La presentación
El gobierno foxista está dejando un país semidestruido pero también gravemente comprometido hacia el exterior, como se vio tras el pasado viaje del presidente Vicente Fox a Estados Unidos.
1. La reunión de los jefes de gobierno de los tres países signatarios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) -el 23 de marzo en la Universidad Baylor, de Waco, Texas-, que oficialmente fue para impulsar las relaciones entre Canadá, Estados Unidos y México, no tuvo más objetivo que hacer saber que las políticas del gobierno de George W. Bush se van a endurecer aún más y que, en función de su seguridad interna, ésta ve a los territorios y las riquezas de sus vecinos como de importancia estratégica, y ante esta pretensión Vicente Fox se doblegó dócilmente.
2. La reunión de Waco no fue, de entrada, la expresión de "un acuerdo" entre los tres gobiernos, dado a conocer en el contexto del TLCAN, sino el simple anuncio de que Washington estima que su seguridad nacional debe ser prioridad de los tres países y de que Canadá, y sobre todo México, aceptan la tesis de que el espacio aéreo, los aeropuertos, las fronteras y el mar territorial de Norteamérica deben estar bajo el control estadunidense, en virtud de la supuesta "guerra contra el terrorismo", proceso que se inició hace ya más de un año, con el aval de Fox, sin que éste reflexionara en la gravedad de la situación que está legando a su sucesor.
3. El problema central de lo que aconteció en Waco es precisamente ése, que el proceso que se anunció ahí en nombre de la globalización y del TLCAN supone no sólo mayores agravios para los migrantes mexicanos, sino una serie de decisiones que se contraponen a principios centrales de la Constitución mexicana y dejan en entredicho la independencia y la soberanía nacional.
4. La política exterior de George W. Bush, según parecen olvidarlo todos, se redefinió después del 11 de septiembre en términos militares, sobre la base de que Estados Unidos se halla en guerra permanente contra un enemigo no definido al que vagamente se denomina "terrorismo", estrategia que no logra encubrir que el verdadero objetivo de las políticas de Washington son ampliar y asegurar el control estadunidense sobre las riquezas estratégicas del planeta, empezando por el petróleo, y eso es lo que estuvo latente en la reunión de Waco.
5. Ni Vicente Fox ni el sucesor al que ha designado, Santiago Creel, a quien llevó a Waco a presentar ante la sociedad neoliberal, entienden la gravedad de la situación por la que atraviesa el continente, y la necesidad de que los países latinoamericanos tengan políticas de Estado frente a las pretensiones de la administración Bush y no políticas facciosas o de grupo, como ha sido el caso de Fox. Y eso explica lo que pasó: ignorando la trascendencia del momento, buscaron el espaldarazo de Washington a dos demandas suyas y salieron trasquilados. Pretendieron utilizar el encuentro para obtener el respaldo de Bush, tanto a) a la tesis de que habrá pronto un acuerdo migratorio con México, a la que se ha aferrado Fox con la intención de levantar su deteriorada imagen, a lo que Bush dijo de manera tajante que no; como b) a la pretensión de Vicente y Marta de que en 2006 es Creel o el diluvio, por lo que Fox puede violar todas las leyes para imponerlo, a lo que el gobernante estadunidense respondió igualmente que no, como lo había hecho ya en noviembre Colin Powell, e indicando ahora que está listo para dialogar con el presidente que elijan los mexicanos.
6. La reunión de Waco se saldó de tal suerte por un fracaso estrepitoso de Fox en sus afanes de obtener un aval de Bush a la manipulación que está haciendo del proceso electoral de 2006, eliminando ilegalmente a Andrés Manuel López Obrador (jefe de Gobierno de la capital) a fin de poder imponer a su sucesor, pero culminó también el desastre del foxismo en política exterior. México está hoy más sometido que en 2000 a Washington y los mexicanos en Estados Unidos se hallan en una situación más desprotegida que entonces.
7. El señalamiento que se ha hecho de que Fox es un gobernante débil que no puede ya oponer resistencias ante las exigencias de Bush carece de sentido, pues Fox, en efecto, no tiene ya autoridad a nivel internacional, pero frente a Washington nunca trató de oponer resistencia alguna ni entendió cuáles eran los intereses de México. Actuó siempre en función de las ambiciones del capital trasnacional y con la tonta creencia de que Bush se identificaba con él y de que al ceder en todo le concedería un acuerdo migratorio.
8. El bilateralismo y el multilateralismo, se olvidó, no existen ya como base de las relaciones internacionales, y Washington lo recuerda a cada momento, como lo hizo hace días al anunciar Bush que su nuevo embajador ante Naciones Unidas será -si el Senado lo confirma- su amigo el halcón reaganista John Bolton, involucrado en apoyos a Pinochet y a los contras nicaragüenses, y conocido precisamente por su menosprecio a la Organización de Naciones Unidas, de la que se ha burlado en múltiples ocasiones, asumiéndose como "el enemigo público número uno" del organismo.
9. Una tesis central del pensamiento neoliberal, que no se ha formulado así pero que está en los hechos, y que al parecer Fox y su equipo también desconocen, es que de manera cada vez más clara la política de los organismos financieros internacionales no es otra cosa que la prosecución de la guerra por otros medios, de manera que éstos, además de utilizar un vocabulario cada vez más militar, aparecen ahora como instancias que para servir al capital multinacional buscan utilizar todos los medios, incluyendo la fuerza. Ese fue muy claramente el mensaje que envió Bush hace poco al tomar una de las decisiones capitales de su segundo periodo y decidir que el nuevo presidente del Banco Mundial ha de ser Paul Wolfowitz, su actual subsecretario de Defensa y uno de los arquitectos de la invasión de Irak, partidario decidido de las políticas de fuerza, quien no tiene antecedentes en el ámbito financiero (16 de marzo), y al que los medios internacionales lo menos que han hecho es calificar de halcón o "neoconservador".
10. La política exterior de México está hecha trizas porque Fox buscó manejarla de manera patrimonial y sin principios, y en el caso de Estados Unidos deja a nuestro país en una situación de una mayor vulnerabilidad, por lo que una tarea urgente de la próxima administración habrá de ser la de reconstruirla, anteponiendo los derechos de los mexicanos y una visión de Estado a los privilegios de las trasnacionales.