Les sacaron su ganado para presionarlos a abandonar el lugar, porque "ahí no encajan", aseguran
Rancheros asentados en parque de Chihuahua denuncian acoso de ricos
En esa reserva, funcionarios otorgaron 200 permisos a empresarios para construir casas de campo, dicen
Ampliar la imagen Rancheros que habitan en el parque nacional Cumbres de Majalca denunciaron el acoso de que han sido v�imas. En la segunda foto, una de las casas de campo que se construyen en esa zona FOTOS Fotel
Parque Nacional Cumbres de Majalca, Chih., 4 de abril. Veinte familias avecindadas en esta localidad por más de cuatro generaciones, denunciaron que el consejo de colonos que administra la reserva las "presiona" y "hostiga" para que abandonen sus viviendas y se lleven el ganado, con el argumento de que "no encajan" en la colonia de casas de descanso construida aquí por las familias adineradas de la capital del estado.
Elba Macías Ortega, Luis Rodríguez y Mario Alberto Rodríguez, representantes de los rancheros, cuyas familias habitan en las Cumbres de Majalca -zona boscosa situada a 60 kilómetros de la ciudad de Chihuahua-, libran una batalla legal con el consejo de colonos y las autoridades de ecología federales y estatales para que se les permita participar en la toma de decisiones sobre la administración de este parque nacional, donde han vivido sus ancestros por más de 90 años.
Denunciaron que hace un mes el presidente del consejo de colonos, César Anchando, auxiliado por policías municipales, "arrearon" todo el ganado de los rancheros y lo enviaron a los corrales del rastro municipal, como medida de presión para obligarlos a sacar sus animales de la zona residencial rústica campestre edificada en una parte del parque que fue entregada en concesión a 200 empresarios que construyeron casas de campo.
El parque nacional Cumbres de Majalca surgió por decreto en el sexenio de Lázaro Cárdenas. Tiene 4 mil 500 hectáreas de terreno, poblado de pinos y encinos, en un lunar boscoso cercano a la capital chihuahuense.
Décadas atrás, en ese lugar existían sólo unas cuantas casas de campo, especialmente de intelectuales chihuahuenses; sin embargo, hace 15 años, se convirtió "en el lugar de moda" de la gente adinerada para construir residencias campestres y empezó la batalla contra los rancheros avecindados en la zona.
En Cumbres de Majalca todos los fines de semana confluyen "las familias bien" de Chihuahua, en una mezcla de nombres y apellidos que conjugan los poderes económico y político: los Russeck, los Kalish, los Cano, los Madero, Baeza, Laguette, Vallina, entre otros.
"Con el pretexto de la reforestación del parque, hace diez años los ricos vinieron y plantaron pinos en las áreas donde sembrábamos fríjol y maíz. Nosotros no pudimos hacer nada porque la sequía nos impedía cultivar las parcelas, pero ahora con el mismo pretexto de la ecología nos quieren obligar a deshacernos de nuestros animales. Dicen que dañan el bosque, que se comen el pasto, los pinos pequeños, y aceleran la erosión", cuenta Mario Alberto Rodríguez ranchero que por más de 30 años ha pastoreado ganado en esta área.
Con ese argumento el consejo de colonos ordenó el desalojo de ganado de toda la zona del parque nacional que les fue entregado en custodia por el Gobierno de Chihuahua, que a su vez recibió la salvaguarda de la reserva por el gobierno federal.
Los rancheros tuvieron que acudir a la protección de la justicia federal, y hace unos días obtuvieron una suspensión provisional de la medida, ordenada por el juzgado primero de distrito en la resolución 199/2005, en tanto intentan que se les reconozcan sus derechos como pobladores de la zona, de participar en la toma de decisiones y la administración del parque nacional, donde nacieron y viven, a diferencia de los colonos que llegan los fines de semana a sus casas de campo.
Elba Macías, ranchera que sobrevive de la venta de quesos que ella misma elabora y de una pequeña tienda de abarrotes, donde atiende a los excursionistas que vistan el parque nacional, denuncia que mientras "los ricos" -así llama a los dueños de casas de fin de semana- dicen que las vacas y caballos acaban con el bosque, "los juniors trepan sus cuatrimoto en las lomas y pasan sobre los pinos recién plantados sin que nadie les diga nada".
Cuenta que como parte del hostigamiento del que son objeto, el consejo de colonos ordenó que se cobre a los rancheros 40 pesos por cada familiar y amigo que sube a las Cumbres de Majalca a visitarlos y 70 pesos por cada vehículo que lleven; "en cambio los que vienen a las residencias no pagan nada, nomás dicen el nombre del colono y nadie los molesta".
Por si fuera poco, el consejo de colonos les ha negado la autorización para ampliar sus viviendas o construir una casa para sus hijos, mientras continúa vendiendo terrenos y permitiendo la edificación de grandes residencias campestres, como la que actualmente edifican algunos prominentes empresarios locales, entre ellos, la diputada federal priísta Martha Laguette.
De toda ésta situación están enteradas las autoridades estatales y federales, tanto el secretario de Desarrollo Urbano y Ecología, Víctor Valencia de los Santos, como el delegado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, José Treviño, "pero le dan largas y largas al asunto", señala Elba, lo que los llevó a buscar el apoyo de organizaciones sociales como El Barzón para hacer frente al problema legal.
Sólo pretenden hacer valer su derecho de seguir viviendo en las Cumbres de Majalca, aunque sus apellidos no representen el poder económico de sus vecinos de fin de semana.
Luz Estela Castro, representante legal de los rancheros, sostiene que el caso del parque nacional Cumbres de Majalca "es único en el país, en el que una reserva ecológica ha sido concesionada para uso exclusivo de un grupo de privilegiados".