Usted está aquí: domingo 27 de marzo de 2005 Opinión ELOGIOS Y HEREJIAS

ELOGIOS Y HEREJIAS

Tino Camil

Un testimonio de Katy

SE EMPEÑA EN imprecisar

su presencia, subrayando

cada gesto, cada palabra, cada mirada. Y es que,

lo sabe bien, de esa manera

desaparece. Es una aparición y una,

siguiendo a cierto autor, desaparición: la de sí misma

para que aparezca

la actriz; la de la actriz para que aparezca,

hablando el personaje, lo mejor de sí misma.

Tiene nombre, pero su nombre es abstracción

de un alma, y tiene alma, pero su alma es abstracción

de tantas cosas: dos rosas, una llave, un cuadro de Rivera,

la soledad sin límites en una casa sola, grande y vacía, aunque llena de

cosas, tantas cosas

-que se reducen a una llave, dos rosas,

la aparición de un niño que desaparece

por entre enredaderas y una barda, viejas fotografías-

perdidas, quién pudiera saberlo, quizá recuperadas

en el adiós

que algo, quién podría saber qué, insufla, hace nacer

en alguien que nomás, quizás, es vida.

 
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