EL DINERO Y LA SALUD: AL BORDE DEL
INFARTO |
21 de marzo de 2005 |
En
la última década, el patrón de enfermedades en
México cambió de modo
radical. Los trastornos asociados al sedentarismo y el deterioro en los
hábitos de alimentación han elevado la factura de los
servicios
médicos, mientras que el financiamiento del gasto es más
limitado.>
Ricardo Blanco Velázquez Hace unas semanas, la revista británica The Economist ironizaba diciendo que México disfruta ahora de dos importantes características de los países ricos. "Desafortunadamente apuntaba ellas son obesidad y diabetes." El dato puede no resultar nuevo para los especialistas que han ido identificando y siguiendo las dificultades que el país enfrentará en los próximos años para financiar el gasto en salud para una creciente población aquejada por los males de la vida urbana y el sedentarismo. Esfuerzos del gobierno federal, el Poder Legislativo y grupos privados dedicados a la investigación en salud buscan generar mecanismos que permitan prevenir esas condiciones y revertir una tendencia que ya causa alarma. Sobre todo cuando se sabe de las carencias presupuestales del Estado, agobiado por deudas y la anémica recaudación tributaria. Según datos oficiales, 55 por ciento de la población mexicana carece de mecanismos para asegurar el pago de atención médica. Las estadísticas hacen visible la magnitud de la situación. Un reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) establece que México es ahora el segundo país con más obesos, dentro de ese grupo de 30 naciones. Una encuesta sobre salud, citada por The Economist, revela que 35 por ciento de las mujeres tienen sobrepeso y otro 24 por ciento puede considerarse obesa. El Instituto Nacional de Salud Pública asegura que la combinación hombres-mujeres indica que 55 por ciento de los mexicanos son obesos. Sólo Estados Unidos, con 60 por ciento de su población en esta condición, está por arriba. Lo sorprendente del dato es que a finales de los años 80, sólo 38 por ciento de las mexicanas tenía sobrepeso o eran obesas. El cambio en el patrón de enfermedades que afectan a la mayoría de mexicanos implica al mismo tiempo una modificación sustancial en las políticas y acciones para financiar la atención médica. La Federación Mexicana de Diabetes señala que en 1968 esa enfermedad era la causa número 35 de muertes en el país. Ahora ocupa el primer sitio. La diabetes, que afecta a más de 10 millones de mexicanos poco menos de 10 por ciento de la población causa una erogación de 300 millones de dólares al año para ser atendida médicamente, según el informe de la Comisión Mexicana de Macroeconomía y Salud, presentado en noviembre pasado. Esta comisión, avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), está presidida por Nora Lustig, rectora de la Universidad de las Américas, y tiene entre sus integrantes a expertos en temas de economía, finanzas y salud. El reporte documenta que la evolución del gasto en salud en México, medido como proporción del producto interno bruto (PIB), se ha mantenido constante durante los últimos 12 años, en niveles inferiores a 6 por ciento, con excepción de 2002 y 2003, cuando subió ligeramente a 6.1 por ciento. La carencia sobresale porque las enfermedades que hoy predominan tienen un costo de atención mucho mayor a las de los años 60 a 80. Se trata dice el informe de un nivel menor al promedio latinoamericano, de 6.3 por ciento del PIB, y relativamente bajo en comparación con países de ingresos semejantes, como Chile (7.0), Costa Rica (7.2), Brasil (7.9) y Uruguay (10.9). Respecto de los socios de México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la diferencia es enorme: en Estados Unidos es de 14.6 por ciento del PIB y en Canadá de 9.9 por ciento. Los recursos para la inversión en el sector salud provienen de tres fuentes: a) fondos públicos, los cuales comprenden los presupuestos gubernamentales tanto federal como estatales; b) las contribuciones a la seguridad social, y c) el gasto privado que sufragan de manera directa los hogares, ya sea mediante prepago o el gasto de bolsillo, es decir, el desembolso tras una consulta médica, tratamiento, internamiento o cirugía. En México, según la información disponible más reciente, la participación de los recursos públicos representa 44.3 por ciento del gasto total en salud. El prepago privado y el gasto de bolsillo explican el restante 2.7 y 53 por ciento, respectivamente. El informe de la comisión encabezada por Lustig añade que las cifras anteriores significan que: "en el caso de México más de 90 por ciento del gasto privado en salud es gasto de bolsillo, el cual se caracteriza por estar atomizado y casi sin regulación. Sólo un pequeño porcentaje del gasto privado en salud (3.3 por ciento) se canaliza por seguros médicos privados. Dado que el presupuesto de la seguridad social representa 29.4 por ciento del gasto total en salud, el país está desaprovechando la posibilidad de mancomunar riesgos y, con ello, contribuir a una mayor equidad en el financiamiento y a una inversión en salud más eficiente desde el punto de vista de la asignación de recursos".
