Usted está aquí: sábado 2 de abril de 2005 Opinión LA MUESTRA

LA MUESTRA

Carlos Bonfil

Nuestra música

Ampliar la imagen Una escena de la pel�la Nuestra m�, de Jean Luc Godard

ENTRE LAS MULTIPLES anécdotas, máximas y reflexiones que reúne Nuestra música (Notre musique), de Jean Luc Godard, figura una definición del oficio cinematográfico. Según el director de Elogio del amor, el principio del cine es "Ir a la luz, capturarla y dirigirla hacia nuestra oscuridad". Y añade: "Esa es nuestra música". La cinta más reciente de Godard combina característicamente el documental y la ficción, la reflexión filosófica y el alegato político, un elogio de la conversación y un breve tratado sobre la imagen.

EL DIRECTOR ES protagonista principal, él entrevista y es también entrevistado, se le ve impartiendo cursos en Sarajevo sobre el texto y la imagen, en el marco de un Encuentro Europeo del Libro. Sarajevo es el lugar emblemático, a la manera de Hiroshima, Dachau o Drancy, un escenario de guerra, y las visitas que hace el director a ese lugar, como anteriormente lo hiciera la escritora Susan Sontag para escenificar ahí textos de Samuel Beckett, suscitan una reflexión vigorosa sobre la violencia y los seres humanos, y su terrible manía de cortarle la cabeza a la gente, según palabras de Godard, quien concluye: "Me asombra que aún haya sobrevivientes''.

LOS PRIMEROS NUEVE minutos de Nuestra música integran la primera de tres partes de un discurso fílmico inspirado en La divina comedia, de Dante Alighieri, con recopilación de documentos visuales provenientes del laboratorio-estudio de Godard en Rolle, Suiza, concentrados en la violencia y en el horror bélico. Imágenes del cine de D.W. Griffith y Serguei Eisenstein, instantáneas del holocausto en Auschwitz o en Phnom Penh, también de la barbarie capturada en ¡Qué viva México! Imágenes fragmentadas, sometidas a un tratamiento cromático que realza su dramatismo, editadas de modo impecable. La segunda parte, Purgatorio, con una duración de una hora, mezcla caprichosamente las formas narrativas: al tono didáctico y sentencioso de Godard explicando a sus alumnos la naturaleza del campo y contracampo fílmicos (con ilustración de un filme de Howard Hawks e imágenes de judíos y palestinos llegando a la tierra prometida), se añade la anécdota perturbadora de la joven videoasta franco-judía Olga, dispuesta a inmolarse en una sala de cine en Jerusalén, en favor de la paz y no de la guerra. El video que ella entrega antes de cumplir su cometido se titula precisamente Nuestra música. Godard presenta el Purgatorio como una Babel en la que se confunden todas las lenguas, como en El desprecio, su cinta de 1965. Hay aquí un intérprete egipcio y escritores invitados que recitan en su propio idioma textos humanistas, a la manera de autómatas. Juan Goytisolo afirma que "Matar a un hombre para defender una idea no es defender una idea, es matar a un hombre". Dos pieles rojas enumeran sus reclamos ante el interlocutor anglosajón o el espectador eurocentrista. Y así se suceden diversas reflexiones, verborréicas unas, concisas y elocuentes otras, sobre el lenguaje y la ilusión fílmica, sobre la naturaleza política de la ficción y del documental, o sobre el castillo de Elsinor como imagen de la realidad en oposición al castillo de Hamlet como triunfo de lo imaginario. Campo y contracampo. En su llegada a la tierra prometida, el pueblo judío conquista la ficción en tanto el pueblo palestino permanece en la categoría del documental. "La verdad tiene siempre dos caras". Lección de cine, y también de moral política.

EL ULTIMO SEGMENTO, unos cuantos minutos, presenta la visión idílica y terrible de un Paraíso resguardado por marines estadunidenses. Adán y Eva comparten apaciblemente la manzana de la sabiduría, en tanto un ángel lee una novela negra de David Goodis. Un final a lo Fahrenheit 451, de François Truffaut; un nuevo elogio del amor y la lectura, contracampo de la barbarie y la guerra.

NUESTRA MUSICA. Cineteca Nacional. Sábado 2: 12, 16, 18:30 y 21 horas; domingo 3: 13, 16:30, 19 y 21:30 horas.

 
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