petróleo equivalente, comparado con los 10.3 mil millones, actuales, y la tasa de crecimiento proyectada es sin embargo, más lenta que las pasadas tres décadas, cuando la demanda creció 2 por ciento por año. Este es un hecho que volvemos a traerlo a la atención del lector después de planteada la problemática tan compleja de la Strategic Petroleum Reserve (SPR), de Estados Unidos, puesto que los 700 millones de barriles que se incluyen a capacidad llena vienen a complicar la dinámica de los mercados internacionales en casos de conflictos geopolíticos, de los cuales, por dar algún ejemplo, podemos citar el interno de Venezuela, que eventualmente puede llegar a presentar algunas aristas de difícil manejo de cara a la política exterior de Estados Unidos; también el de Irán, que ha presentado ciertos problemas debidos a su plan de desarrollo de energía nuclear, el cual ha sido considerado riesgoso para la política exterior estadunidense, y por último, también está el caso de Arabia Saudita, que es un país clave, fuera de toda duda, para el balance total del abastecimiento mundial de petróleo, en el cual está considerado, por supuesto, el manejo del llenado y el drenaje de los 700 millones de barriles de la SPR de Estados Unidos.
El Reino Saudita ha tenido problemas internos recientemente y ha sido objeto también de la atención de ciertos grupos terroristas que no ignoran desde luego la importancia que tiene este país en el equilibrio del mercado internacional del petróleo. Creándose así un nuevo fenómeno que se constituye, de hecho, en un importante factor que influye de manera definitiva en la configuración de los precios del mercado internacional.
Ahora bien, como se puede observar en una sola ojeada, ninguno de los problemas de carácter geopolítico que se mencionan más arriba en los casos de Venezuela, Irán y Arabia Saudita, son realmente de naturaleza petrolera ni en lo técnico ni lo administrativo, ni tampoco en lo que se refiere a la política de las grandes empresas que manejan el combustible fósil en estos países, es decir la PDV, Aramco y la NIOC, y sin embargo, afectan profundamente la marcha de estas empresas, lo cual, a su vez, influye grandemente en el balance de los energéticos en su visión global.
Por otra parte, la importancia que guarda la relación de los productores no-OPEP -que no son miembros de esta organización, como es el caso de México- y de los 11 miembros de pleno derecho de la OPEP, considerando a Irak, que es un productor que está en una situación muy especial hasta ahora, y que no se ve, desde luego, que haya posibilidades serias de que se tranquilice internamente y se estabilice, por lo tanto, a plazo corto la producción de este país, que tiene en su subsuelo 100 mil millones de barriles de reservas probadas, pero que es poco lo que aporta al abastecimiento mundial, que rebasa ya actualmente los 80 millones de barriles diarios, puesto que su producción se destina a satisfacer necesidades internas de este país, íntegramente.
Una manifestación más de la diversidad de pensamiento que se da en la democracia es la que se produce en torno al concepto de soberanía nacional, tan caro para nosotros los mexicanos. Habemos mexicanos -todos de buena fe y animados por el más acendrado patriotismo- unos, que piensan que la mejor manera de resguardar la soberanía nacional, reside en la paralización total de la actividad del desarrollo y del crecimiento de la industria petrolera nacional, y de la institución que se encarga de la explotación de nuestro subsuelo en materia de energéticos fósiles, al amparo de la legislación que heredamos a partir del acto expropiatorio de ese gran mexicano que fue Lázaro Cárdenas, quien rescató esa riqueza de manos de las empresas extranjeras que la explotaban para su exclusivo beneficio, mediante la modificación del párrafo sexto del artículo 27 constitucional.
Habemos otros mexicanos que en igualdad de condiciones de quienes piensan de ese modo, con los mismos derechos y las mismas obligaciones para con nuestra patria y para con nuestros hijos y nuestros nietos, pensamos de otra manera. Nosotros creemos, que para resguardar y fortalecer la soberanía nacional, se necesita darle a Pemex una dinámica que sea compatible con la que se está imprimiendo a la explotación de los hidrocarburos, en todo el mundo y, muy especialmente, así será en las dos primeras décadas de este siglo.
