1º de septiembre de 2005
México, df, a 2 de septiembre de 2005. En un hecho histórico, Vicente Fox no asistió el día de ayer al Palacio Legislativo de San Lázaro a presentar su quinto Informe de gobierno. En su lugar envió el documento que da cuenta de su gestión a los diputados y pronunció un discurso en cadena nacional desde la residencia oficial de Los Pinos en contra de la subversión que sacude al país y en favor del apego estricto a la legalidad. Aseguró que con el respeto a la ley no negocia ni negociará.
Como sucedió durante el Informe presidencial de 2004, cuando trabajadores del IMSS, electricistas, universitarios y telefonistas cercaron la Cámara de Diputados para protestar contra la privatización de la seguridad social, en esta ocasión miles de ciudadanos se concentraron en las inmediaciones del edificio, protegido por la Policía Federal Preventiva (PFP). Pero a diferencia de entonces, en esta ocasión la movilización formó parte de un Paro Cívico Nacional para protestar contra la detención y la inhabilitación política de Andrés Manuel López Obrador.
Las vallas y rejas que las fuerzas del orden colocaron para impedir que la multitud avanzara más fueron tapizadas por los manifestantes con carteles en los que, al lado del letrero "Se busca", aparecen las fotos de los integrantes de la comisión legislativa que acordó proceder con el desafuero del entonces jefe de Gobierno.
El paro provocó el mayor desquiciamiento del país desde los días de la Revolución Mexicana. Grupos de enardecidos manifestantes, muchos de ellos con tractores y maquinaria agrícola, bloquearon los puentes fronterizos con Estados Unidos, las aduanas de los principales puertos y las principales carreteras. Amas de casa y estudiantes se concentraron en los zócalos de las ciudades golpeando sartenes y cacerolas. Médicos y enfermeras suspendieron la atención al público y mantuvieron funcionando únicamente los servicios de emergencia. También sitiada por la bola, la Bolsa Mexicana de Valores anunció la suspensión de sus operaciones hasta el lunes 5 de septiembre.
Se espera que de un momento a otro el Ejército sea llamado a patrullar las calles. Sin embargo, trascendió que un importante número de mandos castrenses se opone a "solucionar las tonterías" provocadas por los civiles, y otros exigen que las órdenes impartidas les sean comunicadas por escrito para no repetir lo que vivieron a raíz de su participación en los sucesos de 1968.
Diversos analistas políticos consideran que el gobierno de Vicente Fox está más aislado que nunca. Desde los primeros días de marzo el mandatario ha restringido su aparición en actos públicos, porque en todos se topó con grupos de ciudadanos que le recriminaron haberse convertido en el nuevo Gustavo Díaz Ordaz. Para gobernar, el jefe del Ejecutivo ha tenido que apoyarse en los medios de comunicación electrónicos. Su rostro, cada vez más desencajado, se ha convertido en el símbolo de un gobierno que navega en medio de la tormenta sin rumbo fijo.
La detención primero y después el traslado de López Obrador al penal de alta seguridad de Almoloya -en un operativo directamente manejado por Miguel Angel Yunes- radicalizaron más el movimiento, y restaron credibilidad a las acusaciones de que el tabasqueño era el responsable del escalamiento del conflicto. El empuje para la realización de acciones de protesta cada vez más enérgicas viene desde abajo. Su justificación legal se encuentra en el artículo 39 constitucional: la soberanía radica en el pueblo.
Además de exigir libertad y la restitución de los derechos políticos de López Obrador, el Paro Cívico fue convocado también por diversos grupos sociales que reivindican sus demandas. El sindicato del Seguro Social se prepara para entrar de lleno a su revisión del contrato colectivo en octubre. Las organizaciones campesinas han formado un movimiento por la salvación del campo y exigen abrogar el capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) y la contrarreforma al 27 constitucional. La inconformidad magisterial en contra de Elba Esther Gordillo se ha extendido más allá se los bastiones de la disidencia en Chiapas, Oaxaca y Michoacán. El descontento social y gremial han renacido con una intensidad inusitada, al calor de la protesta política.
A pesar de los esfuerzos de los simpatizantes del ex alcalde de la ciudad de México por no dañar la economía, las principales corredurías financieras han ubicado ya a México como un país en el que resulta riesgoso invertir. Es un secreto a voces que la estabilidad del peso pende de un hilo.
El ideólogo empresarial Juan Sánchez Navarro recomendó a sus amigos, al igual que lo hizo durante la marcha zapatista de febrero-marzo de 2001, encerrarse en sus casas durante estas fechas. Varios personajes igualmente poderosos le tomaron la palabra pero prefirieron irse un poco más lejos, a lugares como Miami, Padre Island y San Diego, donde también tienen residencias.
Durante los últimos seis meses los precandidatos presidenciales de los partidos políticos han dejado de existir. Sus precampañas no levantan. Sus opiniones cuentan sólo cuando tienen que ver con la inhabilitación de López Obrador. Solitario en Bucareli, Santiago Creel carga con el estigma de su incapacidad para resolver la principal crisis política. Roberto Madrazo, quien creyó que podría salir indemne dividiendo el voto de sus correligionarios sobre el desafuero en la Cámara, no ha podido escapar del desprestigio.
Y a quienes ha sido imposible encontrar para que den su opinión sobre las protestas es a los académicos y analistas políticos que aseguraron que el malestar ciudadano con el desafuero de López Obrador no duraría más que un par de meses. Nadie en la academia quiere cargar con la responsabilidad del desaguisado.