El riesgo neoscurantista
La declaración aprobada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre la clonación humana puede examinarse desde una dimensión global, en la que puede verse como el final de una etapa dentro del debate ético más importante surgido en lo que va del siglo. También, pueden analizarse algunos de sus efectos en naciones específicas. México, por ejemplo, cuya delegación en el organismo mundial votó en favor de una ambigüedad conservadora, se sitúa ahora frente a un dilema, en el que uno de los caminos conduce inequívocamente a una nueva versión del oscurantismo.
El saldo en la ONU después de cuatro años de deliberaciones consiste en el rechazo prácticamente unánime a la clonación reproductiva, es decir, a la creación de seres humanos por medio de esta tecnología y, por otro lado, implica una división de la comunidad internacional sobre la pertinencia de la clonación con fines terapéuticos. Ante la imposibilidad de llegar a acuerdos respecto de una regulación de esta modalidad, la clonación terapéutica se ha convertido en una realidad en el mundo, ya que hay países -incluidos algunos de mayoría católica- en los que se encuentran en marcha proyectos de investigación en este campo. La primera conclusión en esta etapa del debate es el fracaso de los intentos por impedir el desarrollo de esta modalidad de la clonación humana a escala global.
Esto revela que en el mundo actual no existen interpretaciones uniformes respecto de los significados de los conceptos centrales en este debate, como los de vida humana y persona humana. La comunidad internacional está integrada por naciones en las que existe una enorme pluralidad religiosa, cultural, ideológica y científica, por lo que es difícil imponer, como se intentó hacer en el organismo mundial, una sola visión, una sola forma de pensamiento. El mundo quedó dividido. La ONU consigue sólo una declaración cuya adopción no es obligatoria para los estados miembros, por lo que queda a cada país la responsabilidad de definir su propia legislación y, por su carácter no vinculante, no representa un obstáculo para las naciones que actualmente, y en el futuro, decidan realizar proyectos en este campo del conocimiento.
La característica principal de la declaración aprobada es la ambigüedad. El texto aprobado declara en una de sus partes que los estados miembros: "a) ...habrán de adoptar todas las medidas necesarias para proteger adecuadamente la vida humana en la aplicación de las ciencias biológicas; b) ...habrán de prohibir todas las formas de clonación humana en la medida en que sean incompatibles con la dignidad humana y la protección de la vida humana; c) ...habrán de adoptar además las medidas necesarias a fin de prohibir la aplicación de las técnicas de ingeniería genética que pueda ser contrario a la dignidad humana. (ONU. A/59/516/Add.1, 2005).
Bélgica introdujo tres propuestas
Con el fin de lograr un consenso, Bélgica introdujo tres propuestas de modificación al proyecto citado, presentado por Honduras (que fue patrocinado por los Estados Unidos y El Vaticano), sólo una fue aceptada y estaba dirigida a hacer claro el rechazo a la clonación reproductiva. Las otras dos mociones fueron rechazadas y consistían en la sustitución del concepto de vida humana por el de persona humana en los incisos a) y b), puesto que de no ser así la declaración podría interpretarse como la prohibición a todas las formas de clonación, incluida la orientada a fines terapéuticos.
Pero ¿qué utilidad tiene una declaración deliberadamente ambigua para quienes la impulsaron? La respuesta es simple: busca forzar, en los países sobre los que se tiene mayor influencia, una legislación prohibitiva a todas las formas de clonación, aquí sí sin ambigüedades. Esto es lo que se intenta que ocurra en México. En nuestro país, el ejecutivo considera que ya cumplió, quedó bien con El Vaticano y con Estados Unidos, pues después de muchas oscilaciones terminó integrándonos a un bloque mundial, junto con Honduras, Costa Rica, Guatemala y Saint Kitts y Nevis, es decir, nos mostró cómo desea o entiende nuestra realidad. Ahora le transfiere la responsabilidad al Congreso, con la oferta de que, dentro de la ambigüedad, todavía pueden surgir cosas inesperadas, pues todo depende de leer bien la declaración de la ONU.
El debate mundial sobre la clonación muestra que el mundo está dividido en dos bloques, uno de los cuales está formado por naciones con bajos niveles educativos y científico-técnicos, comandados por un poder militar (Estados Unidos) y un poder religioso (el Vaticano). Las políticas que se siguen actualmente en México desde el Ejecutivo, en las áreas de la educación y la ciencia y la tecnología, parecen diseñadas para ser compatibles con esta visión del mundo, lo mismo que el sometimiento a esos poderes. Ese bloque bien podría ser considerado como una nueva versión del oscurantismo, caracterizado por su vehemente oposición al avance del conocimiento y por el establecimiento de límites al cuestionamiento de dogmas. Podría entonces hablarse de un neoscurantismo.
Ahora queda todo en manos del Congreso, en el que ya existen antecedentes sobre este debate. Hacia finales de 2003, se votó la creación del Instituto Nacional de Medicina Genómica. El Partido Acción Nacional actuando tramposamente, quiso introducir a la iniciativa una prohibición hacia la clonación terapéutica y la investigación en embriones humanos, que en un primer momento fue aprobada por mayoría en la Cámara de Diputados. La iniciativa, sin embargo, fue rechazada por los senadores y devuelta a sus colegisladores, donde fue nuevamente votada y aprobada, eliminando los párrafos prohibitivos. Todo ocurrió en medio de un intenso debate que involucró genuinamente a diferentes sectores de la sociedad.
Uno de los aspectos que determinó ese resultado es que los mexicanos hemos decidido una identidad como Estado laico. La pregunta es si este principio va a ser un elemento negociable para algunos partidos. De eso depende si nos podemos situar en un terreno favorable para el avance del conocimiento, o si el país formará parte inevitablemente del neoscurantismo.