La corneta de Gunga Din
Un señor a quien voy a referirme a continuación envió a esta casa editorial sentidas protestas por los contenidos de mi artículo "Cuba: periodismo y deshonestidad" (23/ 03/05). El señor coordina el programa "de las Américas" (sic) del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, siglas en inglés), con sede en Nueva York.
Eso "de las Américas" lo dejaré para el 12 de octubre venidero. El caballero habló en nombre de la que usurpa el nombre de Vespucci, y este servidor respondió desde la suya: el CPJ es una tribuna del imperialismo yanqui. Cualquier lego sabe que Mamón, dios de la codicia, rige los designios de aquella América.
De modo que si el caballero me remite a la página web CPJ.org para revisar lo que afirma la institución, pregunto dónde están las "inexactitudes y falacias" por él señaladas. Entre los contribuyentes del CPJ (donors es donantes, ¿no?) figuran las fundaciones Ford, McCormick, Sony, Time, Dow Jones, New York Times y medios como CNN, Viacom/CBS, Fox News (la tele de los Bush), y "aseguradoras" (underwriters) como AOL Time Warner y Citigroup, el narcobanco que se comió a Banamex.
¿Qué más añadir? De mi lado, remito al conserje del CPJ al Discurso acerca de la libertad de impresión, sin licencias, presentado por John Milton al Parlamento de Inglaterra el 14 de junio de 1643. En particular, cuando el poeta advierte a los honorables de que "...no es tal la unión forzada y exterior de mentes frías, neutrales, e íntimamente divididas". (Areo- pagítica, FCE, Colección Popular, Argentina, 1976, p.80.)
Por lo demás, ignoro si la señora Ann Cooper, directora ejecutiva del CPJ, respondió la extensa carta abierta enviada por el periodista Alberto Giordano, director de The Narco News Bulletin (www.narconews.com), el 11 de agosto de 2002. Aquí, Giordano observó el silencio y nulo interés del CPJ por los periodistas venezolanos sin donors que, de haber triunfado el golpismo en abril del mismo año, hubiesen aparecido flotando en los ríos o en los basurales del país bolivariano.
¿Méritos del CPJ? En efecto: el pródigo celo por los periodistas que respetan las premisas de Mamón. Entre éstas, el ataque sistemático a Cuba y Venezuela. En cambio, quienes carecen de donors como los apuntados creen que la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) era la facultada para aclarar dudas acerca del perfil y situación de los "periodistas" presos en Cuba, que el CPJ presenta como castos varones del "libre albedrío".
Dirán: "La Felap toma partido". Ajá... ¿y quién nombró al CPJ réferi de los partidos? ¿La trayectoria profesional de Walter Cronkite, honorary chair del CPJ, ha sido "apolítica" y "neutral"? Mire usted: si en la nómina de gentiles que se dirigieron a Fidel Castro el 18 de marzo pasado figuran "independientes" como Joaquín Morales Solá, actual comentarista del diario La Nación de Buenos Aires, más vale poner las barbas en remojo.
El 23 de abril de 1976 Morales Solá escribió con su firma el editorial de La Gaceta de Tucumán. Refiriéndose al general Antonio D. Bussi (interventor de la provincia y jefe de la V Brigada de Infantería durante el operativo contrainsurgente Independencia), dijo: "...conoce el ámbito local, y no ignora las necesidades y urgencias de la provincia para aplicar una acción política de paz".
De manos del genocida, Morales Solá recibió un diploma donde se le agradece la colaboración prestada en "la lucha contra la subversión". Por aquella época miles de cadáveres aparecían en Tucumán, tierra natal del magnífico escritor Tomás Eloy Martínez, otro firmante de la hipócrita "letter to Castro".
Cuando era niño ví Gunga Din, película que narra la historia del aguatero hindú del ejército inglés a quien toman prisionero los thugs, adoradores de la terrible diosa Kali. Quizá usted no vio este filme con Cary Grant y Vivien Leigh, pero yo sí porque iba al cineclub. En un desfiladero, los thugs le tienden una trampa al ejército colonial. Entonces, Gunga Din trepa a un minarete del templo con una corneta, los ingleses quedan avisados y matan a todos los feos thugs. Lo único malo es que Cary Grant salió ileso, los thugs mataron a Gunga Din, y yo salí moqueando del cine.
A Carlos Lauría, coordinador del programa "de las Américas" del CPJ, podría extender el beneficio de la duda. Pero si lo hago, la Unión de Trabajadores de la Prensa de Buenos Aires (UTPBA) preguntará si se trata del mismo Lauría que trabajó en la editorial Perfil del magnate fascista Fontevecchia, empresa que en 2002 echó a la calle a cientos de periodistas sin que el CPJ saliera en su defensa.
En América Latina, hay escritores y periodistas (no muchos, primero Dios) que responden a cada cornetazo de Gunga Din. Algunos son de "mente fría, neutral e íntimamente dividida", como dijera Milton; los hay de especie depredadora como Joaquín Morales Solá; abundan los que dan el autógrafo si condenamos a Galileo, no faltan los que firman cualquier cosa si un cuate se los pide, y los que barajan los naipes de sus solitarios nocturnos, inspirados en los desplantes libertarios de las cuñadas suicidas.