LA MUESTRA
El perro entra en la Muestra Internacional de última hora
Propuesta del argentino Carlos Sorín de un cine muy arriesgado
Ampliar la imagen Una cinta que retoma la visi�e la fragilidad humana FOTO Cortes�Cineteca Nacional
UN CAMBIO DE última hora colocó en la programación de la Muestra a la cinta argentina El perro, de Carlos Sorín, en lugar de la también argentina Luna de Avellaneda, de Juan José Campanella. Sin conocer esta última cinta del director de El hijo de la novia, resulta difícil concluir si el espectador sale ganando con el cambio. Lo cierto es que la propuesta de Sorín es la de un cine independiente, muy arriesgado, alejado de los grandes nombres y de la fórmula comercial. Algo que no puede decirse del cine de Campanella.
PARA QUIENES RECUERDEN el breve paso por la Cineteca Nacional de Historias mínimas, tercer largometraje de Sorín, El perro será un poco la continuación de una de las tres historias de aquella cinta, cuyo mejor episodio presentaba a un anciano que recorría cuatrocientos kilómetros del territorio patagónico en busca del perro Malacara, que había desaparecido súbitamente, casi por voluntad propia. Convencido de que el animal había presenciado un viejo crimen suyo, del que jamás lo había perdonado, el protagonista parte en busca del perdón canino, reconciliación necesaria en lo que juzga sus últimos días.
EL NUEVO RELATO de Sorín retoma aquella visión de la fragilidad humana, tan en deuda con una de las cintas más impecables del neorrealismo italiano, Umberto D, de Vittorio de Sica. Esta vez el protagonista es Juan Villegas, hombre de 52 años, desempleado luego de haber entregado 20 años de su vida a la gasolinería que ahora lo despide. Sin poder encontrar un nuevo empleo, Villegas intenta vender cuchillos artesanales de su propia fabricación a obreros que apenas sobreviven con el mínimo, y después de varios intentos fallidos por sobrevivir en el subempleo tiene la suerte de recibir como regalo un perro, un imponente dogo con pedigree intachable, capaz de competir en certámenes caninos y de cumplir como semental profesional en faenas de apareamiento.
CARLOS SORIN NARRA con la economía de su cinta anterior el súbito vuelco en la existencia de Juan Villegas. Lo que afina ahora el cineasta es su toque humorístico, su manera de equiparar la tímida ingenuidad de su protagonista con el torpe desempeño de su perro, de libido inesperadamente baja, declarado un fracaso total por quienes desearon aprovechar su potencia, incomprendido como su nuevo amo y, como él, rechazado. Un perro fuera de serie, musculoso y apacible, violento ante la provocación insistente, con un nombre muy peculiar e irónico, Bombón Le Chien.
UNA MARCA DEL cine de Sorín, y de buena parte del nuevo cine argentino, es recurrir a actores no profesionales, en rigor, a gente de la calle que jamás ha actuado, como el propio Villegas Coco, antiguo acomodador de autos, para quien este papel estelar representó un cambio tan fuerte en su existencia como el que relata la propia cinta. Es elocuente la manera en que la crisis económica ha sido, paradójicamente, el detonador de una gran vitalidad en el cine argentino. El abrazo partido, La buena vida, La mecha, Bolivia, La familia rodante son sólo algunos títulos de un mismo empeño por reflejar la situación actual en el país y la búsqueda de una identidad propia, muy al margen del fatalismo. Las dos realizaciones más recientes de Carlos Sorín confirman un estilo muy sólido y una temática atractiva, un mismo paisaje obsesivo: la Patagonia, y personajes entrañables que combinan buen humor y escepticismo ante situaciones que, rebasándolos continuamente, jamás los derriban del todo. El perro no es ni mejor ni peor que las Historias mínimas que la preceden. Es simplemente su prolongación afortunada y redonda. Un nuevo acierto del cine argentino.
EL PERRO. Cineteca Nacional. Martes 5: 12, 16, 18:30 y 21; miércoles 6: 13, 16:30, 19 y 21:30.