Usted está aquí: martes 29 de marzo de 2005 Opinión Brasil y Argentina, ejemplos de cómo tratar al FMI

Editorial

Brasil y Argentina, ejemplos de cómo tratar al FMI

Argentina y Brasil han comenzado a plantarle cara al Fondo Monetario Internacional (FMI) desde sus particulares realidades económicas. El gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva decidió no renovar un acuerdo por 14 mil millones de dólares con el organismo financiero, dados los buenos resultados de su economía en 2004. Por su parte, Argentina logró imponer sus condiciones al FMI en la renegociación de su deuda externa. A pesar de sus diferencias, ambos casos sientan un precedente importante para América Latina en cuanto a la postura que se debe asumir a la hora de tratar con ese organismo y sus leoninas exigencias para conceder créditos.

Este lunes, Lula anunció que su país "conquistó con sacrificio de todo el pueblo brasileño el derecho de andar con las propias piernas", marcando así el fin de la dependencia de ese país hacia el dinero del organismo. El acuerdo entre la nación suramericana y el FMI data de 1998, cuando una fuga de capitales provocó la devaluación del real, lo que obligó al gobierno a recurrir al Fondo. En 2002 el convenio, que vence a fin de este mes, fue renegociado por unos 30 mil millones de dólares, los cuales se extendieron hasta 42 mil 100 millones en 2003; las autoridades de Brasil tan sólo retiraron 26 mil 450 millones, dejando el resto para eventuales crisis. Pero ahora ese dinero ya no es necesario: el año pasado, este país creció 5 por ciento. Su balanza comercial tuvo un excedente récord de 33 mil 700 millones de dólares, con un superávit en la cuenta corriente equivalente a 1.94 por ciento del producto interno bruto (PIB). Además, la producción industrial experimentó el mayor crecimiento de los 18 años pasados (8.3 por ciento).

Los analistas esperan que la economía brasileña crezca 3 por ciento este año. Estos resultados han desatado cierto optimismo entre los funcionarios del gobierno de Lula: "Estoy seguro de que Brasil ha iniciado un ciclo de crecimiento sustentado, un ciclo de mejoras", dijo el ministro de Hacienda, Antonio Palocci. Sin embargo, aclaró que este logro no implica abandonar el compromiso adquirido con el FMI de mantener la política de ajustes y obtener un superávit fiscal primario de 4.25 por ciento del PIB.

La decisión de Brasil fue bien recibida por el director gerente del FMI, el español Rodrigo Rato, en actitud que contrasta fuertemente con la postura asumida por el Fondo hacia Argentina. Esta semana el organismo volvió a la carga contra el gobierno de Néstor Kirchner y demandó nuevas reformas estructurales, que conllevarían un alto precio social, como parte de la negociación de un nuevo acuerdo "sustentable". Durante 2004 las autoridades argentinas, agobiadas por una deuda superior a 200 mil millones de dólares y una persistente crisis social, endurecieron su postura ante las exigencias del FMI y declararon que tan sólo podían pagar 30 centavos por cada dólar prestado.

Tras largas y difíciles negociaciones, el gobierno suramericano impuso su propuesta de canje de bonos según estas condiciones, lo cual fue aceptado por 76 por ciento de los acreedores bajo el argumento de que "peor es nada". Ahora el FMI pretende que Argentina reabra el canje de bonos de la deuda, opción que ya fue rechazada por el gobierno de Kirchner. Si bien aún se tiene que definir qué va a pasar con los acreedores que no aceptaron el canje de la deuda (los cuales representan unos 19 mil 800 millones de dólares), la maniobra implica una disminución de 27 mil millones de dólares.

Tanto la experiencia brasileña como la argentina constituyen un ejemplo a seguir en el continente, ya que permitiría a los gobiernos latinoamericanos enfrentar con éxito los dictados del Fondo, mantener su soberanía y aplicar políticas sociales determinadas por las necesidades de sus propios pueblos y no por las exigencias desmedidas del organismo. Aunque la deuda sigue siendo agobiante para Brasil y Argentina, sus actitudes demuestran que puede haber luz más allá del FMI.

 
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