Usted está aquí: miércoles 30 de marzo de 2005 Opinión Flautistas juveniles a concurso

Juan Arturo Brennan

Flautistas juveniles a concurso

Según el punto de vista de quien lo afirme, los concursos son el mejor medio para que un joven músico demuestre su temple, se exponga ante sus iguales y sus superiores y se dé a conocer, o son la forma más cruel y despiadada de tortura que se puede aplicar a un aspirante a intérprete. Sea como fuere, el hecho es que los concursos musicales están aquí para quedarse y se han convertido, sobre todo en las décadas recientes, en vehículo importante para calibrar no sólo el potencial de los concursantes, sino también el alcance del medio musical en el que se han formado.

Vaya esta breve digresión como preámbulo para informar que esta semana se desarrolla, en la Escuela Nacional de Música, el segundo Concurso Nacional de Flauta Transversa Gildardo Mojica, bajo la dirección artística de Miguel Angel Villanueva.

El lunes 28 se llevó a cabo el concurso correspondiente a la categoría juvenil ''B", una de las cinco en que está dividido el encuentro de este año. En la fase eliminatoria (flauta sola) se presentaron 13 flautistas, nueve mujeres y cuatro hombres, y todos los aspirantes interpretaron la misma obra obligatoria, el Capricho No. 24 Op. 15, de Karl Joachim Andersen. Se trata de una obra típica de estudio y práctica, de un nivel virtuosístico medio y con numerosas exigencias técnicas para el ejecutante.

A lo largo de las 13 ejecuciones de la pieza de Andersen (sólo cuatro de ellas fueron interrumpidas por el jurado) fue posible apreciar dos cosas interesantes:

1. La pieza elegida para los jóvenes concursantes presentó, sobre todo, numerosos problemas de fraseo, debido a la amplitud y alcance de sus arcos melódicos, y fue muy instructivo apreciar cómo cada flautista intentó resolver ese acertijo particular.

2. La actitud general de los concursantes ante esta obra estuvo evidentemente dividida entre quienes simplemente trataron de sortear los obstáculos técnicos y quienes, además de ello, intentaron hacer música con el Capricho de Andersen.

Como era de esperarse, el jurado tomó en cuenta a estos últimos al momento de elegir a los seis flautistas que pasaron a la etapa semifinal del concurso. Esta fase (flauta y piano) tuvo como uno de sus principales atractivos el hecho de que todas las obras elegidas eran mexicanas: las Cinco piezas de Carlos Jiménez Mabarak, Huésped de las nieblas de Rodolfo Halffter y las Cinco miniaturas de Marta García Renart, partituras muy aptas para explorar las capacidades expresivas de los concursantes, además de sus alcances técnicos.

Al concluir esta etapa, tres mujeres y un hombre pasaron a la final. Al anunciar a los finalistas, el presidente del jurado, Julio Rosales, hizo una muy interesante observación respecto a que hasta ese momento los concursantes se habían olvidado de que estaban tocando para un jurado y un público, omitiendo por completo cualquier consideración de presencia escénica y actitud ante los oyentes.

De este señalamiento surge lógicamente una cuestión: ¿qué tan importante es en las decisiones de un jurado musical el elemento de presencia escénica en el contexto de los méritos puramente musicales de los concursantes? La etapa final del concurso en esta categoría (de nuevo flauta y piano) incluyó una obra obligatoria para los cuatro finalistas (la Pieza de concurso de Gabriel Fauré, sin duda la obra más musical de toda la sesión), y una partitura libre a elección de cada uno. Marisa Ponce de León y Jorge Armando Arriaga eligieron la Fantasía sobre Carmen, de François Borne, espectacular pero pedestre, mientras que Erika Flores tocó la Fantasía pastoral húngara, de Franz Doppler, y Kory Bullón interpretó el estimable Concertino, de Cécile Chaminade.

Como suele ocurrir en ocasiones, algunos de los participantes que habían llevado una trayectoria ascendente en las fases previas se desmoronaron bajo presión en la última etapa, mientras que otros se superaron y mantuvieron la adecuada combinación de musicalidad y aplomo, y ello se reflejó puntualmente en la decisión final.

El jurado (Julio Rosales, Norma García, Roberto Peña y Saúl Waskow) otorgó el primer premio a Erika Flores Terán, el tercero a Jorge Armando Arriaga Vázquez, y declaró desierto el segundo lugar. El nivel mostrado en esta categoría hace suponer que el concurso en la categoría profesional será particularmente interesante y valdrá la pena asistir. Las diversas etapas se realizarán el miércoles 30 a las 18 horas, el jueves 31 a las 10 horas y el viernes primero a las 19:30 horas en la Escuela Nacional de Música (Xicoténcatl 126, colonia Del Carmen, Coyoacán).

 
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