Usted está aquí: sábado 2 de abril de 2005 Política Como escolares, PRI y AN armaron el dictamen del sí

Ni a la autora de Frankenstein se le hubiera ocurrido: Ulloa

Como escolares, PRI y AN armaron el dictamen del sí

El diputado panista sólo copió argumentos de la PGR, afirmó el perredista Horacio Duarte, líder de la instructora

ENRIQUE MENDEZ Y ROBERTO GARDUÑO

Ampliar la imagen Los integrantes de la secci�nstructora en la conferencia de prensa donde anunciaron la aprobaci�el juicio de procedencia contra el jefe de Gobierno capitalino FOTO Francisco Olvera

Aliados una vez más, con el ánimo de destruir a un enemigo político común, PRI y PAN utilizaron como instrumento de la maniobra a sus diputados en la sección instructora para votar, sin argumentos jurídicos ni políticos, ni siquiera con un dictamen, el sí al desafuero del jefe de Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador.

La ausencia de dictamen con proyecto de decreto fue subsanada, sin ningún rubor, con el método escolar de cortar y pegar los textos de ambos partidos, al cabo lo importante era que al final quedara establecido que "sí ha lugar" a que la Cámara se erija en jurado de procedencia en contra de López Obrador.

Defensores de la pulcritud profesional y la legalidad, al final los diputados de PRI y PAN en la instructora utilizaron la técnica del engrudo y la tijera para redactar el dictamen y entregarlo este mediodía al presidente de la mesa directiva de la Cámara, Manlio Fabio Beltrones.

Esta operación mereció el irónico comentario del diputado Gerardo Ulloa Pérez: "ni la autora de un texto de horror, como es Frankenstein, se habría imaginado en sus sueños más perversos un engendro, un bodrio de retazos a seis manos para quitar de en medio a un enemigo político".

Y es que sentados a la mesa de la sección instructora, Rebeca Godínez y Bravo y Francisco Cuauhtémoc Frías, del PRI, junto a Alvaro Elías Loredo, del PAN, cumplieron la orden que les fue dictada desde las dirigencias nacionales de sus partidos, sin importar que no hubiera coincidencia en los proyectos de dictamen que cada uno presentó ayer en San Lázaro.

En medio de una cobertura informativa sin precedente en la Cámara de Diputados, los tres legisladores se presentaron a la última cita del largo proceso de 11 meses sólo para ratificar la negociación, de hace un año en Los Pinos, entre Vicente Fox; el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mariano Azuela, y el procurador de la República, Rafael Macedo de la Concha: la inhabilitación política de López Obrador.

Entre empellones, Alvaro Elías anunció que se cumpliría con el respeto a la legalidad, discurso que manifestaba ya la mayoritaria decisión que se asumiría horas después en la instructora. Le siguieron, en silencio y resguardados por un cordón de agentes de seguridad, Rebeca Godínez y Francisco Cuauhtémoc Frías.

Por último, el perredista Horacio Duarte Olivares, presidente de la sección instructora, llamó a la congruencia de las luchas democráticas que sostuvieron tanto el PRI como el PAN a lo largo de la historia, y ya con la percepción de que sería derrotado, advirtió que sobre la República se cierne, a partir de hoy, la sombra del autoritarismo, el regreso de un posmoderno Victoriano Huerta en la persona de Vicente Fox.

Pasadas las 10:30 de la mañana empezó la reunión a puerta cerrada. En la sala de juntas de la instructora sólo permanecieron los cuatro diputados, el secretario técnico de la sección y la secretaria responsable de la administración de ese órgano legislativo.

Tijeras y engrudo

En menos de 20 minutos, Francisco Frías presentó argumentos en favor del desafuero del jefe de Gobierno; le siguió Horacio Duarte, quien durante hora y media reprochó la decisión de retirar la protección constitucional a López Obrador. En seguida, Rebeca Godínez simplemente utilizó 15 minutos para reiterar que el gobernante capitalino tenía que ser desaforado por desacato a una orden judicial, y Alvaro Elías Loredo no sólo no ofreció argumentos, sino que acusó directamente al inculpado de no haber respondido a la resolución del juez que lleva el caso de El Encino.

La segunda ronda de discusión fue más larga. Cada uno de los legisladores presentó sus argumentos jurídicos para emprender la inhabilitación, y en una tercera se inició el debate político.

En ese punto, Duarte Olivares acusó a Frías por sus titubeos, que en realidad dieron más tiempo a su dirigencia nacional para apretar entre los diputados un voto mayoritario en favor del desafuero de su rival político de siempre.

A Rebeca Godínez, quien recibía constantes llamadas por teléfono, le reprochó su actitud beligerante e incongruente, al cambiar de opinión en torno a la importancia de definir en el proceso los accesos del predio El Encino.

Y a Alvaro Elías, nervioso durante toda la mañana, le reclamó que no había estudiado con profusión el expediente de más de 11 mil fojas. Apenas, y durante los 10 meses del procedimiento, lo revisó siete veces.

Entre sus compañeros, Alvaro Elías dio la impresión de que presentó un documento que no conocía. Titubeante, en momentos nervioso porque las hojas se le traspapelaban o caían al suelo, el abogado y catedrático potosino se detenía a buscar un dato, en un silencio incómodo. Duarte le soltó, y lo reveló más tarde en la conferencia de prensa conjunta, que no había hecho más que copiar los argumentos de la Procuraduría General de la República.

Nada los movió

En la última etapa de la reunión, que se prolongó por más de seis horas, Duarte preguntó si el tema estaba suficientemente discutido y consultó el método para votar el dictamen, para así resolver el enredo de que cada uno de los cuatro diputados llevara su propio proyecto.

La propuesta que puso en la mesa fue votar cada uno de los textos, a lo que Elías Loredo se negó tajantemente; planteó que la mejor opción era votar por el sí o por el no al desafuero. "Y después votamos qué proyecto queda", alegó.

Duarte cuestionó lo absurdo de ese mecanismo, y Frías sugirió que los tres que habían expresado su voto por el "sí al desafuero" retiraran dos proyectos y se aprobara uno solo. A Elías Loredo le ganó el orgullo y rechazó esa salida, porque ello habría implicado que se quitara el documento que presentó como de su autoría.

Al final ganó la posición de votar únicamente por el sí o no al desafuero, y el resultado fue de tres en favor (Frías, Godínez y Elías Loredo) y el voto en contra de Horacio Duarte.

Después vino el acuerdo entre los priístas y el panista de sentar al secretario técnico de la sección instructora a emprender la tarea, junto con los asesores de los tres, de cortar y pegar.

"¿A poco me veía enojado?", preguntó Duarte Olivares a los reporteros. "¡Y cómo no, si esto fue una chingadera! Y las chingaderas ofenden".

 
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