Usted está aquí: viernes 15 de abril de 2005 Opinión ECONOMIA MORAL

ECONOMIA MORAL

Julio Boltvinik

Situación de la investigación sobre pobreza

Estrecha visión de las tres "escuelas" dominantes

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente

EL TEMA DOMINADO por los economistas de la "corriente principal" (neoclásicos o "estándar") se encuentra en una situación lamentable. Como parte de su tradicional concepto de bienestar (welfare) o utilidad (reacción subjetiva, de felicidad, placer o similares, al consumo de bienes y servicios), estos economistas conciben la utilidad como el elemento constitutivo del eje de nivel de vida y sostienen que el punto de corte debajo del cual se presenta la pobreza debe establecerse justamente en términos de utilidad. Sin embargo, ésta es una simulación. Como la utilidad no es observable, de lo que en realidad están hablando es la escala del ingreso ajustada por persona o por adulto equivalente (para tomar en cuenta que los requerimientos individuales, por ejemplo de alimentos, cambian con la edad, el peso y otras características personales) y, en algunos casos más elaborados, como en la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), una fórmula que además de tomar en cuenta las diferencias por edades de las personas, también incorpora las econo-mías de escala en el hogar. Como mostré en la entrega de Economía Moral del 25 de marzo, su definición (real) de pobreza, como consecuencia de que lo que llaman "utilidad" no es tal, sino ingreso ajustado, es una tautología en la cual la pobreza es tanto medio como propósito: "la carencia de ingresos para alcanzar un ingreso de referencia (ajustado por adulto equivalente)". Por ello, las certeras críticas de Amartya Sen y de John Rawls a las distintas versiones del utilitarismo no hacen mella en la manera en que estos economistas proceden. No hay manera, en la escala de ingresos (sin recurrir a otros conceptos como necesidades), de identificar un punto de corte con algún significado humano, por lo cual la arbitrariedad de la que hacen gala estos economistas al fijar el umbral o línea de pobreza refleja su pobreza conceptual.

POR LO ANTERIOR y porque los economistas "estándar" se sienten muy incómodos manejando un concepto como la pobreza, que es un "concepto ético grueso", como algunos filósofos de la ciencia (Putnam, por ejemplo) les denominan a conceptos (como crueldad y pobreza), que incluso en su uso descriptivo requieren de la evaluación. Por ello estos economistas buscan deshacerse del problema de definir el umbral (línea) de pobreza de diversas maneras. Una es sostener que la fijación del umbral es irrelevante; que lo que hay que hacer es usar varios umbrales, de tal manera que si la pobreza disminuye con todos ellos entre dos años, la afirmación de que la pobreza bajó será muy "robusta". Otra manera de deshacerse de la papa caliente de fijar el umbral es manipulando los umbrales fijados por otros, según suele hacer el Banco Mundial. Otra más, dominante en Europa, es fijar los umbrales como proporción (arbitraria) de la media (o mediana) del ingreso. La actitud fingida que no importa el nivel del umbral busca eludir los ataques a los bajísimos umbrales que fijan con el propósito de minimizar la pobreza.

A PESAR DE que en una parte de la bibliografía económica estándar están los planteamientos que comprenden que el hogar es también un ámbito de producción (y no sólo de consumo), y que, por tanto, los bienes comprados en el mercado no son los bienes de consumo final (la comida comprada debe cocinarse) y que, por tanto, el ingreso corriente de los hogares (tal como se define en cuentas nacionales) no es el único determinante del nivel de "utilidad", en los estudios de pobreza no se han incorporado (salvo raras excepciones) los recursos tiempo y habilidades (tiempo para ir de compras, cocinar, y las habilidades asociadas).

ESTOS ECONOMISTAS NO se percatan, por tanto, que los recursos del hogar están siempre en competencia para asignarse entre los usos "materiales e inmateriales". Que el tiempo, recurso escaso si hay alguno, puede destinarse a generar más ingresos o a atender a los menores (satisfacer sus necesidades de afecto). Que, por tanto, la necesidad de afecto es también parte de la perspectiva económica.

PERO EL PANORAMA del estudio de la pobreza no mejora mucho si uno sale del estrecho campo de los "economistas estándar". Ahí se encuentran las corrientes que se originan en la sociología y que de Peter Townsend nos llevan a J. Mack y P. Lansley, a Nolan y Whelan, a Gordon y coautores, entre otros. Esta corriente, muy importante sobre todo en el Reino Unido, que parecía ampliar la mirada, ha terminado, en dos ocasiones, estrechándola. En primer lugar, cuando el propio Townsend, en su obra magna (Poverty in the United Kingdom), en su afán por encontrar la línea de pobreza objetiva, convirtió sus amplios indicadores de privación (más de 60) en medios para revelar la línea de pobreza objetiva (expresada sólo en términos de ingresos). La segunda, cuando Nolan y Whelan, seguidos por los demás autores del enfoque que se ha llamado los 'pobres de verdad', redujeron la aparente amplitud de su enfoque a la búsqueda de la coincidencia entre la carencia observada y los ingresos bajos.

ASI, ESTA CORRIENTE multidisciplinaria con fuerte influencia sociológica, terminó hermanada con los economistas de la corriente principal en el postulado que los ingresos corrientes son la única fuente de bienestar (recurso) de los hogares. Esta corriente se divide en dos en cuanto a la forma de definir el umbral de ingresos; la mayoría opta por el camino del umbral como una proporción (una o varias, que se eligen arbitrariamente) de la media o la mediana del ingreso de los hogares, mientras Townsend y Gordon han seguido insistiendo en la posibilidad de identificar la línea de pobreza objetiva. En el primer caso se elude el juicio de valor (y con ello se ignora el carácter de concepto ético grueso de la pobreza) o la sistematización de las prescripciones existentes, como dice Sen. En el segundo caso, la objetividad pretendida es una ilusión.

