BALANCE DE LA JORNADA
Exceso de foráneos y nepotismo en el balompié
FUE UN DOMINGO DE resurrección. México revirtió una negativa tendencia en su historial futbolero ante Estados Unidos, en la que estaba en juego el honor, el orgullo y hasta la pasión que genera este deporte, el de mayor afición al sur del río Bravo. Y si la satisfacción no es absoluta, si el resultado no fue claro y rotundo, tal parece que no es tanto porque el balompié del vecino país del norte haya crecido de la forma en que se pregona.
ES MAS BIEN LA esencia del jugador mexicano, esa actitud de tratar con desdén al objeto de su pasión, de su vida, hasta bordear el suicidio -en este caso el desprestigio-, para luego demostrarse a sí mismo y a todo el público su capacidad de reacción, de aplicarse sólo lo suficiente para levantarse de la lona y hacer más vistoso el triunfo. De cansarse de flagelar al contrincante, de avasallarlo, para al final retirarse como un guapo perdonavidas.
EL TRI MEJORO sustancialmente en su defensa con Salcido, Osorio, Márquez y Carmona, pero de nuevo, la gran lección de lo acontecido en el estadio Azteca, la tarea a resolver por los seleccionados nacionales es ensayar hasta la saciedad el tiro a gol y dejar de lado la socorrida frase-excusa de "el rival también cuenta". Desde luego que sí, pero cuando se le tiene a merced hay que clavar la estocada final, matar sin miramientos.
DE CARA A ESTE partido los estadunidenses apelaron a todo su presupuesto, ciencia y alta tecnología durante su trabajo en las Montañas Rocosas, y quizá el gran éxito que llevan de regreso en el maletín es el reporte de que al minuto 82 Eddie Lewis fue el único jugador que se acercó al banquillo a pedir agua. Así viven los estadunidenses este deporte, con más estadísticas y ciencia que fervor.
QUEDA LA SENSACION de que México aún puede ser el gigante de la Concacaf, pero de nuevo surge la inconformidad y molestia con el trabajo en fuerzas básicas. No basta con traer al renombrado maestro del Newell's Old Boys y del Boca Juniors, el afamado Jorge Griffa, si no existe un trabajo profundo en los semillero.
LOS DUEÑOS ESTAN más al pendiente de las ganancias inmediatas y sustanciosas que les reditúa la abusiva compra de cartas y contratos de extranjeros. Los propietarios no tienen palabra de honor y no hay motivos para creer que la autorregulación que reclaman ante la iniciativa de los legisladores de la capital sea la fórmula exitosa de conducir al balompié.
BASTA RECORDAR LA promesa olvidada de reducir al número de foráneos, hasta hace poco pregonada por Alberto de la Torre, o el falso anuncio hecho por Guillermo Alvarez Cuevas en tiempos de José Luis Trejo para mexicanizar al Cruz Azul.
FUE SUFICIENTE QUE entrara en vigor el régimen de transferencias de la FIFA para que los contratos pasaran de un año a tres o cinco, y ahora ese es su pretexto para no reducir el número de extranjeros.
PERO NO SOLO EL excesivo número de estos jugadores bloquea el surgimiento de talentos, también existe un creciente nepotismo. Sin ánimo de agraviar ni particularizar caso alguno, resulta larga la lista de hijos de ex futbolistas con poco que aportar y que, sin embargo, llevan la prioridad a la hora de ocupar plazas que cientos de jóvenes con mayores aptitudes podrían ganarse en buena lid.
EL INGENIO POPULAR destaca que Juan Carlos Leaño ya aprendió a hacer saques de banda. Más tiempo estuvieron en el banquillo que en la cancha dos hijos del ariete chileno Carlos Reinoso, y ya hasta con cierta naturalidad se observa el ingreso a la cancha de Hugo Sánchez Portugal, el de Marco Garcés, sobrino de Víctor Garcés, Duilio y Flavio Davino, quienes lograron buena consistencia, pero, cuántos Cuauhtémoc Blanco, cuántos Arellano y Suárez no habrán quedado en el camino.
ESTE MIERCOLES EL TRI tendrá otra prueba importante y en caso de salir avante estará con medio cuerpo en Alemania 2006. Su visita a Panamá implica las incomodidades de ir a la siempre agresiva y hostil Centroamérica, cuyos equipos luchan a muerte por vencer a México.