Usted está aquí: sábado 2 de abril de 2005 Mundo Juan Pablo II deja disposiciones definidas del proceso a seguir después de su muerte

El Papa polaco plasmó en la Constitución Apostólica su concepción de la sucesión

Juan Pablo II deja disposiciones definidas del proceso a seguir después de su muerte

Su cuerpo deberá ser inhumado entre el cuarto y el sexto día después del fallecimiento

AFP

Ampliar la imagen La luz encendida en las dos ventanas del aposento del Papa en el tercer piso indica, seg� tradici�e la Iglesia, que el pont�ce a�gue con vida, mientras miles miran expectantes ese lugar FOTO AP

Ciudad del Vaticano, 1º de abril. Los funerales de los papas duran nueve días consecutivos. El cuerpo debe ser inhumado entre el cuarto y sexto día después de la muerte, según disposiciones definidas por Juan Pablo II en la Constitución Apostólica de 1996.

El documento estableces con precisión los trámites que deberán cumplir las exequias y el mecanismo para elegir al sucesor del pontífice recién fallecido.

Una vez que el prelado encargado como camarlengo constata la muerte del Papa y anuncia la noticia al pueblo de Roma, los cardenales fijan día, hora y modalidades del traslado del cuerpo del pontífice difunto a la basílica del Vaticano, para ser expuesto "al homenaje de los fieles".

El camarlengo es responsable del "trono vacante" durante el periodo entre el deceso y la elección del nuevo Papa. También es el encargado de convocar a la primera reunión de cardenales antes del cónclave.

Delegaciones oficiales de todos los países asisten a la misa fúnebre, que es concelebrada por los cardenales y presidida por el decano de los prelados.

El cónclave debe comenzar en un plazo de dos semanas. Según la última reforma, los cardenales electores no residirán más en el palacio apostólico -como se hacía anteriormente- sino en un hotel habilitado dentro de Vaticano.

Fue Juan Pablo II quien dispuso construir dicho alojamiento, llamado la Casa Santa Marta, ubicado a unos metros de la Basílica de San Pedro.

Los cardenales deben reunirse regularmente en la Capilla Sixtina para votar dos veces por día. Desde la primeras reuniones, o "consultaciones" previas al cónclave, los cardenales deben leer -si existe- el testamento o los documentos que les haya dejado el Papa difunto.

Además, deben romper el anillo apostólico y el sello de plomo con que fueron enviadas las Cartas Apostólicas durante el último pontificado.

Los cardenales se encargan, asimismo, de adoptar el presupuesto de gastos corrientes hasta la elección del sucesor. También deciden una indemnización a los empleados del Vaticano y se ponen a la venta estampillas y medallas especiales con el símbolo del cónclave, al que se conoce como el quitasol litúrgico.

El Papa deberá ser sepultado en la basílica vaticana, cerca de la tumba de San Pedro, según las indicaciones dejadas por él mismo en su Constitución Apostólica, un verdadero testamento de intenciones del pontífice que revolucionó a la curia romana.

Los cardenales sólo tomarán la decisión definitiva sobre el lugar de inhumación después de leer el testamento, en caso de que el Papa fallecido haya decidido ser sepultado en otro sitio.

Salvo una decisión contraria del cardenal decano, no se conservará para la historia ningún documento fotográfico o sonoro de los últimos momentos de un Papa, pues la Constitución Apostólica prohíbe que se le grabe o tomen fotografías.

Estas últimas fueron disposiciones adoptadas por Paulo VI tras el escándalo que siguió luego de la muerte de Pío XII, pues su médico personal, Galeazzi Lissi, publicó en un libro las fotografías de ese Papa en su lecho de muerte, con la máscara de oxígeno sobre la boca.

 
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