Usted está aquí: viernes 15 de abril de 2005 Política El gobierno incumple promesas a los indígenas reubicados de Montes Azules

No han recibido tierras para sembrar y la Sedeso dejó de entregar despensas, denuncian

El gobierno incumple promesas a los indígenas reubicados de Montes Azules

Algunos regresaron a la selva, otros piensan emigrar a Estados Unidos, afirman

HERMANN BELLIGHAUSEN ENVIADO

Nuevo Centro de Poblacion Montes Azules, Chis. 14 de abril. Un paisaje inusitado en la selva Lacandona, aun en estas tierras bajas del norte ya muy taladas en su declive al río Usumacinta y la selva guatemalteca. Como un pedazo de ciudad caído de pronto, este año apareció aquí una unidad habitacional de las que todavía a veces construyen los gobiernos en los cinturones de miseria de los centros urbanos.

El boulevard principal, un kilómetro exacto de casas idénticas y de los mismos colores naranja y blanco, se llama Montes Azules, muy apropiadamente, y hace esquina con el boulevard Palenque. Las calles interiores llevan nombres de ríos: Lacantún, Lacanjá, Chacamax. Ya ni la burla perdonan. De allá vienen estos tzeltales, choles y tojolabales expobladores de Montes Azules a los que el gobierno "reubicó" en febrero con reflectores y espacio triple A en la barra de noticias.

De las casas de ladrillo y techo de teja asoman niños y mujeres indígenas, azorados de sí mismos, de encontrarse en este paisaje desolado y cuadriculado, a donde los trajeron a esperar que les den nuevas tierras. "El gobierno nos ofreció 20 hectáreas por familia, primero. Está dando de a cinco hectáreas, y a la mayoría todavía nos falta que cumplan sus promesas", dice uno de los hombres que salen de la "agencia" del poblado, una casa idéntica a las demás donde se reúnen los representantes del centro poblacional al que fueron "reducidos" (admítase la acepción colonial del término) siete poblados de Montes Azules por órdenes del Estado.

"Ni siquiera así es parejo el gobierno", dice otro hombre, sentado sobre una extraña estructura blanca de ladrillo, que se repite frente a cada una de las 180 casas aquí y cuya utilidad se me escapa. "A los de Ruinas Paraíso les dieron más tierras que a los demás. Diez hectáreas para cada familia".

A los de Nuevo Tumbalá la dotación de tierras les queda a unos cinco kilómetros del poblado, y aunque ya empezaron a rozar, están esperando los fertilizantes y un aporte de semillas del gobierno. En los verdaderos Montes Azules no usaban fertilizantes y las semillas era suyas.

Otra cosa que esperan es la despensa que el gobierno se comprometió a repartirles por lo menos durante seis meses, que ellos han pedido que sea un año. Cada mes, cinco kilos de maíz por persona. El 7 de febrero, puntuales llegaron el maíz y un poco de frijol. El 7 de marzo, nada. Protestaron. Es lo único que tienen. El 20 llegó el enviado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) con siete kilos, para marzo y abril. O sea, menos de dos veces cinco kilos. Después de eso, no han vuelto a saber nada de la Sedeso.

"Se necesita dinero", dice otro hombre más. "No tenemos para jabón, azúcar ni sal. Pero el gobierno no da sus 'programas', ni su pollo. No hay dinero, y aquí sólo se puede comprar". Algunos se están regresando a Montes Azules. Otros ya piensan en emigrar a Estados Unidos.

Vigilancia policial

Un camión de la Policía Sectorial, con dos agentes a bordo y tres en la redila, con armas de alto poder, patrulla constantemente las cinco o seis calles del "nuevo" Montes Azules. Pregunto a los indíge- nas si la policía los cuida o si los está vigilando. Dos voces casi simultáneas responden:

"Al gobierno le preocupa que nos vayamos a juntar para protestar, porque él mismo sabe que no está cumpliendo. No tenemos nada, y se nos va a pasar la temporada de siembra esperando las tierras que nos dijeron. A ver entonces cómo vamos a comer", dice uno de los campesinos. Y otro: "El otro día vinieron unas familias de otro lado que invadieron unas tierras por Plan de Ayala que según son para nosotros, y la policía fue y los sacó a la fuerza". O sea, la autoridad los vigila y cuida sus presuntos intereses.

Casa de salud, tienen una, a la entrada de poblado. Escuela primaria, la están construyendo. Un alto tinaco blanco con frases alegóricas del gobierno de Chiapas trata de suministrarles agua, con éxito variable. Y cuentan con un parque de juegos infantiles estilo rústico que a ver cuánto duran. Algunos niños hacen uso de ellos ahora mismo.

Las casas, de ventanas de cristal y muros pelones, se suceden vacías de objetos, uno que otro perro o pollo, escasos muebles y una estufita Frigo de gas de cuatro quemadores en cada una de las viviendas de apresurada construcción gubernamental. "Las tejas no las fijaron, nomás las pusieron, la lluvia se mete y se las va a llevar el aire", dicen.

De siete poblados reubicados aquí, cuatro pertenecen a la Aric Independiente, y tres "a ninguna organización ni partido, dicen". Es el caso de Ruinas Paraíso, los que recibieron el doble de tierras (y sin embargo, tan pocas).

Provienen de Montes Azules y de poblados fuera de la denominada reserva de la biosfera, como El Censo, Santa Elena y Zapotal. De esta última son las familias que poseían milpas en la laguna Suspiro, pero no vivían allí (como publicitó ampliamente la Secretaría de la Reforma Agraria al momento de la "reubicación" con bendición presidencial).

Los reubicados del "nuevo" Montes Azules más bien parecen desubicados. Y mientras esperan dinero, alimentos y tierras que el gobierno prometió, algunos se empiezan a desesperar.

 
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