El compositor de La sirenita fue cremado y será homenajeado en su natal Matamoros
Como en sus conciertos de antaño, el funeral de Rigo Tovar tuvo portazo
María Isabel, su única esposa, tiene 35 por ciento de las regalías del también intérprete
El pueblo, que hizo de las exequias ágape, fue el que rindió real tributo a su ídolo
Ampliar la imagen Le cantaron a su �lo FOTO Marco Pel�
Como en sus tumultosas tocadas de antaño, el funeral de Rigo Tovar, que comenzó al mediodía, tuvo su portazo. El cuerpo del cantante fue rodeado por familiares y fans en cuanto llegó a la funeraria de Félix Cuevas. Luego de que el ataúd fue cubierto con una foto del rostro de Rigo impresa en tela, los familiares iniciaron la velación, una misa y ordenaron cerrar la puerta de acceso a la capilla, lo que encabronó a los seguidores que paulatinamente se congregaban en la sala de espera.
Los familiares y personal de seguridad que comenzaron la velación, al ver la cantidad de gente que ingresaba a la sala, cerraron el acceso, lo cual molestó a otros parientes del muerto, amigos y admiradores del cantante de la famosa agrupación Costa Azul.
No pasó más de media hora cuando los fans, rodeados de periodistas, empujaron fuertemente la puerta y venciendo la resistencia de los familiares y amigos que impedían su paso, ingresaron en estampida al salón donde en una caja de madera reposaba el cantante invidente que hizo entonar a miles de voces, durante años, aquella tonada que dice: "Mi Matamoros querido, nunca te voy olvidar".
Los deudos de los fallecidos que coincidieron en la funeraria con la muerte de Rigo Tovar, pasaron de la indignación a la sorpresa, cuando oyeron los gritos de los fans porque no los dejaban ver a su muerto. "Nada más porque somos nacos ¿verdad?", espeta doña Cata, a quienes del otro lado le decían que ya había mucha gente y que no se podía abrir. "Nosotros también somos gente y queremos ver a Rigo. Una porra a Rigo. Rigo, Rigo. Rigo".
Después de pedir que abrieran para ver "a nuestro Rigo", forzaron la puerta, hasta que se abrió y pudieron ingresar 100 personas más a un espacio que ya de por sí estaba repleto.
"El también es nuestro y lo queremos." ¿Por que lo esconden?, preguntaban. "Ya nos lo escondieron mucho tiempo las arpías", argumentaba un grupo de señoras cincuentonas. Querían ver a su ídolo, creador de un estilo calificado de prototipo de la música naca, pero que inundó a México y América Latina en los años 70 y 80 de un himno generacional cumbiambero llamado La sirenita.
Cuando cedió la puerta y los fanáticos entraron fueron recibidos por la luz de varios flashes. En una esquina de la sala se miraba el ataúd con el cuerpo del cantante protegido por sus hijos y Alma, su última mujer, quien pedía orden y respeto; "Aquí esta Rigo... todos lo queremos. Dejémoslo descansar".
"Rigo era amor, Rigo era del pueblo", fue el clamor de cientos de personas que este el lunes se dieron cita en el funeral de Rigo Tovar, quien hoy celebraría un cumpleaños más. El músico fue cremado en el panteón Español y el próximo fin de semana o el siguiente será homenajeado en su natal Matamoros, como aseguró su esposa María Isabel Martínez, quien gozaba de 35 por ciento de las regalías del autor. El otro 35 era de Tovar y el 30 restante para otra de sus mujeres, Teresa.
De todos lados, al velatorio
Llegaron de todos lados y de todas las edades. Era el pueblo, que rindió real ofrenda. Hicieron de las exequias ágape popular. Al tiempo que lloraban cantaban sus éxitos. Un ciego de nombre Jorge fue a "verlo por última vez", dijo. Otra pareja de vendedores de la Central de Abastos, José Luis y Clementina Carvajal, le llevaron mariachis, que hicieron llorar y reír al interpretar rolas como La sirenita. Unos llevaban fotos, otros sus elepés, que con orgullo mostraban a las cámaras. Inclusive llegó -por casualidad, ya que iba a otro sepelio- el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, quien dijo "escucharlo antes de entrar al seminario".
Entre el tumulto de cámaras, reporteros, fans, familiares y amigos del cantante, dos policías de seguridad privada se acercaron a Nelly Scott, otra compañera sentimental de Rigo, relación de la que nació Rigo Tovar Scott, para pedirle que saliera de la capilla, pues según ellos llevaba un arma de fuego. Scott demostró que no llevaba tal artefacto; ellos se retiraron.
El domingo por la noche Rigo Scott quería entrar a despedir a su padre, pero fue agredido por María Luisa Tovar, su media hermana; y entre jaloneos y golpes también tuvieron que acudir elementos de seguridad a controlar el ambiente. A empujones y con la intervención de más de cinco elementos de la policía del sector Benito Juárez fue agredido Rigo Tovar Scott.
En calidad de "bulto" el músico salió de la casa de la señora Leonor, con quien tuvo otro hijo de nombre Angel, y con quien vivió los últimos años. A su esposa María Isabel Martínez, la había dejado hace 18.
"No sé como van a quedar las cosas legales no quiero saber nada de eso. No sé si dejó testamento ni me interesa... en este momento. No peleo, mi lugar (como esposa) no me lo quitarán. Lo sacaron inconsciente de donde estaba y lo llevaron al hospital. Su deseo era estar con sus hijos; en mi casa estuvieron los que quisieron; fue una semana chusca: Rigo se comportó como era hace tiempo, bromeaba; fue bonito", dijo Isabel Martínez.
A su vez, Nelly Scott comentó: "Iba en contra de las costumbres. Era criticado en Matamoros por su arete, su pelo largo. Le obligaron a registrar a los niños. Leonor fue quien se fajó con él para sacarlo de la drogadicción sin llevarlo a esas clínicas. Leonor, su mujer en los últimos 11 años, fue la que batalló en su pobreza."
Leonor, por su lado, dijo: "Me pondré a trabajar, está parado el cobro por la esposa María Isabel. No pelearé nada; el departamento donde vivíamos está a nombre de su hermano. A Rigo lo voy a extrañar mucho, hubiera querido darle un beso, pero aún tengo su almohada. Estará presente con nosotros en sus fotos."