El siguiente plato Con el fin de alentar en escuelas del país una alimentación sana, la Cámara de Diputados estudia la posibilidad de reglamentar la impresión de una leyenda de advertencia en las envolturas y envases de la llamada comida chatarra. Concretamente se pretende "reducar" a niños, adolescentes y jóvenes estudiantes informándoles que la ingesta excesiva de esos alimentos saturados de grasas acarrea enfermedades serias, como sobrepeso, obesidad, diabetes y desórdenes cardiovasculares. El doctor Agustín Lara, director del programa de salud para el adulto y el anciano de la Secretaría de Salud (Ssa), considera que de no revertir la tendencia hacia el aumento acelerado de las enfermedades señaladas, en 2010 se ocupará 90 por ciento del presupuesto del sector salud en la atención de los pacientes crónicos. Tan sólo en la aplicación de acciones de prevención contra estos males el año pasado se asignaron 116 millones de pesos y en el actual otros 120 millones. Desde luego son insuficientes para propiciar un cambio efectivo en la actitud de la población ante lo que come, es decir, "de lo saludable de una buena alimentación y de realizar media hora diaria de ejercicio", agregó. Dijo que 10 por ciento de los trabajadores en el país son diabéticos y 30 por ciento son hipertensos, pero lo preocupante es que estos porcentajes tienden a aumentar por el grave sedentarismo en la vida cotidiana de la sociedad actual. Lara indicó que dos de cada tres jóvenes de alrededor de 20 años sufren obesidad y problemas de sobrepeso, unos 30 millones de personas, de las cuales 95 por ciento piensan que "no tienen ningún problema de salud. Y esa falta de reconocimiento es en sí misma un problema grave", del cual se está muy al tanto en la Ssa. La diputada priísta Cristina Díaz Salazar, secretaria de la Comisión de Salud, anunció un anteproyecto para que desde los libros de texto, se haga conciencia entre los niños de la necesidad de llevar una alimentación sana. Para ello la legisladora trabaja con sus colegas de la Comisión de Educación para analizar la posibilidad de modificar la Ley General de Educación. Destaca en su propuesta el establecimiento en las escuelas de media hora diaria obligatoria dedicada a la gimnasia para el bienestar físico y mental de los estudiantes. "Es decir, enseñar a los niños la importancia de hacer ejercicio todos los días como parte de su vida cotidiana. Es vital combatir el sedentarismo, actitud nociva que está proliferando entre la niñez mexicana, 20 por ciento de la cual padece obesidad." Por los informes sanitarios se sabe que existen casi 10 millones de diabéticos y 16 millones de hipertensos, de los cuales 60 por ciento son obesos y con problemas de sobrepeso. Esta enorme población de pacientes reales o potenciales significa una gran carga a los presupuestos de salud pública, tanto los que están en curso como los futuros. Una buena alimentación diaria cuesta más de dos salarios mínimos, por lo que la clase trabajadora parece estar sujeta a ser clienta del mercado informal de comidas, el cual produce alimentos grasosos, con exceso de carbohidratos y que ya abarca 48 por ciento de la provisión de comidas en la ciudad de México, según la Cámara Nacional de Comercio (Canaco). Ante esta situación y de acuerdo con estudios especializados, cada mexicano consume anualmente casi 300 litros de refrescos, así como tres kilos de botanas cacahuates, palomitas, semillas, dulces, además de abundantes antojitos. Este consumo desmedido confirma a México como campeón en este campo. Fuentes sanitarias pronostican que en unos años el país podría desbancar a