El choque de un objeto de 80 gramos equivale a la explosión de un kilo de dinamita: IAC
La basura cósmica puede causar accidentes a naves espaciales
Los desperdicios han provocado inhabilitación de satélites, dice el astrónomo José de la Herrán
Tras precisar que "económicamente es incosteable ponerse a buscar tornillos en el espacio porque los lanzamientos son carísimos", José de la Herrán, astrónomo, investigador y, asesor técnico del Museo de la Ciencia Universum, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), subrayó que actualmente las agencias espaciales, a fin de "no empeorar la situación", procuran lanzar naves que no desprendan piezas metálicas cuando se separan los cohetes propulsores, así como aumentar la vida útil de los satélites, para así postergar el mayor tiempo posible el momento en que se convierten en chatarra espacial.
La principal preocupación de las agencias espaciales respecto a la basura cósmica no radica en que ésta, al precipitarse en caída libre hacia la Tierra, pueda ocasionar algún percance, porque hasta ahora no hay registro de ello. No obstante, la posibilidad real existe, aunque sea remota, así como que alguien sea afectado por un aerolito.
La preocupación de las agencias es que el choque de alguna pieza de desperdicio frustre alguna misión, ya sea al provocar averías en las naves, con el riesgo de tener pérdida de vidas humanas por una eventual explosión, así como de inversión financiera y de investigaciones realizadas. Pero estos "proyectiles, que pueden desplazarse a más de 28 kilómetros por segundo, son capaces también de afectar o inhabilitar satélites", indicó De la Herrán.
A su vez, para el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), cada vez es mayor el riesgo de que, mientras realiza labores fuera de su nave o de alguna estación espacial, un astronauta pudiera ser traspasado por algún objeto basura que, viajando a una velocidad que supera por mucho a la de una bala (poco más de 900 metros por segundo), y pesando apenas unos 80 gramos, refiere el IAC, tendría una energía cinética equivalente a la explosión de un kilogramo de dinamita.
Accidentes sin explicación
Para evitar que las naves y satélites sufran algún daño por el impacto de alguno de estos objetos, se las ha blindado, aunque la afectación no sólo depende del tamaño del objeto que colisione, sino también del ángulo y la velocidad con que pegue, la cual depende también de la órbita en que el objeto se mueva (en la órbita baja de la Tierra -LEO, por sus siglas en inglés-, la velocidad varía entre siete y 15 kilómetros por segundo, mientras que en la órbita geoestacionaria -GEO-, la velocidad es de apenas tres kilómetros por segundo).
De acuerdo con una publicación del Instituto Nacional de Astrofísica Optica y Electrónica, con sede en Tonantzintla, Puebla, aunque aún no existe evidencia documentada de la falla de alguna nave espacial debido al impacto de desechos, sí han ocurrido accidentes que carecen de explicación, como el del satélite Kosmos 1275 que se fragmentó en multitud de pedazos -generando más basura espacial- "sin motivo aparente, siendo la causa más probable el impacto de algún desecho". Asimismo, el mismo instituto refiere que estudios en otros satélites, como el telescopio Hubble, "muestran que los desechos espaciales son mucho más peligrosos que los meteoritos", y es que en este telescopio se reportaron más de 700 impactos en sus 20 metros de paneles solares.
Estos desperdicios también son responsables de los cambios orbitales de los satélites. En 1996, el minisatélite militar francés Cerise cambió su órbita debido a que chocó con un pedazo de lo que era el cohete Ariane, que estalló una década antes.
Otro problema de la basura espacial es el efecto dominó: al explotar un objeto genera cientos o miles de trozos, los cuales, al chocar con otros, pueden fragmentarse y multiplicar el número de piezas de basura cósmica.
Para De la Herrán, de no dársele la atención que merece a la basura espacial, y procurar limpiar, pero sobre todo minimizar el número de desechos generados por las misiones espaciales, "pasará como lo ocurrido en nuestro planeta: hace 200 años no creíamos que se pudiera contaminar, y ahora estamos sufriendo los resultados; y aunque podría pensarse que el espacio tiene, por obvias razones, mucha más capacidad para contener desperdicios, lo cierto es que sólo una parte de éstos se aleja de la Tierra, los demás se quedan orbitándola en LEO y GEO, en la órbita sincrónica".