Demanda al pueblo combatir la corrupción, que carcome la economía de la isla
Fidel Castro pide a cubanos confiar en que las penurias acabarán pronto
La Habana, 18 de marzo. Con unas ollas de cocina como bandera, Fidel Castro ha pedido a los cubanos que tengan confianza en que está próximo el final de los años de penuria, que llegaron al país tras el derrumbe de la Unión Soviética.
Aunque reconoce que la corrupción y el mercado negro carcomen la economía nacional, Castro está removiendo los problemas que han angustiado a la población en los últimos 15 años, los de la subsistencia diaria, para anunciar que puede estar llegando la hora de pagar la deuda social acumulada.
En dos discursos recientes, uno por el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo y otro este jueves, Castro ha tocado fibras de la gente que se hicieron sensibles tras la crisis de los años 90: los apagones y la escasez de comida.
Habitual usuario de símbolos, el mandatario escogió esta vez como estandarte las ollas para cocer arroz, utensilio de gran significado en la vida cotidiana de la isla.
La arrocera es, en primer lugar, la herramienta más importante de la cocina en un país en el que la idea del buen comer empieza por un plato inundado del grano.
Pero esa olla, que funciona con electricidad y en 20 minutos deja lista la base de una comida familiar, había desaparecido de las tiendas.
En la segunda mitad de los años 90 el gobierno las sacó de circulación y prohibió su importación, para abatir el consumo eléctrico.
Por eso el anuncio de Castro de la semana pasada de que las autoridades pondrían a la venta millones de arroceras en las bodegas (tiendas de venta de la canasta básica racionada) puso a los cubanos frente a una gran duda.
"Tanto lío con la corriente y ahora van a dar ollas y cocinas (parrillas) eléctricas", expresó un cubano al responder a un sondeo de opinión levantado por el gobierno y del que Castro tomó citas el jueves. "Esto no hay quien lo entienda".
"Le doy la razón", comentó el mandatario, "hay que empezar con los apagones".
Y es que las arroceras, más otros millones de ollas de presión y parrillas eléctricas que también serán vendidas masivamente, son la propuesta oficial para eliminar el uso de queroseno o diesel, dos combustibles a los que los cubanos se vieron obligados a recurrir para cocinar cuando faltó el petróleo soviético y en las casas escaseó el gas y la electricidad.
Así que los apagones terminarán pronto, según la promesa de Castro: "Corriente no faltará. Yo recomendaría que las preocupaciones se pueden ir ya olvidando en el primer trimestre del próximo año. Ya para esa fecha se podrá dormir tranquilito y los apagones disminuirán considerablemente".
El cálculo es que, si hay electricidad suficiente, la gente usará sus ollas arroceras y de presión o sus parrillas y se reducirá la importación de queroseno y el robo furtivo de ese combustible y de diesel.
Por el arroz no parece haber problema. La libreta de abastecimiento garantiza seis libras por persona al mes (algo menos de tres kilos) por 1.50 pesos el paquete (unos seis centavos de dólar), algo que en la mesa de un cubano puede durar unos 10 o 12 días.
Fuera de la libreta, en las bodegas todavía se puede comprar el grano por cuatro pesos cubanos la libra (unos 16 centavos de dólar).
Pero hay escépticos de que todo salga al centavo. Castro leyó opiniones recabadas en los sondeos oficiales como ésta: "Creo en Fidel, pero se desvían recursos que no llegan". O ésta: "Fidel habló de la corrupción que hay en este país; vamos a ver si se resuelve".
Castro replicó que el robo hormiga de mercancías que desaparecen de las tiendas estatales y aparecen en las calles debe ser combatido por la gente: "Si hay trapicheo o no, dependerá de la población".
El líder cubano ha reseñado en estos discursos los costos del robo de combustible, para concluir en sumas anualizadas de cientos de millones de dólares, entre otros ejemplos del hurto silencioso de bienes estatales que drena la economía.
Sin entrar en el debate, Castro llegó así al umbral de uno de los temas críticos, en el corazón de las carencias de los cubanos: los salarios en pesos que no alcanzan al mercado interno en moneda fuerte y son una presión constante para el trapicheo, el mercado negro y cuanta forma posible haya para mejorar la subsistencia.
En la sesión del jueves el mandatario reseñó ejemplos de pensiones de 62 pesos (poco más de cuatro dólares) mensuales y salarios de 150 pesos (6.25 dólares). La apuesta del Estado es compensar la diferencia con bienes y servicios gratuitos o subsidiados. Por lo pronto, Castro pide confianza.