TOWNSEND Y SUS SEGUIDORES , a pesar de que siguen formulando sus argumentos en términos de necesidades, han sustituido este concepto por el de estilo de vida. De alguna manera, se podría decir que la necesidad única de las personas es participar en ese estilo de vida, por lo cual la pobreza es la exclusión de ese estilo de vida que se explica por la insuficiencia de recursos. El estilo de vida, sin embargo, como las 'capacidades' y funcionamientos (capabilities y functionings) de Amartya Sen, está conformado por bienes, servicios y actividades ligadas estrechamente al acceso a recursos en el sentido convencional. El determinante único de ese estilo de vida siguen siendo los recursos en sentido estrecho. Están atrapados, como Sen, paradójicamente, en una visión economicista, mecanicista y estrecha de la buena vida. No hay una visión más amplia de las necesidades humanas que comprenda el afecto, la autoestima, la autorrealización, por ejemplo. Tampoco hay una visión más amplia de los satisfactores que incluya, además de los objetos (bienes y servicios), las relaciones y las actividades en sentido amplio (mucho más allá de las actividades de consumo), incluyendo las que conducen a la autorrealización. De todas maneras, Townsend es el más importante investigador de la pobreza y su enfoque es mucho más amplio que el de los 'economistas estándar'.

SEN SE HA CONSTITUIDO en el líder de un tercer camino: el enfoque de las 'capacidades' y funcionamientos (EC). Para muchos, el EC constituye un enfoque muy amplio que se ubicaría en el eje de florecimiento humano. Sin embargo, las conclusiones a las que he llegado muestran que Sen está todo el tiempo en el eje del nivel de vida (eje que, a diferencia del de florecimiento, sólo incluye la perspectiva económica), que permanece atado al enfoque mecanicista de la teoría neoclásica, que concibe el bien-estar1 como resultado del consumo de bienes y servicios, cuyas características permiten que el individuo alcance ciertos estados deseables, llamados funcionamientos. Pero el verdadero elemento constitutivo del bien-estar es la libertad de elegir entre diversos funcionamientos, según Sen, libertad a la que llama el conjunto de 'capacidades'. Prácticamente todo el planteamiento de Sen está fundado en la idea de la diversidad humana. Si ésta no existiera, Sen no tendría objeción al enfoque de Rawls de los bienes primarios o a lo que Sen llama el enfoque de la opulencia (el acceso a bienes). Salvo la corrección necesaria para tomar en cuenta esta diversidad, y salvo por el rechazo al planteamiento de la utilidad (subjetiva) como el elemento constitutivo, y su sustitución por los funcionamientos que son de carácter objetivo, sostengo que el planteamiento de Sen sigue preso de la teoría económica neoclásica. En contra del entendimiento usual de la postura de Sen, muestro que no se refiere a las capacidades humanas entendidas como destrezas, habilidades para hacer o entender, sino a las oportunidades económicas que están determinadas por los ingresos de las personas; por eso pongo entre comillas el término 'capacidad'.

LAS CAPACIDADES DE verdad asoman su cabeza en la lista de "capacidades (capabilities) funcionales humanas centrales" de Martha Nussbaum, que es un planteamiento alternativo mucho más vigoroso que el de Sen, y que sí significa una ruptura definitiva con la 'corriente principal de la economía'. Sen no quiere romper con esta corriente; no quiere tampoco aventurarse a emitir juicios de valor, ni siquiera juicios tan elementales y generadores de consenso como la prioridad absoluta de las necesidades o capacidades básicas (como lo hizo la corriente de necesidades básicas para el desarrollo que estuvo en auge en los años setenta) o como una afirmación sobre los rendimientos marginales decrecientes (en términos de funcionamientos) de adiciones sucesivas de recursos (es decir, que los logros en términos de funcionamientos alcanzados aumentan cada vez menos a medida que los recursos aumentan). Todo esto hace que su EC sea sumamente estéril, como toda ciencia social que no se atreva a fundarse en juicios normativos básicos. Esto se refleja en las rupturas que sus seguidores (Nussbaum, Alkire, Desai) han tenido que hacer.

EXISTE UNA BIBLIOGRAFIA muy amplia y muy rica, pero totalmente alejada de la anterior, sobre las necesidades humanas (que he analizado en entregas previas de Economía Moral) y sobre la esencia humana. Concibo esta bibliografía como ubicada en el eje de florecimiento humano. Ninguno de los autores que comienza en el eje de florecimiento humano procede después a realizar el recorte (eliminar las perspectivas no económicas) para ubicarse en el eje del nivel de vida (perspectiva económica del florecimiento humano). Ninguno de los autores que mide la pobreza funda su concepción de ésta en una visión del florecimiento humano. Es decir, existe una escisión total en la bibliografía.

EN MI TESIS doctoral (Ampliar la mirada. Un nuevo enfoque de la pobreza y el florecimiento humano) que será defendida el viernes 22 de abril, intento superar esta escisión, integrando ambas bibliografías y desarrollando un enfoque integral que comprende tanto el eje de florecimiento humano como el de nivel de vida.

1 Escribo bien-estar (well-being) para distinguirlo de bienestar (welfare).

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