Estados Unidos del primer lugar en personas obesas y con sobrepeso. Parece increíble que la comodidad de la vida moderna tenga su lado oscuro; tener todo a la mano genera flojera o inmovilidad de las personas, se ejercitan menos y tienden a hacer el mínimo esfuerzo, incluso por comer con un mejor balance alimenticio. Ahora cada quien se alimenta como puede, a distintas horas y con productos instantáneos, precocidos con alto valor calórico y escaso valor nutritivo. Desde luego acompañados por refrescos y frituras. Al paso de los años la comida chatarra ha sustituido a los alimentos tradicionales. Entre otros, la leche, los jugos naturales, el pan y frutas de temporada. Por ello la OMS puso la alerta al señalar que desde hace más de una década se están formando generaciones de millones de personas enfermas o susceptibles de estarlo por deficientes hábitos alimentarios. Casi siempre un niño malnutrido tiende a desarrollar la obesidad en la edad adulta y ser víctima de diabetes e hipertensión. Con respecto a la diabetes en el mundo, la OMS denunció que los gastos de hospitalización consumen entre 30 y 65 por ciento del total de los costos directos generados por tal enfermedad, los cuales a principios de esta década se estimaron en poco más de 65 mil millones de dólares, mientras los indirectos ausentismo y retiro anticipado sumaron 51 mil millones de dólares. La Federación Mundial de Diabetes calculó que entre 5 y 10 por ciento del presupuesto sanitario mundial está dedicado a la atención de esos enfermos. Vaticinó que de no tomarse las medidas preventivas adecuadas en América Latina en los próximos 20 años esta enfermedad podría afectar a 40 millones de personas y consumirá 40 por ciento de los presupuestos de varias naciones de la región. México no es excepción. El tratamiento de un paciente de diabetes es muy caro. Calcule usted que, por ejemplo, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) gasta más de 3 mil pesos diarios en la diálisis de un diabético. En un reporte de la Ssa, se indica que cuando hay sobrepeso, obesidad y diabetes entre la población infantil y adulta, se presenta otra enfermedad de las llamadas "silenciosas" como la hipertensión arterial, presente en 25 por ciento de la población entre 20 y 69 años. Paradójicamente en los últimos años, y enmarcado por el mal hábito de malcomer, la industria mexicana de botanas compuesta por 115 empresas junto con la de alimentos procesados y bebidas es una de las divisiones económicas más importantes dentro de la industria manufacturera del país. El mercado de botanas en México tiene un valor de mil 750 millones de dólares. José Angel Garza Blanco, presidente de la rama industrial de fabricantes de botanas de Canacintra, dijo que "cada año generamos 16 mil empleos en el país, que representan 4.2 por ciento de las plazas del sector de alimentos, bebidas y tabaco. Generamos mil 200 millones de dólares en ganancias por ventas". Explicó que las botanas se clasifican en: frituras de maíz (charritos, totopos, infladas y otras); otros productos de maíz (palomitas y demás), y productos fritos y tostados (cacahuates, chicharrón de harina de trigo, papas fritas y habas, garbanzo, frutas, semillas, etcétera). Para elaborar estos productos se utilizan los siguientes ingredientes: 40 por ciento de maíz, 30 por ciento de papa y el resto de chicharrón, haba, garbanzo, productos extraídos de queso y harinas refinadas. Señaló que el consumo de botanas siempre estará regido por el gusto y educación del consumidor. Como ocurre para elegir cualquier bien de consumo, debe prevalecer el criterio personal, concluyó § |