Procesos no lineales y cambio ambiental
Hace cinco años la Asamblea General de las Naciones Unidas dio a conocer ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) que todos los miembros de la ONU se comprometían a alcanzar para el año 2015. Los ODM son metas cuantitativas (reducir en 50 por ciento la proporción de personas que viven con menos de un dólar diario o reducir en dos terceras partes la mortalidad infantil de niños menores de cinco años). Los objetivos del milenio fueron anunciados con gran pompa y publicidad.
Hoy, casi a la mitad del camino a la meta, se pone en duda la posibilidad de alcanzar estos objetivos. La economía mundial está lejos de las tasas de crecimiento sostenido que se necesitan para hacer realidad los ODM. Además, no ha podido recuperarse de las crisis financieras de los últimos 20 años y la desigualdad entre grupos de países se profundiza, en lugar de reducirse.
Ahora surgen nuevas sombras sobre los objetivos del milenio por el lado del desgaste ambiental. A principios del mes se dio a conocer la síntesis de la Evaluación de los ecosistemas del milenio (MEA, por sus siglas en inglés), un esfuerzo llevado a cabo por mil 300 científicos en todo el mundo. El ejercicio, iniciado hace cinco años, cubrió 24 servicios ambientales proporcionados por ecosistemas y llegó a la conclusión de que en por lo menos 15 de ellos la tasa de utilización es insostenible y muy alto el nivel de degradación. Entre otras cosas, esto ha provocado una extinción masiva de especies.
Entre los servicios que se encuentran en estado crítico figuran la captura pesquera, la protección frente a desastres naturales, la regulación de la calidad del aire y el clima, la oferta de agua y el control de la erosión. El caso del agua es alarmante: entre 5 por ciento y 25 por ciento del uso de agua en el mundo excede la oferta de largo plazo. Esa sobrexplotación de acuíferos de todo tipo tendrá graves consecuencias en las próximas décadas.
El informe señala que en los últimos 50 años los seres humanos han transformado los ecosistemas del planeta más rápida y extensamente que en ningún otro periodo en la historia para enfrentar la demanda creciente de recursos naturales. Estas altas tasas de extracción son la huella ecológica, cada vez más profunda, que la economía mundial está dejando en el planeta.
¿Cómo van a evolucionar estos ecosistemas en el futuro? Es difícil conocer con absoluta certeza la trayectoria futura de los ecosistemas afectados porque muchos efectos no se perciben, sino hasta después de alcanzar un nivel crítico. Quizás lo más importante es que en muchos casos los cambios de los ecosistemas pueden representarse como procesos no lineales. Eso quiere decir que a partir de ciertos umbrales, el comportamiento de las variables del sistema es mucho más rico y complejo, por no decir impredecible.
La dinámica de sistemas no lineales presenta cambios que son difíciles, frecuentemente imposibles, de calcular en el estado actual de la tecnología. Aunque se han estudiado algunos sistemas de ecuaciones no lineales, ese terreno de las matemáticas sigue siendo tierra incógnita. Uno de los rasgos más importantes de los sistemas no lineales es la sensibilidad extrema a las condiciones iniciales: variaciones minúsculas en las condiciones iniciales conducen a puntos de llegada muy distantes. Algunos ejemplos que pueden simularse matemáticamente como sistemas no lineales son la atmósfera, turbulencia en líquidos y los ecosistemas del trópico húmedo.
En general, los cambios en los ecosistemas se producen gradualmente. Pero algunos procesos presentan los rasgos de los sistemas no lineales: a partir de cierto umbral, los sistemas sufren cambios violentos con aceleración creciente, que en poco tiempo llegan a ser irreversibles. Esta es quizás la llamada de atención más importante de la MEA. De mantenerse la presión actual sobre los ecosistemas del mundo, los cambios serán difíciles de prever y de remediar.
La MEA concluye que la degradación de los ecosistemas está ya afectando a toda la población del planeta. Pero sus efectos son más severos sobre los grupos más pobres. También advierte que la degradación de los ecosistemas podría empeorar significativamente en 50 años.
Pero el análisis de las causas directas e indirectas de esta degradación no es el fuerte de la MEA. Habrá que esperar la publicación del informe integral en unas semanas para examinar cómo piensan los autores de la MEA que es posible frenar y revertir las tendencias negativas. Una mala señal es que la síntesis pone demasiado énfasis en los incentivos económicos y las virtudes de la creación de mercados. Los autores se olvidan que otro ejemplo de sistema no lineal es el de la economía mundial, con sus mercados inestables y dinámicas difíciles de predecir. Parte del texto de la MEA tiene el sabor de recomendar más de lo mismo, pero nada justifica tanta confianza en el status quo para salir del peligro.