Usted está aquí: viernes 25 de marzo de 2005 Política A dos años de la ocupación de Irak

Gilberto López y Rivas

A dos años de la ocupación de Irak

La invasión y la ocupación de Irak, encabezadas por Estados Unidos, han sido violatorias del derecho internacional y la Carta Constitutiva de la Organización de las Naciones Unidas. Se atacó a un Estado independiente miembro de este organismo con base en falsedades y sin tomar en cuenta las acciones de millones de seres humanos en favor de la paz y contra esa aventura bélica que, pasados dos años, ha ocasionado más de 100 mil muertos civiles, decenas de miles de heridos y la destrucción casi total de la infraestructura física, médica, económica, educativa y gubernamental del país agredido.

Un ejemplo reciente de la catástrofe ocasionada por la ocupación lo tenemos en las estimaciones de los daños materiales causados por Estados Unidos en la ciudad heroica de Fallujah, donde el Comité para la Compensación de los Ciudadanos, que dirige el médico Hafidh al-Dulaimi, señala la destrucción de más de 7 mil casas; 8 mil 400 tiendas, clínicas y almacenes; 65 mezquitas o santuarios religiosos; 59 escuelas de párvulos, primarias y secundarias; 13 edificios gubernamentales y varios puentes; cuatro biblitecas con miles de libros antiguos y dos sitios históricos milenarios; varios hospitales, y el daño a la infraestructura urbana para agua potable, electricidad y otros servicios públicos.

También las fuerzas de ocupación han sufrido miles de muertos, heridos y dados de baja por enfermedades físicas y mentales; numerosos suicidios, deserciones, el retiro de 10 países de la coalición (eufemismo que esconde la responsabilidad de Estados Unidos) y el desarrollo de un movimiento contra la guerra, que este 19 de marzo fue capaz de organizar más de 800 actos públicos en Estados Unidos.

La brutalidad de la ocupación, la tortura y la violación permanente de los derechos humanos, así como los sentimientos nacionales arraigados en el pueblo de Irak, han originado un movimiento insurgente que no sigue las fronteras étnicas, religiosas e ideológicas que Estados Unidos pretende imponer para doblegar la resistencia patriótica, provocar la guerra civil y la desintegración virtual de Irak en bandos fácilmente manipulables, y que es capaz de organizar 60 acciones militares diarias en promedio contra las fuerzas ocupantes y los colaboracionistas locales. Contra esos designios imperialistas, se han sumado a la insurgencia miembros de todas las denominaciones étnico-religiosas, y aun militantes de base y dirigentes locales de agrupamientos políticos como el Partido Comunista, actualmente en el gobierno títere.

En el comunicado número siete dirigido al pueblo de Estados Unidos por el ejército mujahidín se destaca que aun cuando "sus representantes y los medios de comunicación han presentado una imagen de que la insurgencia es dirigida por luchadores extranjeros que entran desde Siria y otros países vecinos, nosotros somos en su mayoría, si no en la totalidad, iraquíes; iraquíes orgullosos que hacen honor a su juramento de defender a la patria y a su pueblo. Ya que la guerra será más prolongada de lo que los invasores anticiparon, nosotros hemos jurado hacer su estancia (de las fuerzas de ocupación) larga, costosa y dolorosa".

De las filas de la insurgencia y de intelectuales del mundo árabe surgen las criticas al movimiento antiguerra de Estados Unidos, por lo que consideran como un mensaje político ambiguo y por que su consigna principal -"¡Regresen las tropas a casa ahora!"- tiene un dejo de "apoyo patriótico" y de no condena directa de la agresión y ocupación como "guerra imperialista", en la que las tropas estadunidenses mismas no son una entidad "neutral" a la cual hay que "cuidar" pese a su tarea criminal y a la responsabilidad que cada soldado tiene en las tareas de una fuerza invasora y ocupante. Se le reclama que no hay apoyo claro en la mayoría de las organizaciones de ese movimiento al derecho del pueblo iraquí a la resistencia en todas las formas, y que incluso entre sus filas se utilicen los términos de "terroristas" y "atacantes suicidas", en lugar de patriotas y resistentes.

Son acusaciones serias no exentas de razón y fundamento. Sin embargo, resulta difícil penetrar la red ideológica tejida por más de dos siglos de adoctrinamiento de generación tras generación en la que Estados Unidos es señalado como un "faro
de democracia y libertades", que transcurre incólume a través de una historia de expansionismo territorial a costa de otros imperios (Inglaterra, Francia, España), poblaciones indígenas exterminadas o contenidas en reservaciones, guerras de conquista como la realizada contra México, todo ello distorsionado históricamente como la "colonización del Oeste" y la ocupación de territorios "vacíos" o para la "redención" de sus escasos ocupantes, que acogen "radiantes" el progreso del pueblo escogido por la "providencia" para imponer al mundo su "destino manifiesto". La educación y socialización del estadunidense medio tiene una dosis alta de un patriotismo centrado en el "derecho" de Estados Unidos de intervenir militarmente en cualquier lugar donde sus "intereses" (el de sus capitalistas) estén en riesgo.

Esta carga ideológica es tan poderosa que incluso logra adueñarse de las mentes de quienes sufren vejaciones e injusticias en ese país, y con sorpresa observamos los casos cada vez más frecuentes de familias en México a quienes les entregan, en una ceremonia patriotera y militarista llevada al cabo por soldados extranjeros, una bandera de barras y estrellas a cambio del hijo muerto en las batallas del imperio. A dos años de la ocupación, apoyemos la resistencia iraquí y demandemos la retirada incondicional de Irak de todas las tropas extranjeras.

 
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