ELOGIOS Y HEREJIAS
Un testimonio de Katy
SE EMPEÑA EN imprecisar
su presencia, subrayando
cada gesto, cada palabra, cada mirada. Y es que,
lo sabe bien, de esa manera
desaparece. Es una aparición y una,
siguiendo a cierto autor, desaparición: la de sí misma
para que aparezca
la actriz; la de la actriz para que aparezca,
hablando el personaje, lo mejor de sí misma.
Tiene nombre, pero su nombre es abstracción
de un alma, y tiene alma, pero su alma es abstracción
de tantas cosas: dos rosas, una llave, un cuadro de Rivera,
la soledad sin límites en una casa sola, grande y vacía, aunque llena de
cosas, tantas cosas
-que se reducen a una llave, dos rosas,
la aparición de un niño que desaparece
por entre enredaderas y una barda, viejas fotografías-
perdidas, quién pudiera saberlo, quizá recuperadas
en el adiós
que algo, quién podría saber qué, insufla, hace nacer
en alguien que nomás, quizás, es vida.