El escritor regresa a su país natal, desde Madrid, donde vivió el exilio
Larga confesión de Onetti mediante una muestra que abarca su vida y obra
La exposición incluye manuscritos, fotos, cartas y primeras ediciones de sus libros
Los archivos del autor de Juntacadáveres fueron cedidos por su viuda, Dorothea Muhr
Ampliar la imagen Juan Carlos Onetti (1909-1994) FOTO Archivo
Montevideo, 31 de marzo. Juan Carlos Onetti (1909-1994) regresa este jueves a Montevideo desde Madrid mediante manuscritos, fotos, cartas y primeras ediciones para dar Una larga confesión, título de la muestra que durante dos meses permanecerá en el Centro Cultural de España.
La exposición, que abarca vida y obra del narrador uruguayo exiliado desde 1975 en España, desde su niñez en el barrio Colón (noroeste de Montevideo) hasta sus últimos días en Madrid, concluirá el 28 de mayo.
Hay fotos de su infancia en Colón, una agenda con el manuscrito de Cuando ya no importe, hojas sueltas con parte de Dejemos hablar al viento, copias mecanografiadas y corregidas, cartas y objetos que acompañaron su vida, libros, variadas ediciones y traducciones de su obra.
Quizás hasta aparezca alguna fotografía de él vestido de chaqué, peinado, pronunciando un discurso ante el rey Juan Carlos en 1980, tras recibir el Premio Cervantes de Literatura.
Los archivos personales del autor de Juntacadáveres fueron cedidos por su viuda, Dorothea Muhr.
Descrito como ''bebedor'', ''mujeriego'' u ''ogro'' a lo largo de los años, Onetti era sin embargo ''un tipo muy tierno'', dijo a la Afp María Esther Gilio, periodista y amiga del narrador, quien lo entrevistó siete veces y escribió una biografía junto con Carlos María Domínguez.
''Era un tipo con una apariencia un poco de ogro, pero era muy tierno con los niños, con los animales. Tenía una perrita que se llamaba Beatrice, a la que adoraba'', manifestó Gilio. Se trataba de un hombre que no tenía pruritos para decir las cosas que pensaba y ''apreciaba la veracidad de la gente, sin falsas representaciones'', contó.
Gilio le preguntó en entrevista publicada en la revista uruguaya Marcha, el primero de julio de 1966, si tenía ''alguna idea acerca de por qué sus actos son tan poco comprendidos o aceptados por la gente''.
Onetti respondió: ''La clave puede estar en que siempre digo lo que pienso y trato de hacer lo que quiero''.
Deslumbramiento por la adolescencia
En otra entrevista con Gilio, publicada en el diario La Mañana, el 20 de agosto de 1965, Onetti profundiza en su persona. ''Ni siquiera soy el alcoholista mujeriego de que habla el capítulo segundo de la leyenda (...) La leyenda, en lo fundamental: calumnias. Ignorancia, desconocimiento de los hechos. Yo sigo viviendo y la leyenda crece. Cada día soy más malo''.
Le gustaban las mujeres. Se casó cuatro veces. Lo que más le gustaba de ellas ''era la juventud, no la real, sino la que seguía viviendo pese al paso de los años'', dijo Gilio.
''Yo le reprochaba mucho su conducta con las mujeres, de que lo que más le gustara fuera su inocencia, su ingenuidad'', añadió. Pero ''él decía: 'La mujer ya no interesa cuando aprende el precio de la carne de vaca''', contó.
''A veces obligaba (a su viuda) Dolly a no lavar los platos'', porque le molestaba que la mujer estuviera preocupada por el orden de la casa y ese tipo de cosas.
''Tenía un gran deslumbramiento por la adolescencia'', dijo Gilio, quien cuando lo conoció tenía 17 años.
En tanto, a finales de año se editará en España el primero de tres tomos de las Obras Completas de Onetti.