En 2003 se ahorraron mil 165 gigavatios: IEE
Se cumplen nueve años de que se estableció el horario de verano
Ampliar la imagen Un comerciante ambulante cambia sus relojes al horario de verano FOTO J. Guadalupe P�z
A nueve años de haberse establecido en México el horario de verano, el país logró en 2003 un ahorro promedio de mil 165 gigavatios en consumo de energía, lo que representa más de 800 millones de pesos y 935 megavatios en inversiones diferidas (demanda), por más de 10 mil millones en plantas de generación, según los datos oficiales más recientes del Instituto de Investigaciones Eléctricas (IEE) proporcionados por el Centro Nacional de Control de Energía (Cenase).
Lo anterior significa también que se dejaron de consumir más de dos millones de barriles de petróleo, con la consecuente reducción de emisiones contaminantes que no produjo su combustión.
El horario de verano se inició de manera oficial en México en marzo de 1996, luego de la publicación de un decreto presidencial en el Diario Oficial de la Federación del 4 de enero de dicho año, con lo que nuestro país figura actualmente entre las 75 naciones que lo aplican "tanto en el hemisferio norte como en los trópicos y el hemisferio sur. Entre los países de la región que se sumaron al cambio de horario en los pasados dos años figuran Brasil, Cuba y Haití".
De acuerdo con el IIE, México logra reducir anualmente el consumo de energía eléctrica "en la iluminación de más de dos millones de hogares, sobre todo en las horas de mayor demanda (las primeras horas de la noche). Además debe considerarse que dicha disminución se presenta cada día durante los siete meses de vigencia de éste, al diferirse el encendido de la luz en las llamadas "horas pico", cuando los costos de producción son más caros.
La puesta en marcha del horario de verano en Baja California fue en 1942. En 1981 se puso en vigor en la península de Yucatán y en los estados de Durango, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, pero luego de un año de experiencia dicha medida, "debido al desfase que se presentaba en las correspondencias horarias con el resto de la república, fue derogada".
Sin embargo, dichos casos revelaron la inquietud de modificar el horario en las "épocas cálidas", que redundaba también en el ahorro de energía eléctrica. Así, tras la experiencia vivida, desde 1992 se llevaron a cabo las primeras reuniones de trabajo para estudiar la conveniencia de establecer el horario de verano, que en principio se pensó podía ser de cinco meses, de mayo a septiembre, pero luego se decidió que lo mejor sería de abril a octubre.
Cabe señalar que para establecer la medida se efectuaron mil 600 cuarenta y cuatro reuniones con representantes de 18 sectores de la sociedad. El 72 por ciento de los consultados estuvo de acuerdo.
En 2001 el jefe de Gobierno del
Distrito Federal, luego de una consulta telefónica a los ciudadanos, se opuso a que el Horario de Verano se aplicara en la capital de la República, y llevó el caso ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual, finalmente, falló en favor del decreto presidencial, y desde entonces se aplica en la ciudad de México.
Como el ahorro de energía no repercute en los cobros por consumo y se mantiene esa percepción en la población, las autoridades insisten en que "el ahorro de luz, en general, no quedó suficientemente aclarado, que iba a ser poco lo que se notaría en la factura de cada usuario e inclusive no se reflejaría, en virtud del aumento gradual de las tarifas eléctricas".
El IIE apunta: "buena parte de los inconformes considera que el horario de verano es una medida impuesta por una autoridad", y es que nadie se explica a quién beneficia económicamente en concreto el ahorro de energía.