Usted está aquí: martes 5 de abril de 2005 Opinión Flautistas profesionales a concurso

Juan Arturo Brennan

Flautistas profesionales a concurso

Entre el martes 29 de marzo y el viernes primero de abril se llevaron a cabo las sesiones restantes del segundo Concurso Nacional de Flauta Transversa Gildardo Mojica, cuya primera sesión (la correspondiente a la categoría juvenil ''B") reseñé en este espacio el miércoles. En la categoría infantil ''A", a la que concurrieron ocho aspirantes (seis niños y dos niñas), el premio fue para Rodrigo Cortez López. A la categoría infantil ''B" concurrieron ocho niños y cuatro niñas, y el primer lugar fue obtenido por Marvin Jácome López.

En la categoría juvenil ''A" participaron 13 mujeres y ocho hombres, y el ganador fue Piotr Rubén Delgado. Una vez consignados estos datos, y antes de pasar al meollo de esta reseña, que es la categoría profesional del concurso, vale la pena anotar un dato ciertamente interesante: en la primera versión del certamen, realizada en 2003, las tres categorías abiertas en esa ocasión fueron ganadas por mujeres y, para más señas, veracruzanas.

Lo menciono porque, además, en este segundo concurso la participación de músicos veracruzanos ha sido muy abundante, y de los premios otorgados en las categorías ya mencionadas, siete corresponden a flautistas de Veracruz. Para más señas, coparon los tres premios de la categoría infantil "B". Ello indica, sin duda, que algo se está haciendo bien en la educación musical en aquel estado, particularmente por los rumbos de Jalapa.

Para entrar en materia, resulta que a la categoría profesional del concurso se presentaron solamente cuatro aspirantes: tres mujeres y un hombre, tres chilangos y una mexiquense. Si se considera la amplia participación en las otras categorías, podría pensarse que un buen número de flautistas de buen nivel que pudieron haber participado optaron por la actitud de ''tengo mucho que perder y poco que ganar" y decidieron abstenerse. Esta escasa participación en la categoría profesional del concurso ocasionó situaciones inesperadas.

En la fase eliminatoria, llevada a cabo el miércoles sobre Caprichos de Paganini en transcripción para flauta sola, el jurado eliminó a dos de los concursantes y conservó a los otros dos. En tales circunstancias, no era lógico realizar una etapa semifinal, que fue cancelada por el jurado, y los dos flautistas seleccionados pasaron directamente a la final. Una de las consecuencias de ello fue que, por desgracia, dejaron de tocarse tres obras mexicanas, de Mario Lavista, Horacio Uribe y Hugo Rosales, cuya ejecución habría enriquecido sin duda el perfil musical del concurso. Al menos, en el repertorio de la fase final estuvo incluido el sabroso y luminoso Huacalito de Los centinelas de Etersa de Eduardo Angulo.

Así, la noche del viernes se presentaron a la prueba final con orquesta (una orquesta muy mala, por cierto) Andrea Leticia Moysén Mason y Nathan Gerardo Meaney Murillo, ambos del Distrito Federal. Desde la ejecución obligatoria de la pieza de Angulo quedó muy clara la diferencia entre ambos concursantes. Meaney Murillo la interpretó con más intención, desenvoltura y picardía, y con un nivel técnico más alto que su colega. En la obra libre, la diferencia se hizo aún más evidente. En su interpretación del Concierto No. 7 de François Devienne, Moysén Mason perdió el rumbo en varios momentos de la partitura, lo que ocasionó un deterioro en cascada de los demás parámetros de ejecución. En cambio, Meaney Murillo tocó con mucho más aplomo y solidez el dramático Concierto en mi menor de Saverio Mercadante, obra mucho más profunda y significativa que la de Devienne.

Y a lo largo de la prueba, Meaney Murillo ganó con claridad en ese aspecto capital que mencioné en la reseña del miércoles, el de la actitud y la presencia escénica. El jurado presidido por Marisa Canales (Judith Johanson, Francisco Viesca, Luis Humberto Ramos, Eduardo Angulo y Benjamín Juárez Echenique) rindió un veredicto plenamente acorde con lo visto y escuchado esa noche, declarando desiertos el primer y tercer lugares y otorgando el segundo a Nathan Gerardo Meaney Murillo, con una previsible admonición sobre el trabajo sostenido y la superación posible.

Una vez finalizado el concurso, su director artístico, Miguel Angel Villanueva, habló brevemente para La Jornada, para informar que entre los planes a futuro está realizar certámenes estatales (o al menos regionales) anuales como plataforma para las siguientes versiones del concurso nacional, así como transformar a éste, quizá en unas tres ediciones más, en un concurso internacional.

La alternativa, afirmó Villanueva, sería en todo caso conservar el concurso nacional y organizar, además, uno internacional.

 
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