Prevén 250 mil deportaciones para este año
Chiapas tendrá la estación migratoria más grande de AL
Tapachula, Chis. 30 de marzo. Hacia el mediodía Erwin Montes es devuelto a su tierra: Guatemala. En la estación migratoria guatemalteca termina la agitación de sus recientes 48 horas de vida, que lo han llevado a cruzar ilegalmente la frontera mexicana; agazaparse en las inmediaciones de la vía del tren a la espera del transporte hacia el norte y desear no ser víctima de los maras; presenciar el asesinato de un ex mara que ocasiona el operativo policiaco y migratorio en busca del homicida, hasta que cae en esa redada, dice, lo cual frustra por tercera vez su intento de llegar a Estados Unidos.
Es la vida en esta frontera, donde los controles son relativos, donde miles cruzan con esperanza y miles son devueltos sin ella. Un ir y venir interminable y creciente. Es un fenómeno desbordado de incremento exponencial, como lo califica Tonatiuh García, director de Control y Verificación Migratoria del Instituto Nacional de Migración (INM).
Las proyecciones oficiales prevén 250 mil deportaciones para 2005. ¿Son muchas? ¿Son pocas? La cifra no se entiende sin el comparativo: el volumen de indocumentados que se estima deportar este año representa casi el doble del que el INM devolvió apenas en 2002, cuando las estadísticas dan cuenta de 138 mil aseguramientos en todo el país, y 20 por ciento más de los 215 mil del año pasado.
Más cifras: la capacidad de la estación migratoria en Tapachula es de 80 personas, apenas 10 por ciento de la demanda real de 800. La sobrepoblación, reconoce el delegado estatal del INM, Mauricio Gándara, es demasiada, pero afortunadamente, dice, los indocumentados sólo permanecen unas horas -"de tres a ocho"- en el caso de los guatemaltecos. No más de una noche si se trata de hondureños o guatemaltecos.
Diariamente salen entre 10 y 15 autobuses a El Salvador y Honduras, así como una treintena a Guatemala. Es el reflujo de indocumentados, cuyo paso hacia México es incontrolable, admite José Alberto Camiz, jefe de la estación migratoria en el puente Talismán de la frontera México-Guatemala, quien habla de 600 a 700 personas deportadas de territorio mexicano diariamente.
El proyecto modelo del INM para hacer frente al fenómeno quedará concluido en septiembre: una nueva estación migratoria con capacidad para casi un millar de indocumentados, cuyo diseño y construcción ha sido consultado con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), así como con la Organización Internacional de las Migraciones.
"Será la más grande de América Latina, acorde con las dimensiones del flujo migratorio en esta región", apunta García, para quien la obra es un reconocimiento al papel estratégico de Chiapas en el fenómeno migratorio y muestra de congruencia con las demandas mexicanas respecto del trato a los connacionales en la frontera norte. En 2004, 200 mil de los 215 mil indocumentados que salieron del país lo hicieron por Chiapas, entidad donde además fueron detenidos la mitad de ellos.
García tiene apenas un mes en el cargo. Sustituye a Joaquín Blanes, destituido tras conocerse la deplorable situación en la estación migratoria de La Venta, denunciada por la propia CNDH, asunto aún no plenamente concluido, pues están en marcha procesos administrativos para deslindar responsabilidades en el deterioro de ese lugar, que había sido remodelado.
Las nuevas instalaciones permitirían, según el INM, aliviar en parte los problemas de hacinamiento en algunas estaciones de otras entidades, pues favorecería el flujo de indocumentados a Chiapas.
La inversión estimada es cercana a 80 millones de pesos, que incluyen la adaptación de instalaciones "antivandálicas". El objetivo: evitar en lo posible la destrucción que muchos indocumentados cometen para desahogar su estado anímico y que implica no sólo un alto costo de mantenimiento, sino también el riesgo por la utilización del material para improvisar armas.
Esta situación se complica porque necesariamente se tiene que evitar cualquier parecido con un reclusorio. "Para nosotros no son delincuentes y no puede haber trato o instalaciones que hagan sentir que lo son", señala María Eugenia Morales, directora de Recursos Materiales del INM.
El estado de depresión o de estrés con que muchos indocumentados llegan a las estaciones migratorias provoca muchos destrozos, agrega.
Acaso no sea la versión que algunos indocumentados tienen de lo que provoca esos estados anímicos.
Ya resignado a estar de nuevo en su patria, Erwin cuenta que en la redada de la policía municipal que provocó su detención no fueron pocos los golpeados. El no, se sincera, "pero a mi compañero hasta le echaron una bolsa de plástico en la cara" para que dijera lo que sabía del asesinato del ex mara.
Esta ha sido la peor de sus aventuras en México. Cuando lo intentó por primera vez llegó hasta Veracruz y en la segunda hasta San Luis Potosí. Ahora no pasó de Tapachula.
-¿Contratas polleros para pasar?
-¿A México? No, si a México cualquiera entra.