Necesitamos la aportación de capitales de riesgo que, junto con nosotros, y sin perder el control de los proyectos y de las obras que se realicen, se constituyan en fuentes de riqueza y de trabajo para los mexicanos. Que se haga posible entrar en las aguas profundas del Golfo de México, como lo han hecho los estadunidenses en la parte norte que les corresponde, de donde están extrayendo, el día de hoy, 2 millones de barriles diarios de petróleo. Requerimos la tecnología, el equipo y el capital indispensable, sin perder para nada el dominio de nuestro subsuelo, que es parte fundamental de nuestra soberanía.
Tenemos que entrar también en la tecnología del gas natural licuado, en su producción y en la regasificación, sin perder de vista que todavía estamos quemando gas en los mecheros del sureste, del que sale asociado con el petróleo, y que se requieren más plantas criogénicas para aprovecharlo, así como la terminación completa de la explotación de los yacimientos de gas seco de Burgos, para garantizar el desarrollo industrial de nuestro país. Actualmente estamos importando una buena cantidad del que consumimos, de nuestro vecino del norte, sin que ellos mismos tengan garantizado tampoco su propio abastecimiento, sin aumentar su dependencia de Medio Oriente.
Habemos también mexicanos que nos manifestamos por el fortalecimiento dinámico de nuestra soberanía popular, y por su resguardo, al amparo de la legislación constitucional, que heredamos de la Revolución Mexicana, y concretamente, de ese gran mexicano que fue el general Lázaro Cárdenas. ¿Cómo hacerlo? Esto es un complejo problema legislativo y jurídico constitucional, acerca del cual ya hay en la Cámara de Diputados algunas iniciativas presentadas por diputados y senadores, que merecen ser reconsideradas y volver a ser revisadas con el propósito de actualizarlas, habida cuenta de que algunas fueron elaboradas en legislaturas anteriores, pero que contienen puntos de vista que aportar a esta problemática, que vale la pena tomar en cuenta para encontrar un nuevo camino que sea realizable en el marco de referencia de la realidad actual -económica, política y social-, tanto dentro de nuestro propio país, como en el marco más amplio de dimensión universal, que no se puede prescindir de tomar en cuenta por la naturaleza misma del petróleo y del gas, como energéticos fósiles, cuya existencia se mide en cantidades finitas que tienen una estrecha relación con el crecimiento de la economía de un mundo, cuya población crece todos los días y todas las horas, en todos los países del planeta, industrializados o no, ricos o pobres, sobrepoblados o despoblados -que cada vez son menos- y todos requieren cantidades crecientes, más proporcionalmente al de su desarrollo económico que al de su población.
Es también conveniente tomar en consideración las soluciones que se han encontrado en otros países del mundo. Uno de ellos es Rusia, donde su presidente Vladimir Putin, ha logrado recientemente conciliar la necesidad de atraer el flujo de capitales de las grandes petroleras internacionales, como la Exxon, la Conoco-Mobil y la British Petroleum, en proyectos como el de la asociación con empresas creadas expresamente, en las que las mayores petroleras aportan capitales de riesgo en proporción minoritaria y el Kremlin conserva la mayoría, y por lo tanto, el control de la empresa y del subsuelo, así como del petróleo y del gas. Lo han hecho en Kamchatka, en el proyecto de Sakhalin 5, y también con la petrolera Lukoil, lo están negociando actualmente para el oleoducto de Baku-Tbilisi-Ceyhan, a través del Cáucaso, y en otros casos más, que será conveniente seguir de cerca, para observar los resultados, y sobre todo, la disposición de las grandes petroleras, llamadas "super-mayores", a participar con capital de riesgo en proyectos para la explotación de los energéticos fósiles pues constituyen sin duda una alternativa muy interesante para nosotros los mexicanos, que como muchos de los países con riquezas de energéticos fósiles en su subsuelo, requerimos de capitales y de tecnología, pero también de mantener el control de su explotación y de conservar nuestra soberanía nacional bajo el dominio exclusivo del pueblo mexicano.
18 de marzo de 2005.