Disturbios en Bishkek, la capital de Kirguistán; tres muertos y decenas de heridos

Kurmanbek Bakiyev, por restablecer el orden y respetar los compromisos internacionales

El líder de la oposición asumió formalmente las funciones de jefe de Estado interino

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 25 de marzo. El líder de la oposición que el jueves anterior tomó el poder en Kirguistán, Kurmanbek Bakiyev, se fijó como prioridad este viernes restablecer el orden y, para tranquilidad de Rusia y Estados Unidos que poseen en su territorio sendas bases militares, prometió respetar los compromisos internacionales de esta pequeña república centroasiática.

Bakiyev, que hoy asumió las funciones de jefe de Estado interino, hizo este anuncio tras una noche de disturbios en Bishkek, la capital kirguisa, en los que perdieron la vida al menos tres personas y decenas resultaron heridas, según la policía.

También decretó el toque de queda en esa ciudad para evitar que se repitan los saqueos de la pasada madrugada, cuando una multitud enardecida arrasó con las tiendas de lujo, incluida la cadena de supermercados propiedad de uno de los hijos del depuesto gobernante, Askar Akayev.

Desde Kazajstán, donde encontró refugio en una de las residencias de su yerno, un empresario de origen kazajo que amasó una insultante fortuna haciendo toda clase de negocios al amparo del poder en Kirguistán, Akayev tuvo este día una virtual aparición en el Internet.

En un "Llamamiento al pueblo kirguiso", colgado en una página web y destinado más bien a la prensa extranjera por carecer de acceso a la red de redes la inmensa mayoría de sus empobrecidos compatriotas, Akayev dice que los "rumores sobre mi dimisión son falsos y malintencionados, pues mi actual estancia fuera del país sólo es provisional".

El antiguo caudillo prometió regresar para ajustar cuentas con el "puñado de aventureros políticos irresponsables" que, en su lectura de los hechos, "optaron por la vía criminal de usurpar el poder bajo falsas consignas y llamamientos revolucionarios".

Sin embargo, la Corte Constitucional de Kirguistán determinó hoy que Akayev, al huir del país, perdió las facultades de jefe de Estado, aunque formalmente no haya presentado por escrito su renuncia.

Al conocerse esta decisión, significativa de cara a la normalización institucional en Kirguistán que busca despejar el camino legal para celebrar nuevas elecciones, tanto legislativas como presidenciales, el Parlamento saliente ratificó este viernes el nombramiento de Kurmanbek Bakiyev en el cargo de primer ministro.

De acuerdo con la Constitución de Kirguistán, en ausencia definitiva del presidente de la república, el primer ministro ejerce las funciones de jefe de Estado hasta que se lleven a cabo nuevos comicios en un periodo máximo de tres meses.

Bakiyev, el nuevo hombre fuerte de la transición en Kirguistán, quien recibió el respaldo de la totalidad de los miembros del Legislativo saliente, los 75 diputados kirguisos, ya había sido primer ministro y últimamente, a partir de su ruptura con Akayev en 2002, encabezaba el opositor consejo coordinador de la Unidad Popular.

Izherbai Kadyrbekov, quien fungió unas horas de presidente interino de Kirguistán y se mantiene al frente del Parlamento saliente, confirmó el compromiso de convocar a comicios presidenciales en junio próximo, dentro del plazo constitucional.

Tras las pifias que cometió en las elecciones recientes de Georgia, Ucrania, Abjasia y Moldavia, al expresar su abierto apoyo al candidato que perdió en los cuatro casos, Rusia modificó hoy drásticamente su evaluación de los sucesos en Kirguistán.

Ahora ya no se pone más el acento en que fueron "válidos e indiscutibles" los resultados del fraudulento proceso electoral en Kirguistán, pero sobre todo llamó la atención que se dejó de atribuir a la "injerencia foránea" la rebelión popular que derrocó a Akayev.

La crisis poselectoral en Kirguistán, antes de caer el régimen de Akayev, provocó un áspero intercambio de acusaciones entre Rusia y la Unión Europea, que tiene intereses propios en la región y no reconoce el liderazgo que reclama Moscú en su afán de convertir en coto privado el espacio de la antigua Unión Soviética.

El presidente Vladimir Putin, dando por concluida esta refriega verbal con la Unión Europea, señaló hoy que los acontecimientos en Kirguistán "no fueron una sorpresa para nosotros: son consecuencia de la debilidad de las autoridades y de la acumulación de problemas en los terrenos económico y social de ese país"

Para evitar que sus palabras se tomen como exhortación a derrocar los regímenes autoritarios de la región -Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajstán en primer término-, Putin lamentó que, de nuevo, "en un país del ex espacio soviético, los asuntos políticos se resuelven al margen de la ley, se acompañan de disturbios y víctimas".

Al mismo tiempo, el titular del Kremlin consideró irreversible el cambio de régimen en Kirguistán y tendió la mano a los nuevos dirigentes del país.

Para sorpresa de todos, afirmó: "Confío mucho en que los líderes de la oposición (kirguisa), conscientes de la responsabilidad ante su pueblo, pronto sabrán tomar bajo su control la situación. Es gente que conocemos bien. Cuando trabajaron en el gobierno de Kirguistán, durante muchos años contribuyeron de manera importante a desarrollar nuestra relación bilateral, hicieron mucho para que la relación entre nuestros estados tenga el actual nivel. Estoy seguro de que nuestras relaciones continuarán desarrollándose de modo positivo. Hay fundamento para ello".

En cuanto al depuesto presidente kirguiso, el jefe del Kremlin sólo dijo que no pondrá objeción alguna si Askar Akayev desea venir a Rusia.