Editorial
Waco: todo para Bush, nada para Fox
México es el patito feo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En la reunión de los presidentes Vicente Fox, de México; George W. Bush, de Estados Unidos, y el primer ministro de Canadá, Paul Martin, realizada en Waco, Texas, se dio prioridad a los temas que son de interés para Washington, mientras los de México fueron relegados a segundo plano. Con la firma de la llamada Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte, los tres países se comprometieron a reforzar el comercio trilateral y la seguridad de las fronteras comunes, dos puntos esenciales en la agenda de Bush a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Pero en materia migratoria, tema principal para México, todo quedó en vagas promesas, como ha sucedido desde el inicio del mandato de Fox.
La cita de Waco sólo tuvo una dirección: los intereses de Estados Unidos. Respecto del comercio, los tres jefes de Estado acordaron mejorar la competitividad de la región para enfrentar a las potencias emergentes de Asia, en particular China e India. Se trata de reducir las barreras comerciales y agilizar las regulaciones de negocios. Además se promoverá la colaboración en energía, transporte, servicios financieros y sectores tecnológicos. "Sin duda el reconocimiento es amplio a las bondades del TLCAN, pero ahora nos toca, ante nuevos retos, precisamente construir nuevas acciones", señaló Fox. Sin embargo, el mandatario omite que ese tratado ha beneficiado sobre todo a Estados Unidos y Canadá y golpeado fuertemente a la planta productiva nacional (tanto industrial como agropecuaria), como es el caso de la industria textil y la producción de juguetes, por citar sólo dos ejemplos.
Pero fue el tema de seguridad en el que se notó más la preponderancia de los intereses estadunidenses. De hecho, tanto Fox como el canadiense Paul Martin avalaron la visión de Bush. Así, se comprometieron a unificar criterios de seguridad para hacer frente a amenazas internas y externas, aun cuando es el propio Estados Unidos el que ha vuelto más inseguro el orbe con sus políticas bélicas unilaterales. También prometieron mejorar la seguridad marítima y aérea, combatir a las mafias transnacionales (cárteles de la droga, el tráfico humano transfronterizo y la internacionalización de las pandillas centroamericanas, entre otros) y fortalecer la cooperación en inteligencia. No obstante, este listado deja fuera un aspecto importante en la seguridad: la migración. Tal como dijo el secretario de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, el priísta Carlos Jiménez, si hay un tema prioritario para ambas naciones ése es el de la migración, pues está estrechamente vinculado a la seguridad. El legislador se refiere a establecer medidas de fondo que regulen todos los aspectos de la migración, incluidos los derechos humanos y civiles de los migrantes. En cambio, Bush ofrece pactos migratorios temporales y limitados que no solucionan el problema de fondo y ni siquiera cuentan con respaldo del Congreso estadunidense. Como reconoció el mismo Bush en Waco, "no le puedo prometer (a Fox) cómo va a actuar el Congreso". En consecuencia, todo indica que los migrantes se enfrentarán a una frontera cada vez más vigilada, con más balas de goma, cercas y muros, sin contar con las inclemencias del desierto y las acciones criminales de los cazamigrantes.
En resumen, resulta evidente que los intereses de México no tienen peso alguno en la agenda de Washington. Peor aún, el gobierno foxista carece del carácter suficiente para defender los temas vitales para el país y somete los intereses nacionales a los estadunidenses. En estas reuniones, Fox debería exigir un trato igualitario con sus socios del TLCAN y buscar resultados en beneficio del país en lugar de conformarse con una foto con Bush y Martin.