Domingo de resurrección
Semana Santa en Sevilla que es la magia pura, la leyenda viviente que enlaza el pasado con el presente y que cuando este domingo de resurrección, se abre la puerta de cuadrillas de la Real Maestranza de Caballería, el tiempo se detiene al ritmo de la vibra de las sensaciones. En la mente de los aficionados, los príncipes del coso, Pepe Luis Vázquez, Curro Romero... y en el ruedo El Juli y Enrique Ponce.
La fantasía del escribidor es la de recoger arbitrariamente, a su capricho, aquellas sugestiones que según la ocasión evocadora se le presentan más inevitables o perentorias. Así, con Sevilla múltiplemente hechicera, ¿quién se atrevería a recoger en un lienzo, o unas líneas, un trazo de arte escondido como un espejo, su éxtasis, sus torbellinos, su magia musical, escultural, arquitectónica, torera o simplemente la popular semana de farolillos?
Hay muchas Sevillas: la religiosa, la sensual, euforia pura, carnaval desnochado, que nos convierte en un "no se qué", el gusto por la vida, que es el gusto por la sexualidad, en sus diferentes matices que van de una mirada, un piropo, un bailongueo, hasta la íntima ternura y la Sevilla mora, la gitana, la de Murillo, Albéniz, o Bécquer, la de sus torres, o su río...
Y la Sevilla torera, índice de elegancia, que ni exige, ni espera. Se da y no hay que apelar con ella a la súplica. Basta una plegaria, un requiebro, o un pase natural de Curro, uno solo. Total que de lo bueno y con esencia, poco. Que el trabajo voluntarioso y esforzado no va bien con el toreo. Por eso Sevilla es Sevilla y algunos de sus toreros mágicos. ¿Quién será capaz de abarcarla, definirla, contenerla? El escribidor se contenta con resucitar en la abrazadora brisa, lenta, desmayada del pase natural de la morena que me remataba debajo de su cadera.